¿Le urge un relax?

Ante una de las recuperaciones más frágiles y largas en la historia reciente, los vientos de la política monetaria soplan cada vez más hacia territorios desconocidos.

Las recetas que alguna vez fueron avaladas crisis tras crisis, como rebajar la tasa de interés objetivo, que determina las tasas de en el mercado, se han quedado cortas.

Ante ello, diversos bancos centrales en el mundo experimentan con políticas que se escriben mientras se hacen.

Eduardo Flores Eduardo Flores Publicado el
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es el estimado de crecimiento del PIB en el primer trimestre
Hace poco más de un mes, el Banco Central de Japón decidió duplicar la cantidad de dinero en circulación en su territorio, un paso sin precedentes en países desarrollados
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Ante una de las recuperaciones más frágiles y largas en la historia reciente, los vientos de la política monetaria soplan cada vez más hacia territorios desconocidos.

Las recetas que alguna vez fueron avaladas crisis tras crisis, como rebajar la tasa de interés objetivo, que determina las tasas de en el mercado, se han quedado cortas.

Ante ello, diversos bancos centrales en el mundo experimentan con políticas que se escriben mientras se hacen.

Por ejemplo, la Reserva Federal en Estados Unidos ha inflado su balanza para acomodar los miles de millones de dólares en compras de relajación cuantitativa, una política tan poco ortodoxa que ni siquiera existía hace un década.

Otro ejemplo de excentricidad monetaria es el del Banco Central de Japón, que hace poco más de un mes decidió duplicar la cantidad de dinero en circulación en su territorio, un paso sin precedentes en países desarrollados.

A lo largo y ancho del mundo, los bancos centrales han dejado a un lado la teoría tradicional para intentar avivar a sus economías.

El caso de México es diferente, porque la tasa de desempleo no está en niveles altos, aunque ésta puede ser disputada como técnicamente incomparable con otras, y porque la economía no se había topado con problemas serios desde la crisis financiera del 2008-2009.

No obstante, las señales para que el Banco de México gire drásticamente de dirección se están acumulando poco a poco.

Datos que presionan

El viernes pasado, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer una cifra preocupante: la producción industrial disminuyó 4.9 por ciento en términos reales en su comparación con el mismo mes del 2012.

A nivel desagregado, se observó un retroceso de 5.8 por ciento en el sector manufacturero y un 5.2 por ciento en la actividad de construcción.

El Inegi señala que el desempeño se vio influido a la baja por el periodo de la Semana Santa, que se ubicó en marzo, mientras que en el 2012 se estableció en abril. 

Pero unos días laborales menos no es toda la historia.

El efecto calendario, como se le llama a fenómenos donde las fechas influyen en los resultados como en esta ocasión, es contabilizado también por los pronosticadores de indicadores económicos.

Por lo tanto, se puede hacer la comparación con respecto a lo que analistas considerarían como esperado después de considerar al efecto calendario.

De acuerdo con un sondeo por el Dow Jones a ocho economistas, se esperaba una disminución de 1.1 por ciento. Otro sondeo de Bloomberg ubicó la caída en una tasa más alta, un 1.5 por ciento.  Aun así, ambas están lejos de la realidad reportada por el Inegi.

La tasa anual de la producción manufacturera ha sido negativa en tres de los últimos cuatro meses.

De hecho, ya desde las minutas de la última junta de gobierno del Banco de México, dadas a conocer el mismo día, se lee cautela en cuanto al crecimiento esperado de la economía en los próximos meses.

Según el documento, la mayoría de los miembros de la junta del gobierno de la institución monetaria destacaron la desaceleración de la economía en el primer trimestre del 2013.

Uno de los integrantes, que el Banco Central mantiene en el anonimato, señaló que durante este primer trimestre, la actividad económica siguió mostrando un ritmo de crecimiento por debajo de su potencial.

En la junta de ese entonces, los integrantes decidieron mantener la tasa objetivo en 4 por ciento, puesto que en la práctica es difícil constatar si su decisión de recortar la tasa en medio punto porcentual han surtido efecto.

En teoría, se necesitan al menos unos seis meses para poder observar los efectos de un cambio de tasa, por lo que todavía es temprano para tomar decisiones, observan expertos.

Pero esperar sería justamente lo ortodoxo, y lo que muchos esperarían del Banco Central.

¿Cuál es el camino?

En países como México, el tiempo para la ortodoxia se está acabando rápidamente ante mayores presiones internacionales de países que están haciendo justamente lo contrario.

Por ejemplo, las políticas del Banco Central Japonés podrían acabar por dañar a la competitividad de la industria automotriz mexicana, una de las estrellas económicas recientes.

Este viernes se publican datos del primer trimestre del PIB y podría darse un golpe más a la credibilidad de las políticas de Banxico. Dependiendo de la fuerza de la actividad primaria, la tasa podría inclusive llegar a ser cero cuando se considera la estacionalidad.

El banco ha experimentado ligeramente con olvidarse de la ortodoxia, pues ya ha sorprendido al mercado antes, pero muchos opinan que no lo suficiente.

En la próxima junta de gobierno del Banco de México, ambos escenarios seguirán contrastándose cuidadosamente: un banco serio con credibilidad para mantener la inflación bajo control, o un banco dinámico, que hace todo lo posible por impulsar el crecimiento.

Explícitamente la meta del instituto consiste en solo lograr lo primero, pero en la práctica, ambas se consideran de vital importancia.

Si bien la institución casi siempre ha estado en el lado conservador, esta vez podría dar una sorpresa a todos.

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