La inversión que se enfoca en la infraestructura es un pilar fundamental para el crecimiento económico y el desarrollo humano de un país, pero en el caso de México el monto que se destina a este rubro es magro y durante los últimos seis años se ha hecho más pequeño.
En 2021 se proyecta que el gasto público para inversión sea de 3.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), un monto menor al que el Banco Mundial recomienda destinar a los gobiernos, que asciende a 4.5 por ciento del PIB, de acuerdo con la investigación Inversión en México “Tendencias y perspectivas a futuro”, elaborado por Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
El estudio recomienda incrementar el gasto en inversión pública toda vez que podría promover el crecimiento económico tras la pandemia de COVID-19, ya que está directamente relacionado con una mayor actividad económica en el corto plazo.
México también se encuentra al final de la tabla respecto a la inversión pública entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de acuerdo con el reporte Government at Glance 2021 publicado en junio de este año.
En dicho informe se hace énfasis en que la inversión pública puede mejorar la productividad y promover el crecimiento económico, así como fomentar el bienestar social.
En el caso de la investigación del CIEP, se señala que entre 2015 y 2021 el gasto público en inversión total en el país -que abarca el gasto de obra pública, gasto de capital diferente de obra pública y otros gastos de inversión- disminuyó 1.8 puntos porcentuales.
Específicamente en los recursos destinados a infraestructura disminuyeron 0.3 puntos porcentuales en ese mismo periodo.
Inversión en Infraestructura económica y social
Cabe destacar que durante este periodo, el sector energético ha sido el principal receptor de inversión pública con un promedio de 1.8 por ciento del PIB, seguido del gasto destinado a vivienda con 0.9 por ciento y comunicaciones y transportes con 0.4 por ciento.
En el caso de la inversión pública en educación se destinó en promedio 0.6 por ciento, en salud 0.5 por ciento y las integradas en el rubro de “otras funciones” tuvieron 0.8 por ciento del PIB.
“Es importante mencionar que hay dos tipos de infraestructura, una es la económica y la otra es social. La económica impacta directamente al crecimiento económico, la social le impacta indirectamente porque lo hace a través del desarrollo y capacidades humanas como es la inversión en vivienda, educación, salud”, explica Cernichiaro.
En el caso de la administración de Andrés Manuel López Obradror hay un fuerte acento en la infraestructura económica si se toman en cuenta los principales proyectos del gobierno actual como la construcción del Tren Maya, la adaptación del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, la integración de la Refinería Dos Bocas en Tabasco, además del paquete de proyectos en los que participará el sector privado, señala.
En ese sentido el CIEP señala que una mayor inversión en infraestructura educativa podría coadyuvar a reducir la pobreza y el desarrollo en infraestructura sanitaria podría promover la detección oportuna de enfermedades; además será necesario impulsar el desarrollo de energías limpias.
También será importante el papel de las entidades federativas al fortalecer su recaudación local para que puedan instrumentar este tipo de inversiones, sobre todo si se toma en cuenta que el gasto federalizado disminuyó también durante los últimos años.
“Hay que estar conscientes de la importancia que tiene darle prioridad al gasto en inversión pública, recordemos que venimos de dos años consecutivos de crecer a números negativos, el Fondo Monetario Internacional espera que crezcamos al cinco por ciento pero es una predicción muy volátil y va a depender de los recursos que se puedan mandar tanto a infraestructura como otros rubros, así como la evolución de la pandemia”.