Hartos de estar a dieta

El grito de los franceses ha sido claro y decisivo. Con la elección en la segunda ronda del nuevo presidente de Francia, François Hollande, fue una muestra de lo insatisfechos que están los franceses sobre la política de recortes en gasto y aumento en impuestos por parte del gobierno.

Jesús M. Badiola Jesús M. Badiola Publicado el
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Mil millones de dólares había acordado Grecia que recortaría
de su gasto en junio, ¿cumplirá?

El grito de los franceses ha sido claro y decisivo. Con la elección en la segunda ronda del nuevo presidente de Francia, François Hollande, fue una muestra de lo insatisfechos que están los franceses sobre la política de recortes en gasto y aumento en impuestos por parte del gobierno.

Con 51.7% del voto en la segunda ronda, el candidato socialista ha prometido intercambiar la austeridad, que fue emblemática hacia el final de la presidencia de Nicolás Sarkozy, por una nueva estrategia de crecimiento y trabajar por la igualdad.

Hollande tiene la intención de darle “una nueva dirección a Europa”, al demandar cambios a tratados que Francia tuvo con la Unión Europea en cuanto a la deuda de algunos países como Grecia, incluyendo el pacto fiscal.

Algunos periódicos y revistas lo han promovido como un peligro por su mentalidad fuertemente liberal, otros periódicos lo pintan como un presidente a la medida de lo que Francia necesita.

Mientras los últimos años serán recordados por la unión estratégica entre Alemania y Francia, con la canciller alemana Angela Merkel siendo una aliada en la búsqueda de austeridad en Europa, ahora existen dudas sobre cómo será la nueva relación entre Merkel y Hollande, viendo que representan ideales distintos en cuanto a la óptima estrategia económica para la región.

Con la salida de Sarkozy, la llamada unión entre ambos líderes de estado, el ‘Merkozy’, también llega a su término, y se ve difícil que se construya una ‘Merkollande’ ante filosofías tan diferentes.

También quienes tuvieron la oportunidad de poner en la boleta lo que llevaban más de un año gritando en las calles, fueron los ciudadanos griegos. En contra de los partidos conservadores que apoyaron la implementación de los drásticos planes de austeridad, Grecia amaneció ayer sin que ningún partido tenga suficientes votos para formar un gobierno, y con el mundo viendo cómo la inestabilidad política del país va en aumento.

El partido de la centro-derecha “Nueva Democracia” y el partido socialista, quienes normalmente se compartían el poder, perdieron numerosas contiendas frente a partidos pequeños.

Los ganadores son los partidos que integran la  Coalición de la Izquierda Radical “Syriza” y el partido comunista, quienes han sido fuertes críticos de las políticas de recortes, ajustes salariales y de pensiones adoptadas por los grupos en el poder.

Tales partidos pequeños han aclamado que no harán una coalición con los partidos mayores, aunque éstos últimos necesitan de su voto para formar un gobierno.

La incertidumbre política que vive Grecia es especialmente perturbadora para los mercados, pues la falta de una coalición hará que Grecia en efecto no tenga un gobierno, lo cuál sería peligroso con un acuerdo pronosticado a firmarse en mayo, para refinanciar $4.3 mil millones de dólares, y el que Grecia había acordado recortar $15 mil millones de dólares de su gasto en junio.

Mientras que el pueblo muestra su claro reproche a las medidas de austeridad, cada vez hay más economistas y financieros que están poniendo en duda la efectividad de esta estrategia de Europa.

Irlanda lleva ya tiempo siguiendo fielmente las medidas de austeridad impuestas por el consenso europeo, sin ver algún efecto positivo en su crecimiento.

España también ha impuesto notorios recortes en el gasto público y con un problema agregado de tener una tasa de desempleo de casi 25% de la población, sin ver un efecto que muestre el éxito de los planes de austeridad.

Ante tantos países enojados con las acciones de su gobierno y partidos socialistas listos para tomar la batuta en cuanto a las decisiones de su país, que pueden no colindar con las decisiones de sus vecinos, ¿qué será del futuro del euro y los problemas de deuda soberana?

El pueblo ya ha hablado, ¿responderá el gobierno?

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