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El cemento es vital para las economías en crecimiento. Ningún otro material es tan versátil y necesario para la construcción de viviendas, carreteras y grandes obras de infraestructura. Sin embargo, el negocio de las grandes cementeras globales parece tener los días contados.
De acuerdo con información de The Economist, los ingresos producidos por la industria cementera a nivel mundial llegan a los 250 mil millones de dólares al año.
Sin contar a China (que representa la mitad de la producción y demanda mundial), el resto del mercado está distribuido en 6 empresas internacionales: Cemex, Buzzi, Heidelberg, Holcim, Italcementi y Lafarge.
El crecimiento insostenible se debe a que la industria necesita que el cemento sea un negocio local, el cual decrece en medida en que los países registran un crecimiento económico. Las grandes corporaciones se empeñan en adquirir plantas de producción en lugares estratégicos, pero eso representa un gran costo y posiblemente una mala inversión.
Un negocio local
El cemento es voluminoso y barato, por lo que transportarlo es mucho más caro que producirlo cerca de donde se encuentran los clientes. Debido a esto, las plantas de producción suelen ubicarse cerca de las canteras de piedra caliza, que proporcionan la materia prima fundamental, y de los puntos de demanda.
Es tan costoso transportar el cemento que por lo general no suele viajar más de 300 kilómetros en carretera, en otras palabras, el mercado tiene que ser local.
Además, la industria tiene barreras de entrada muy altas para los nuevos competidores. Para que una nueva planta de cemento produzca un millón de toneladas al año, es necesario invertir alrededor de 200 millones de dólares.
Los costos de transporte junto con estas barreras de entrada hacen que sea más sencillo que los actuales líderes del mercado se expandan en otros países.
Todo esto ocasiona que la industria sea más suceptible hacia la creación de oligopolios que atraen periódicamente el interés de reguladores gubernamentales que buscan proteger el comercio.
De la producción mundial de concreto, únicamente el 3 por ciento se comercializa a través de las fronteras. La mayor parte de este intercambio lo ofrecen países con un exceso de capacidad y con fábricas de cemento ubicadas en las costas.
El mercado marítimo, que principalmente es utilizado para abastecer el mercado interno, es la puerta de escape para volcar la producción de repuesto en países costeros cercanos.
Los precios del cemento suelen ser más altos, y con mayores márgenes de ganancias, en lugares que se encuentran lejos de grandes exportadores como los son China, Japón y Turquía.
A pesar de que el comercio no es rentable de manera global, su consumo sigue el mismo camino que otras materias primas que tienen una estrecha correlación con la expansión económica.
En los últimos años, la demanda de las economías emergentes ha aumentado de manera considerable. Los trabajos necesarios para urbanizar e industrializar ha colocado a estas economías como los consumidores del 90 por ciento de la producción de cemento del mundo, con expectativas de que siga creciendo la demanda.
Por el contrario, los países desarrollados construyen cada vez menos edificios y proyectos de infraestructura, por lo que la demanda va a la baja a largo plazo.
Estos motivos han llevado a las grandes empresas a buscar su expansión en economías lejos de su país de orígen, lo que ha provocado una carrera de adquisiciones de plantas alrededor del mundo.
El negocio de las emergentes
La ola de adquisiciones de fábricas dejó a más de una empresa con problemas finacieros de los que apenas se empiezan a recuperar.
Durante 20 años, los mayores fabricantes de cemento del mundo combatieron la disminución de las tasas de crecimiento en sus mercados mediante la compra de empresas en países en vías de desarrollo.
Un ejemplo de lo anterior lo representa la empresa suiza Holcim que actualmente obtiene el 70 por ciento de sus ingresos de países en desarrollo, de manera similar que Lafarge, su competidor en Francia.
Sin embargo, especialistas opinan que en la carrera por comprar los mejores lugares para establecer fábricas de cemento, las empresas se endeudaron en exceso. Las economías de escala otorgan muy poca ventaja a las compañías internacionales por encima de las locales.
Desde la crisis financiera surgida en el 2008, la demanda de concreto en los países desarrollados ha disminuido, mientras que la expansión acelerada en las economías emergentes ha provocado que se desplomen los precios del producto. Aunado a lo anterior, las facturas de energía que representan una gran porción de los costos han subido en todas partes. La suma de estos factores ocasionó una profunda crisis en la industria.
¿Cuánto durará la recuperación?
Pero no todo pinta mal para las cementeras. Expertos opinan que las bases para una recuperación se han establecido.
La mayoría de las grandes compañías han reducido costos, la demanda sigue creciendo en Asia y la construcción de viviendas estadounidenses se está reactivando.
Una caída en los precios del carbón, causada por un exceso de oferta de gas, está reduciendo los costos de energía y aumentando los márgenes de utilidad.
Asimismo, los oligopolios locales se fortalecen con los altos precios del petróleo, que desalientan a las empresas a transportar el cemento por las carreteras.
No obstante, las buenas expectativas no parecen ser muy duraderas. Algunas economías emergentes parecen encontrarse cerca del final de la etapa que los convirtió en grandes consumidores de cemento debido a un desplome de la construcción.
La demanda en Turquía, Malasia y China puede alcanzar su punto máximo en los próximos 5 años, por lo que la recuperación de los precios y su rentabilidad no puede ser tan duradero.