El intento de disminuir impuestos a los más ricos en Reino Unido dejó en los archivos históricos de ese país una severa caída de la libra, crisis en el recién integrado gobierno de Liz Truss y varias lecciones que bien podrían mirar otros países.
El tambaleo británico inició cuando el ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, anunció un plan fiscal que, entre varios puntos, prometía eliminar la tasa del 45 por ciento del impuesto sobre la renta para las personas que ganan más de 150 mil libras al año, aproximadamente tres millones 438 mil pesos.
Este plan fiscal, que también integraba reducción al impuesto sobre la compra de bienes inmuebles, la anulación del aumento al impuesto de sociedades y apoyos a negocios y hogares británicos para costear los altos precios de la energía, costaría 45 mil millones de libras hasta 2026 y 2027 y las autoridades británicas esperaban que a través de estos incentivos fiscales se impulsaría la economía de ese país.
“Así es como competiremos con éxito con las economías dinámicas de todo el mundo y convertiremos el círculo vicioso del estancamiento en un círculo virtuoso de crecimiento”, señaló Kwarteng al presentar el plan el pasado 23 de septiembre.
Sin embargo, esta semana el gobierno británico se retractó de la puesta en marcha de ese plan fiscal ante la caída de la libra frente al dólar estadounidense y varios días de turbulencia en los mercados financieros.
No sólo se trató de una mala reacción de los mercados, el Fondo Monetario Internacional (FMI) señaló que la puesta en marcha de este plan aumentaría la desigualdad y sumaría a las presiones inflacionarias e invitó al gobierno británico a reconsiderar el plan.
Además el Banco Central de Inglaterra (BoE, por sus siglas en inglés) se vio obligado a parar su plan de normalización de política monetaria, al inyectar mil millones de libras en un día para garantizar la estabilidad del mercado de tasas de largo plazo. Esta intervención fue justificada al señalar que estaba en riesgo la estabilidad financiera de Reino Unido si continuaba el desorden de las condiciones en los mercados financieros.
“Lo que pasaba es que conforme crece la tasa de interés disminuye la actividad económica, entonces lo que hicieron en Reino Unido fue que bajar las tasas de interés a la gente más rica y entonces buscaban incentivar la economía e inversiones y eso genera mayor demanda que deriva en (otra vez) mayores tasas de interés y por lo tanto en una eventual desaceleración de la economía”, señala Carlos González Tabares, director de Análisis Económico, Cambiario y Bursátil de Monex.
Un banco central aumenta las tasas de interés e impulsa la política monetaria restrictiva para reducir la cantidad de dinero del país con el objetivo de contener la inflación, aunque con ello se corre el riesgo de frenar el crecimiento económico.
Más impuestos a los ricos
La propuesta del gobierno de Liz Truss también iba en contracorriente a las recomendaciones de organismos internacionales que tomaron fuerza después de la parálisis económica provocada por la pandemia de COVID-19 y que se enfocan en incrementar impuestos a las grandes acumulaciones de capital.
Desde 2022 el FMI, por ejemplo, propuso que se llevarán a cabo reformas tributarias para establecer contribuciones temporales de los “ingresos o patrimonios elevados” a través de impuestos a las ganancias de capital, la propiedad y la herencia. Incluso el organismo señalaba que los países ricos tienen margen para apuntar a las personas o compañías que prosperaron durante la pandemia.
En aquel momento Janet Yellen, secretaría del Tesoro de Estados Unidos, también apoyó el plan para incrementar los impuestos corporativos con el objetivo de contar con recursos para las ambiciosas inversiones en infraestructura que planeaba llevar a cabo el gobierno de Joe Biden y con ello impulsar la generación de empleos y la economía del país.
Cálculos de OXFAM advierten que el número de pobres en el mundo pudo haber aumentado entre 200 y 500 millones el año pasado después del 2020, mientras que la revista estadounidense Forbes en su publicación anual de Billonarios de 2021 advertía que sus integrantes aumentaron su fortuna en cinco billones de dólares el año “del gran confinamiento”.
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