Por primera vez desde agosto del 2012, Apple fue superada el viernes por Exxon en el puesto de la empresa más valiosa en el mundo por capitalización de mercado.
Justo como adelantamos en julio pasado, tras la publicación de un reporte nada halagador, la empresa se ha vuelto víctima de su propio éxito.
En septiembre pasado la acción de la empresa con sede en Palo Alto, California, tocó los 702 dólares, un número sin precedentes en su relativamente corta historia.
Previo al fallecimiento del emblemático Steve Jobs, pareciera que no había producto lanzado por Apple capaz de fallar.
En la época dorada de la empresa se inventaron o impulsaron grandes líneas de productos nuevos, como los teléfonos inteligentes con el iPhone, o las tabletas con el iPad.
Y si bien el último reporte financiero, publicado el miércoles pasado, no contiene números rojos, no fue suficiente para los inversionistas acostumbrados a gratas sorpresas.
Particularmente destacan los ingresos de 54 mil millones, muy por encima de los 46 mil millones reportados en el mismo trimestre del año anterior.
No obstante, las acciones se desplomaron 12 por ciento al día siguiente, ante algunos números fuera de estelares.
A los precios del viernes, Apple había perdido todas las ganancias que la compañía hizo en el último año en bolsa.
El 24 de enero, tras pánico en los mercados, 18 firmas redujeron sus estimaciones de precio para la acción en un promedio de 132 dólares, anclando el precio en 612.
Las razones citadas por la mayoría de los inversionistas son los menores márgenes de ganancia en aparatos nuevos, como el iPad mini y la creciente competencia de Samsung y otros fabricantes.
Pero detrás de las estimaciones oficiales, parece reinar la noción de que sin su fundador original, la empresa ha perdido carisma.
El éxito constante de los lanzamientos con Jobs fue quizá las capacidad de asombrar a inversionistas y consumidores por igual.
Jobs también tenía un don particular para innovar en las áreas que a los consumidores les importaba más.
Ciertamente el fracaso no se puede atribuir solamente a la falta de Jobs, la competencia en los mercados de teléfonos ha estado creciendo a pasos acelerados, pero sin duda uno que otro empleado en Apple está extrañando los viejos tiempos.