México y China son viejos conocidos. Durante más de cuatro décadas de relaciones diplomáticas, la serpiente emplumada y el dragón asiático han establecido un sólido vínculo de cooperación permitiéndoles avanzar en la profundización de una agenda bilateral.
Enrique Dussel Peters, coordinador del Centro de Estudios China-México (Cechimex) de la UNAM, considera que el enfriamiento en el vínculo de ambos socios responde a una falta de voluntad política por parte del gobierno mexicano, aunque reconoce que no es el único responsable.
A pesar de los claroscuros, la relación de México y China ha mantenido un ritmo constante. En 1994, el intercambio comercial entre ambos países fue de 484.8 millones de dólares, cifra que se disparó a 83 mil 673 millones de dólares al cierre de noviembre de 2018, de acuerdo con los últimos datos disponibles en la Secretaría de Economía (SE).
No obstante, en la actualidad las exportaciones mexicanas tienen una mayor concentración en Estados Unidos. El informe ‘Hacia una agenda estratégica entre México y China’ coordinado por Enrique Dussel Peters y Simón LevyDabbah destaca que si bien hasta finales de la década de 1990-1999 llegaron a representar más del 88 por ciento de las comercializaciones al extranjero, en 2017 lo hicieron con el 79.85 por ciento.
Por el contrario, China aumentó su participación en las exportaciones mexicanas de menos de 1 por ciento hasta 2009 en 1.64 por ciento en 2017 convirtiéndose en el tercer mercado de exportación.
Frente a estas cifras, José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), insiste en la necesidad de que el Gobierno federal no puede seguir desaprovechando los beneficios económicos que un mayor acercamiento con la nación asiática le traería al territorio azteca.
Sin embargo, uno de los mayores desafíos que existen son las ausencias en los mecanimos que generan complementariedad entre las estructuras económicas de ambas naciones. Prueba de ello es que entre 1999 y 2014, China representó apenas el 0.1 por ciento de la Inversión Extranjera Directa (IED) que llegó a territorio mexicano.
“México no puede seguir manteniéndose indiferente frente a China y desaprovechar las ventajas de esta relación, aunque cualquier estrategia y propuesta debe planificarse de manera estructurada para poder ampliar nuestros nexos con la economía asiática”, refiere el director del IDIC.
Las prioridades
México y China han desaprovechado su asociación estratégica. La falta de una agenda económica en el corto, mediano y largo plazo no ha permitido que el país defina sus prioridades frente al dragón asiático.
Esta agenda “debiera plantearse en forma urgente e independiente de la relación con otras regiones como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la Unión Europea o con América Latina y el Caribe”, se lee en el estudio coordinado por Peters y Levy-Dabbah.
Para profundizar la relación económica se deben utilizar iniciativas e instrumentos multilaterales, regionales y bilaterales que permitan la viabilidad de propuestas del país asiático para el comercio, la Inversión Extranjera Directa (IED), planes de infraestructura y fondos de financiamiento.
Los planes chinos ofrecen cooperación en temas de turismo, Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes), tecnología y zonas económicas especiales, por mencionar algunas.
Además, el país requiere de un Grupo de Trabajo MéxicoChina, con la participación de empresa y academia, ya que la agenda necesita ser monitoreada y evaluada para aprovechar los instrumentos económicos establecidos entre ambas naciones y que el sector público tome en cuenta las iniciativas para lograrlo.
Al respecto, Enrique Dussel Peters agrega que es indispensable que México considere la creciente importancia del mercado doméstico de China y del proceso de urbanización, entre otros aspectos, pues muchos de sus modelos pueden ser replicables de manera local.
“Debemos empezar a trabajar en equipo y sumar al gobierno, empresarios y sociedad en general para que cada vez se mire más hacia el gigante asiático. China tiene mucho que enseñarnos y nosotros a ellos”.
TLC, ¿misión imposible?
José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), considera que alcanzar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China es poco viable, al tomar en cuenta que los tambores de guerra aún resuenan entre el Tío Sam y el dragón asiático a causa de las tensiones geopolíticas provocadas por la imposición de aranceles a mercancías de ambos mercados desde el año pasado, a pesar de que los jefes de Estado han sostenido encuentros para frenar la situación.
Fuera de eso, el director del IDIC manifiesta que la mayor desventaja para lograr este deseo es el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC, por su nombre en español), pues el documento del acuerdo incluye una polémica cláusula en ese sentido.
El capítulo 32 establece que no se podrán firmar acuerdos de libre comercio con economías de no mercado. Al menos tres meses antes de que cualquiera de los países decida comenzar negociaciones con una economía de este tipo deberá informar al resto de sus socios del T-MEC.
“México está atado de manos porque si llega a firmar un TLC con China, la revancha de Estados Unidos y Canadá sería anunciar su salida del T-MEC, que sería efectiva seis meses después del anuncio del gobierno mexicano”, agrega De la Cruz.
El comercio es una de las actividades más importantes para la economía mexicana. México cuenta con una red de 13 pactos comerciales con 52 economías o países del mundo a los que se suman acuerdos para la promoción con 32 naciones y otros más sobre protección de inversiones. Asimismo, es miembro de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).
Desde 2005, México y China han firmado decenas de acuerdos bilaterales en materia de minería, turismo y asuntos marítimos. En 2015 suscribieron un memorando en materia agrícola y pesquera para mejorar los sistemas de producción, promover la inversión y ampliar el comercio agroalimentario entre ambas naciones.
La serpiente emplumada y el dragón chino son buenos amigos, pero a partir del ingreso del país asiático a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001, el gigante ha desplazado a México en importancia comercial.
Del periodo de enero a noviembre de 2017, las ventas chinas a Estados Unidos crecieron 8.9 por ciento, después de una baja de 4.9 por ciento en el mismo periodo de 2016. En tanto, México logró un aumento de 6.7 por ciento, luego de una reducción de 0.9 por ciento durante el mismo lapso de 2016.
Aunque en el horizonte no se vislumbra un TLC entre las economías mexicana y china, Enrique Dussel Peters mantiene una postura optimista, ya que antes de pensar en un acuerdo de esta magnitud, reitera que primero se deben atender los temas que llevan años en el abandono.
“Estados Unidos es importante, pero China es un gigante con un enorme potencial que México está desperdiciando y si el gobierno no hace algo pronto tal vez en algunos años será demasiado tarde. Tenemos que entender esa relación y capitalizarla”.