La crisis financiera es la base de la resiliencia bancaria
En la crisis financiera global de 2009 los bancos fueron uno de los actores que amplificaron el desastre, pero durante la pandemia por COVID-19 su comportamiento fue totalmente distinto
María Fernanda NavarroLos bancos del mundo esquivaron el golpe seco de los riesgos generados por la pandemia de COVID-19, gracias a las lecciones que les dejó su estrepitosa caída durante la crisis financiera global que se presentó de 2007 a 2009.
Más de una década después de que se establecieron las Reformas de Basilea que buscaban reforzar la regulación, supervisión y gestión del riesgo de los bancos, estas ayudaron a absorber el impacto considerable de la pandemia, afirma un reporte del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés).
Además, señala que los bancos no interrumpieron servicios críticos como la entrega de créditos durante la pandemia, que debido a las medidas de confinamiento y paro en actividades económicas que se establecieron para tratar de contener los contagios, provocó caída en los precios de activos, graves choques en los mercados financieros y extraordinarias contracciones económicas en todo el mundo.
Aunque no estuvieron exentos de tensiones al principio de la pandemia, los bancos han logrado absorber aumentos temporales en los costos de liquidez y mayores riesgos crediticios lo que ha permitido que ninguna de estas instituciones con actividad internacional hayan quebrado o requerido una financiación significativa por parte del sector público, destaca el informe.
De hecho, apunta que el sistema bancario mundial ha podido complementar los esfuerzos de las autoridades fiscales y de política monetaria de cada país para mantener la actividad económica, en gran medida porque incrementaron los préstamos a empresas y hogares que otorgaron los bancos de mayor capitalización.
Sin embargo, el Comité de Basilea apunta que el reporte refleja los hallazgos iniciales y que en todo caso debe de considerarse que la pandemia continúa desarrollándose y el efecto de la economía no está claro aún.
Oscuro pasado
El comportamiento actual de las instituciones bancarias es el opuesto al que se observó en la crisis financiera global que se registró entre 2007 y 2009, toda vez que fueron uno de los actores que amplificaron la debacle.
En aquel entonces, sectores bancarios de numerosos países habían acumulado un apalancamiento excesivo dentro y fuera de balance, la gradual erosión del nivel y de la calidad de su base de capital y numerosos bancos mantenían niveles de liquidez insuficientes.
En esa crisis financiera “el sistema bancario no fue capaz de absorber las pérdidas sistémicas sufridas en las carteras de negociación y de crédito, ni pudo aguantar la reintermediación de las enormes exposiciones fuera de balance que se habían ido acumulando en sus áreas más opacas o menos reguladas”, recuerda el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea en el documento “Marco regulador global para reforzar los bancos y sistemas bancaria”.
Ante ese panorama se reforzó la calidad y cantidad de la base de capital regulador y la mejora en la cobertura de riesgo del marco de capital, asímismo se integró un coeficiente de apalancamiento que actúa como respaldo de las medidas de capital basadas en el riesgo, diseñado para prevenir el exceso de apalancamiento en el sistema bancario y proporcionar mayor protección frente al riesgo de modelos y errores de medición.
Otro elemento muy importante de las reformas de Basilea fue la introducción de una serie de medidas para reducir la prociclicidad -multiplicación de créditos y flujos de capitales en un contexto favorable y el efecto contrario si la situación es adversa- y reforzar la banca en momentos de coyuntura favorable.
Caso mexicano de la crisis financiera
El reporte del BIS destacó que en el sistema bancario mexicano el Índice de Cobertura de Liquidez contribuyó a la resiliencia de estas instituciones durante la crisis financiera generada por la pandemia de COVID-19.
Esta cobertura impulsó la capacidad de recuperación de liquidez de los bancos mexicanos significativamente desde 2015 y por ello fueron pocos los que enfrentaron demandas de liquidez que excedieran sus tenencias de activos líquidos de alta calidad, advierte el documento.
“Un análisis contrafactual revela que, si los bancos hubieran entrado en la pandemia con el mismo perfil de liquidez que tenían en 2014 (antes de que México implementara el Índice de Cobertura de Liquidez), aproximadamente una cuarta parte de los bancos mexicanos habrían enfrentado un estrés de liquidez sustancialmente mayor”, apunta.