El gobierno de Estados Unidos abrió al máximo la manguera del estímulo fiscal con 1.9 billones de dólares para reponerse del impacto de la pandemia, pero “la seca” economía mexicana podría beneficiarse con un poco de “ese riego”.
Pronósticos en torno al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de México se han ajustado de forma favorable en línea al crecimiento de la economía estadounidense. Por ejemplo, la última encuesta de Expectativas del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) señaló que el avance del PIB sería del orden del cuatro por ciento, en contraste con los 3.8 puntos porcentuales estimados en febrero de este año.
El efecto “colateral” de la inyección de dinero a la economía norteamericana se observará en el aumento de la demanda de bienes y servicios en México por parte de los estadounidenses, así como el incremento en las remesas.
“Es un estímulo fiscal que va a fomentar el consumo en aquel país y dado que nuestra economía está muy ligada a la norteamericana, es de esperarse que haya una mayor exportación de bienes de consumo a los Estados Unidos. Se espera que en Estados Unidos el crecimiento sea de 5.5 por ciento y en el caso de México se está subiendo la perspectiva de crecimiento a 4.1 por ciento”, explica Enrique Díaz Infante, director del Sector Financiero y Seguridad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
El paquete de rescate se enfoca en tres puntos: establecer un programa nacional de vacunación para contener la propagación del virus del SARS-CoV-2, entregar cheques por mil 400 dólares a las familias más afectadas por la crisis económica y apoyar a las pequeñas empresas “que están luchando” debido a las medidas de confinamiento.
Uno de los puntos más relevantes del estímulo fiscal es que proporciona transferencias monetarias a 106 millones de estadounidenses. Entre los principales apoyos que se plantean está otorgar incapacidades médicas pagadas por hasta 14 semanas y apoyos económicos por mil 400 dólares por semana para trabajadores elegibles a través de las empresas.
También establece dar apoyos únicos de mil 400 dólares para que las personas paguen sus deudas, expandir los seguros de desempleos y aumentar los salarios mínimos a 15 dólares la hora y expandir los programas de cuidado infantil para que las familias puedan retornar a sus empleos.
En el caso de apoyo a las empresas, se prevé destinar 15 mil millones de dólares a subvenciones flexibles y 175 mil millones en préstamos e inversiones adicionales a pequeñas empresas.
Pero el plan del gobierno de Joe Biden no sólo se enfoca en las transferencias económicas, sino también en el destino de 20 mil millones de dólares para apoyar de gobiernos estatales, el despliegue de unidades móviles para “áreas difíciles de accesar”, todo para la aplicación de la vacuna contra el COVID-19 de manera gratuita a sus habitantes.
El avance de la campaña de vacunación es un condicionante de un mejor escenario económico en los países más afectados por la pandemia y Estados Unidos se encuentra entre los más aventajados en este proceso, recuerda Díaz Infante.
El “riego” a la economía estadounidense no sólo beneficiaría a los mexicanos. De hecho, se pronostica que la economía global crezca 4.7 por ciento para 2021, un panorama más positivo del que se tenía previsto en septiembre de 2020 en gran medida gracias a la “recuperación más sólida de Estados Unidos”, de acuerdo con UCTAD.
Contraste mexicano del estímulo fiscal
Si bien la recuperación económica de Estados Unidos “está remolcando” a la mexicana, es evidente que las autoridades financieras del país no han establecido un plan eficiente para la recuperación económica que, además de apoyo económico y fiscal a los ciudadanos más afectados, incluya una logística eficiente de vacunación, señala el investigador del CEEY.
Para empujar la recuperación económica, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se ha enfocado en establecer programas de apoyo al ingreso de las familias más afectadas, inversión en infraestructura en proyectos insignia del gobierno y el intercambio comercial que se genere a través del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
“Los resultados del T-MEC son buenos y los podemos ver ahorita, pero sólo es un mecanismo, para que funcione Estados Unidos debe de crecer y la economía de México se debe reactivar, pero también se tienen que aprovechar los cambios que hay en el T-MEC como los de mayor contenido regional, se requiere producir más en América del Norte y sobre todo en México, para ello se tiene que atraer inversión de capital de otros lados del mundo para fabricar lo que hoy compramos en otros lugares del mundo, además de la necesidad de una infraestructura industrial moderna”, advierte José Luis de la Cruz Gallegos, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).