Con sobrecostos que llegan a duplicar el costo inicial planeado por los organizadores, los beneficios obtenidos por la organización de los juegos se han limitado al ámbito simbólico. Foto: Especial

La paradoja de organizar los juegos olímpicos implica la gloria deportiva y el fracaso económico al mismo tiempo

Millones de personas centran su atención en el evento deportivo más grande del mundo, al mismo tiempo que dicho evento puede, más allá de generar alegrías y nuevos récords, plantear un reto para la sede en términos económicos y políticos

Ser sede de la justa veraniega implica quedar en la memoria de la humanidad para el resto de la historia, sin embargo, gracias a la magnitud del evento, también ha resultado en un asunto que ha generado efectos económicos y políticos nocivos para algunas naciones que los han organizado.

Cada cuatro años, deportistas de todo el mundo se reúnen para competir y llevar a cabo la fiesta multicultural más grande del mundo, en la que por un par de semanas viejos conflictos y desacuerdos entre países quedan de lado para dar paso a contiendas que buscan dejarlo todo en la cancha, la pista o la piscina.

Y, aunque resulta obvio que desde su primera edición los Juegos Olímpicos han crecido y ha aumentado la complejidad que implica organizarlos, es precisamente ese factor el que ha provocado que albergar el evento deportivo más grande del mundo no necesariamente se traduzca en beneficios económicos y sociales para la sede, destaca en entrevista para Reporte Índigo, Elías González, director de la agencia marketing deportivo México.


“Cuando haces un evento deportivo de esa magnitud o incluso a escala menor es cierto que puede llegar a tener implicaciones negativas para la ciudad y el país sede; sobre todo porque se invierte en infraestructura, es decir instalaciones deportivas, que luego del final de los juegos se quedan abandonadas, por ejemplo”, destaca González.

Incluso, la necesidad de contar con instalaciones cada vez más grandes, implementar sistemas de comunicación complejos para la transmisión de la justa veraniega, o establecer protocolos de seguridad que satisfagan las exigencias de diversas naciones participantes han llevado a que todas las ediciones de los Juegos Olímpicos lleguen a registrar sobrecostos que han comprometido a naciones como Brasil y Grecia, de acuerdo a la investigación más reciente de la Universidad de Oxford al respecto.

“Los últimos Juegos Olímpicos han puesto de relieve el debate en curso sobre los costos y beneficios de albergar un mega evento de esta magnitud. Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 continuaron una racha de décadas de costos excesivos, que aumentaron más de lo esperado después de una demora sin precedentes por la pandemia. Cuatro años después, París, el anfitrión del verano, también enfrentará una factura multimillonaria. Incluso otras antiguas anfitrionas aún luchan por pagar las deudas en las que incurrieron, algunas ciudades candidatas a futuros Juegos Olímpicos han retirado sus candidaturas o han reducido sus planes”, alerta el Consejo de Relaciones Exteriores.

Así, con sobrecostos que llegan a duplicar el costo inicial planeado por los organizadores, según las estimaciones realizadas por el centro de investigación localizado en Reino Unido; los beneficios obtenidos por la organización de los juegos se han limitado en un gran número de ocasiones al ámbito simbólico que implica quedar en los registros históricos como sede del evento, y solo en algunos casos como un paradigma que transforma de forma positiva a la localidad que alberga el evento, como el caso de Barcelona 92, considera el directivo consultado por este medio.

Otros costos

Además del impacto económico que implica organizar los Juegos Olímpicos para las finanzas públicas de una localidad, y de un país, existen medidas que se han aplicado para completar los preparativos del evento en tiempo y forma, pero que han sido controversiales por el impacto que han generado en la población de la sede, lo que resulta en una medida que divide opiniones por el impacto que genera entre afectados y beneficiados, considera el entrevistado.

Por ejemplo, ha trascendido el desplazamiento de la población migrante que habitaba en la periferia de París para poder generar un ambiente “amigable” para los asistentes; cuestión similar a lo sucedido en Río de Janeiro, donde se implementó una estrategia en la que se colocaron carteles que impedían visibilizar las condiciones en las que se encontraban las “favelas”, asentamientos de mayor precariedad en el país sudamericano.

Al respecto, el director de la agencia marketing deportivo México plantea que lo anterior resulta en una medida que, si bien es perjudicial para las personas que habitan la localidad en cuestión, suele ser normalizada no solo en la organización de los Juegos Olímpicos, sino en grandes eventos deportivos como campeonatos mundiales y competencias de talla internacional; lo que genera un impacto positivo inmediato en los asistentes al evento, más allá de los beneficios económicos que se puedan adquirir por dichos eventos.

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