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Despues de 16 días de un apagón gubernamental lleno de discusiones políticas infructuosas, ayer los líderes legislativos, tanto del Partido Republicano como del Partido Demócrata en el Senado de Estados Unidos, llegaron a un acuerdo para ponerle fin a la suspensión parcial de operaciones del gobierno federal.
El acuerdo contempla financiar al gobierno federal estadounidense bajo sus actuales niveles de gasto hasta el 15 de enero del 2014.
Además, el acuerdo logró autorizar el levantamiento del techo de deuda, el límite legal a la capacidad de emisión de deuda que el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos utiliza para pagar gasto público previamente aprobado.
Bajo los términos del acuerdo, el techo se suspenderá hasta el 7 de febrero del 2014.
El acuerdo llegó justo antes de que Estados Unidos alcanzara el límite anterior del techo de deuda, 16.7 billones de dolares, y cayera en incumplimiento de pagos. Sin embargo, esto no quiere decir que el impasse en las discusiones fiscales no haya tenido un impacto económico negativo.
Desde el primero de octubre, cuando comenzó el apagón gubernamental, alrededor de 800 mil empleados gubernamentales tuvieron que cesar sus operaciones.
La empresa de investigación IHS estimó que esto representó un costo diario, en producción interrumpida, de entre 160 y 300 millones de dolares para la economía estadounidense. Esto asumiendo, por supuesto, que gran parte de la actividad económica detenida se recuperará una vez que el gobierno reanude sus operaciones.
Pero las consecuencias del llamado shutdown pudieron haber sido mucho peores. No solo no hubo caídas estrepitosas en los mercados estadounidenses, sino que durante esta semana los índices bursátiles estadounidenses de hecho reportaron alzas.
Y aunque el rendimiento de los bonos gubernamentales a corto plazo ha subido, el rendimiento de los bonos de largo plazo se ha mantenido estable.
Además, a pesar de su aparente larga duración, el apagón fue más breve que la última ocasión que se vivió un escenario similar (entre diciembre de 1995 y enero de 1996), y resultará en un impacto negativo menor que el esperado.
Evadiendo el techo de deuda
La gran amenaza dentro del conflicto político estadounidense siempre fue el techo de deuda. Este término hace referencia al límite legal que tiene el Departamento de Tesoro para emitir deuda y pagar los egresos previamente acordados por el Congreso.
De acuerdo con las estimaciones de diversos analistas, si no se hubiera llegado a un acuerdo a más tardar el día de hoy, el gobierno norteamericano se quedaría sin fondos para seguir operando.
Esto significaría que Estados Unidos se encontrara en incumplimiento de pagos y, debido a su posición en la economía mundial, se provocaría un verdadero caos en los mercados internacionales.
El Departamento de Tesoro ha señalado en otras ocasiones que cualquier fracaso por aprobar un aumento al límite de deudas podría congelar los mercados crediticios, hundir el valor del dólar y causar un incremento precipitado en las tasas de interés.
Este escenario traería como resultados una fuerte recesión y una crisis financiera igual o peor a la que se vivió en el 2008, la cual sigue afectando hasta la fecha a varias economías.
Estados Unidos nunca en su historia ha caído en incumplimiento de pagos, pero no es la primera vez que los conflictos políticos ponen en riesgo el sistema financiero.
Algunos especialistas han llegado a afirmar que la simple posibilidad de caer en imposibilidad de pagos y la imprudencia de esperarse hasta el último minuto para llegar a un acuerdo puede ocasionar en sí mismo un daño económico.
El techo de deuda representa un problema tan grande que incluso la agencia calificadora Fitch Ratings decidió esta semana poner en peligro la calificación crediticia AAA de Estados Unidos. Esta situación se asemeja a la última vez que hubo una discusión por el techo de deuda, en 2011, cuando la calificadora Standard & Poors redujo la calificación crediticia de los Estados Unidos.
Los efectos del Obamacare
Otro problema, que no debe confundirse con el techo de deuda, es el cierre parcial del gobierno estadounidense o shutdown.
Desde hace 17 días más de 800 mil empleados federales han sido suspendidos de su trabajo debido a falta de dinero.
La razón es que el Partido Repúblicano ha rechazado la propuesta de presupuesto que otorga a las dependencias de gobierno el dinero necesario para cumplir con sus funciones.
La manzana de la discordia dentro del debate ha sido el controvertido plan de seguridad social propuesto por el presidente Barack Obama y que se la ha bautizado como Obamacare.
Dicha iniciativa, que ya fue aprobada por el Congreso y declarada como constitucional por la Suprema Corte de Justicia, pretende cubrir de servicios médicos a una gran parte de la población norteamericana de escasos recursos, que actualmente no tienen la manera de obtener este tipo de tratamiento.
El ala más conservadora de los republicanos ha convertido en su estandarte la oposición al Obamacare, afirmando que su mala estructuración llevará a contraer más deuda y ofrecer un servicio médico mediocre.
Con el acuerdo obtenido se espera que los trabajadores públicos regresen a sus labores y, en dado caso, el gobierno federal tendrá que pagarles los salarios caídos.
En ese sentido, los monumentos públicos que son visitados por miles de turistas en el año estarán abriendo de nuevo sus puertas al público.