Los yucatecos quieren reinventar las guayaberas. Aunque el verdadero origen de esta prenda es un misterio, Yucatán la ha convertido en su símbolo de identidad nacional y sus fabricantes no están dispuestos a perder la batalla contra el dragón chino que, con el paso de los años, ha inundado al país con copias de mala calidad.
El estado peninsular alberga a más de 450 unidades productivas relacionadas con la industria textil, de las cuales entre 240 y 300 se dedican sólo a la fabricación de guayaberas, de acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria del Vestido (Canaive).
Si bien la mayoría de estos organismos empresariales están concentrados, principalmente, en la capital de la entidad, la historia de las guayaberas tiene sus raíces en un municipio llamado Tekit, ubicado a 55 minutos de Mérida.
La principal actividad económica de los habitantes de Tekit, (‘Lugar del dispersamiento’, por su significado en lengua maya) era el cultivo agrícola y del henequén, pero, hacia la década de los 70 comenzaron a construir talleres de costura donde trabajaban familias.
Años más tarde, estos espacios se transformaron en medianas industrias dedicadas a la fabricación de guayaberas.
En la actualidad, la localidad, cuya población asciende apenas a 10 mil 232 habitantes, es conocida por ser la ‘Capital de la Guayabera’, al concentrar más de 200 talleres de confección.
El sector, que genera cinco mil empleos directos en Yucatán, está bajo amenaza desde hace años por la competencia desleal de China y la venta de guayaberas en el mercado informal. Esta situación ha restado credibilidad a los textileros yucatecos frente a sus clientes y por ende ha dañado sus ventas.
“La manera en la que podemos hacer frente a estas amenazas es mediante la profesionalización de los fabricantes y en la diversificación de sus diseños. Ya no sólo competimos de manera interna, nos estamos enfrentado a otras amenazas internacionales y el ecommerce. Si no somos eficientes frente a este escenario estamos condenados a desaparecer”, dice Pedro Góngora, presidente Cámara Nacional de la Industria del Vestido (Canaive) en Yucatán.
Enfrentar al dragón asiático
Manuel Mex ha trabajado durante casi nueve años en la tienda Mundo Maya, ubicada a un par de cuadras del Centro Histórico de Mérida. En este tiempo ha visto pasar a miles de personas a las que, con una actitud amable, les dedica unos minutos para explicarles el significado de las piezas o la historia de las manos que las hicieron.
Para el empleado, el principal desafío al que se ha enfrentado el local es a la invasión de copias de guayaberas chinas, pues no pueden competir contra lo bajo de sus precios e igualarlos no es una opción.
“Aquí en Mérida se hacen muchas artesanías chinas, incluso, las personas que vienen de otros lugares se asustan cuando les decimos nuestros precios porque están acostumbrados a comprar piezas asiáticas sin que lo sepan”, agrega Manuel Mex.
El trabajador comparte que una de las técnicas que han adoptado los productores chinos es que van a las tiendas, toman fotografías y las imágenes las ocupan para crear prendas que se venden por internet.
“La idea de ellos es copiar, nosotros le vendemos a todos, no le podemos negar eso, pero ellos compran para copiarnos”, precisa.
Mex comparte que esto, además de dañar la marca ‘Hecho en México’, también repercute en los ingresos de los textileros locales.
En los años que que ha trabajado en el local que opera bajo el modelo de cooperativa, Manuel ha visto una disminución del 50 por ciento en las ventas.
El yucateco asegura que sin una regulación que los proteja, es difícil poder frenar esta invasión, ya que “cualquiera puede hacer guayaberas y venderlas”.
Informalidad, el otro enemigo
Ana María Canul, trabajadora de la Casa de las Guayaberas, admite que en el poco tiempo que han operado en esa sucursal no les ha afectado la competencia de los productos chinos, pues, “la ropa tradicional se distingue por muchas cosas y la gente entiende al explicarle”.
Sin embargo, el principal desafío al que se enfrentan es a los vendedores ambulantes. “La venta informal nos afecta mucho porque hay personas que buscan cosas baratas con nosotros y al comparar los precios se van con ellos, pero la calidad no es la misma”, expresa.
Por su parte, María Irene Chab, empleada de Guayaberas Yucatekisimo, comparte que la piratería ha mermado no sólo sus ventas, también la confianza de los consumidores en los productos originarios del estado.
Chab, quien lleva laborando un año en la tienda ubicada cerca del Centro de Mérida, explica que muchos turistas que ya se han topado con los vendedores ambulantes, al momento de acudir al establecimiento tienen dudas de la originalidad de las prendas, pues desconfían de que en realidad sea una guayabera yucateca y no una copia china.
“Los turistas piensan que manejamos productos chinos”, reconoce la joven, al agregar que esta situación les ha provocado una caída de entre 20 y 40 por ciento en sus ventas tan sólo en lo que va de este año.
Aunque han mantenido un nivel constante, María Irene reconoce que su distribución ha disminuido en comparación con años anteriores, pese a los periodos vacacionales.
Guayaberas Yucatekisimo cuenta con más de 20 años de historia y sólo en Mérida tiene cuatro establecimientos y dos fábricas.
Sin denominación de origen
México puede presumir de contar con la Denominación de Origen Tequila (DOT) que comprende 181 municipios de cinco estados de la República Mexicana: Jalisco, Nayarit, Guanajuato, Tamaulipas y Michoacán.
Por el contrario, las guayaberas yucatecas no cuentan con esa protección. La razón: los materiales con que están hechas son importados.
El presidente de Canaive Yucatán recuerda que hace un par de años se impulsó la creación de un certificado de origen, como el del chile habanero y el que está en proceso del pulpo maya, pero la iniciativa no prosperó.
El lino se importa de Japón, España, Polonia, Bélgica e Irlanda; el poliéster y algodón se produce en diversos estados de México y la manta se trae de Puebla.
No obstante, esto no detuvo a la Cámara en su intento. Al cerrarse una puerta decidieron abrir otra al crear un consejo consultivo con el propósito de respaldar a los empresarios locales.
Esto les ayuda a darles credibilidad ante sus compradores, ya que los productos que venden están etiquetados, además de que les permite diferenciarlos de productos pirata, los cuales entran por Quintana Roo.
“De alguna manera en Yucatán hemos contenido eso, pero sigue siendo una amenaza real”, admite Góngora.
Aunque el organismo también ha sumado esfuerzos con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y los gobiernos estatales y municipales, Pedro Góngora confía en el talento de los fabricantes yucateros y en su potencial para salir adelante frente a la adversidad.
“Las guayaberas cuentan la historia de Yucatán, nos dan identidad como mexicanos y por eso tenemos la obligación de defenderlas frente a cualquier amenaza. En México hay talento y hay que creer en él”.
Innovación, el secreto del éxito
Hace 11 años, Canaive Yucatán se enfocó en tratar de revivir a la guayabera, aunque fue hasta hace seis que el plan comenzó a rendir frutos para la industria local.
Con una inversión de 3 millones de pesos, el gobierno estatal y los industriales del vestido lanzaron a finales de 2014 la campaña ‘Así es la guayabera. Así es Yucatán’, con el objetivo de difundir el legado de la guayabera yucateca en todo el mundo y con ello fomentar buenas prácticas en su producción.
Sin embargo, el as bajo la manga fue un programa de capacitación que se implementó en 2015 y que consistió en enseñarle a los 70 fabricantes registrados en el estado cómo diseñar modelos europeos para que incorporaran más piezas a su catálogo y con ello pudieran alejarse de la competencia desleal de China y la informalidad.
Desde ese momento, el presidente de Canaive Yucatán asegura que se ha visto un boom importante en la producción y compra de las guayaberas, aunque no deja de lado las amenazas que los acechan.
“La diversificación en las piezas es lo que ha ayudado a los fabricantes a defenderse de la competencia tan agresiva a la que se enfrentan. Ya no sólo venden guayaberas blancas, también de otros colores, diseños y modelos que resultan ser más atractivos para los clientes”, afirma Pedro Góngora.
Hoy, la producción mensual de guayaberas en la entidad asciende a 150 mil piezas, aunque también depende de los ciclos de comercio que varía en temporadas altas.
En un esfuerzo por promover a la guayabera en el mercado interno, Canaive Yucatán realiza ferias en todo el territorio nacional. Gracias a esta iniciativa las guayaberas yucatecas han llegado a Cuernavaca, Veracruz y Puebla, estados donde no son muy populares, en contraste con el sur del país.
Bajo la idea de profesionalizar a la industria, los gobiernos federal y estatal, en conjunto con Canaive Yucatán, pusieron en marcha la construcción de un laboratorio de Diseño, Innovación y Prototipado, único en su tipo en el país, que permitirá trabajar al nivel de los gigantes de la moda, como Italia y España.
La inversión para el desarrollo y la adquisición de modernos equipos fue de 20 millones de pesos, comparte Góngora.
Los nuevos diseñadores y textileros tradicionales contarán con mecanismos que les permitirán hacer más atractivos sus negocios y así reducir la dependencia de la maquila.
En este laboratorio, las unidades empresariales contarán con equipo especial con el que podrán crear prototipos en un plazo de 24 a 72 horas e imprimir los diseños en sus propias telas con tecnología de punta y amigable con el medio ambiente.
Asimismo, podrán crear estrategias de comercialización e internacionalización, con las que podrán encarar las amenazas del dragón chino y el mercado informal.
A pesar de los retos que enfrentan, Pedro Góngora se muestra optimista.