La ayuda incómoda

Para muchos es conocida la marca de tenis TOMS, que tienen un aire de moralidad incomparable en el mundo del calzado.

Su punto de venta consiste en apelar a la compasión de los consumidores, pues a diferencia de otras marcas, ésta promete donar un par de zapatos por cada uno que el cliente compra.

El problema es que donar, sin mas preámbulos, puede costarle más a la economía local de lo que se cree.

Eduardo Flores Eduardo Flores Publicado el
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Para muchos es conocida la marca de tenis TOMS, que tienen un aire de moralidad incomparable en el mundo del calzado.

Su punto de venta consiste en apelar a la compasión de los consumidores, pues a diferencia de otras marcas, ésta promete donar un par de zapatos por cada uno que el cliente compra.

El problema es que donar, sin mas preámbulos, puede costarle más a la economía local de lo que se cree.

En casi todos los lugares del mundo, por más pobres que sean, existen mercados de zapatos que son fabricados localmente y de manera artesanal. Si bien no se trata de grandes fábricas, los que producen estos zapatos se llevan una ganancia y una manera de subsistir.

Pero cuando una empresa como TOMS llega a la localidad y dona miles de zapatos, sin costo, los que una vez fueron clientes del vendedor de zapatos simplemente no tienen necesidad de comprar calzado.

Los productores se quedan sin negocio, y la economía de la comunidad se vuelve todavía más pobre.

De la vista…

Por eso es que los economistas de desarrollo no son muy adeptos a TOMS, y vieron con escepticismo a Warby Parker, otra empresa que promete donar un par de lentes por cada vendido en sus tiendas.

Sin embargo, el modelo de Warby Parker sí es mucho más sostenible.

En lugar de donar directamente a los consumidores el par de lentes, se le donan a una empresa que se dedica a capacitar a personas en países pobres para hacer exámenes de vista y vender lentes.

Estas personas luego van a las aldeas y suministran los exámenes de vista gratis y venden los lentes a los que gusten, por un costo de entre 2 y 4 dólares el par.

Esto le conviene al consumidor también, pues ir al doctor y comprar lentes en lugares más lejanos de su comunidad les puede costar hasta 15 dólares.

A diferencia de TOMS, el modelo de Warby Parker le da un empleo a personas y ayuda a los consumidores, sin acabar con el mercado.

Los economistas de desarrollo lo ven con mejores ojos.

Aun así queda la pregunta, ¿qué pasará con los doctores de la ciudad?

La intervención en el mercado podrá afectarle a ellos. Al fin de cuentas, los clientes que ellos tenían antes también se van a esfumar con las visitas gratis de estos médicos a las aldeas.

Por otro lado, si el mercado fuera existente o muy pequeño, quizás la intervención de Warby Parker vale la pena.

Es un experimento social que se debe seguir con interés, pues podría resultar ser más benéfico que el de TOMS.

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