Fobaproa: la deuda heredada
Con el paso de los años, las cuentas del fraude del siglo se han vuelto imposibles de pagar y las nuevas generaciones están destinadas a solventar este gasto sin importar las consecuencias
Viviana BranAl menos cuatro generaciones están involucradas. Más de 50 años deberán pasar para que los mexicanos puedan saldar un adeudo que no les corresponde. Los padres de los millennials están a punto de dejarles la deuda pública del Fondo de Protección al Ahorro (Fobaproa), que se generó hace casi 20 años.
Pronto, los centennials (niños que nacieron a partir del 2000), mejor conocidos como los hijos de la tecnología por sus habilidades digitales, también heredarán la pesada carga que arrastra el país.
En la actualidad, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) asegura que el nivel de endeudamiento por intereses que se generaron con el Fobaproa, alcanzó los dos billones de pesos, y aunque se le destinen cada año de entre 30 y 50 mil millones de pesos, no es suficiente para que la deuda baje, pues esa cantidad, muchas veces, solo alcanza para cubrir los intereses.
Los mexicanos pagan con sus impuestos la deuda de los banqueros, a quienes se rescató con el dinero del Fobaproa. La mayoría de los jóvenes de entre 18 y 35 años están endeudados de algo que desconocen, además de eso, se enfrentan a un futuro poco alentador, pues la oferta laboral actual no les permite tener acceso a un buen salario, prestaciones de ley, vivienda, e incluso a una jubilación digna.
Los que han corrido con la suerte y al mismo tiempo no, de estar bajo un régimen de asalariado, se ven afectados cuando las empresas les quitan una parte proporcional de su sueldo para destinarlo a impuestos, mismos que son declarados ante el Servicio de Administración Tributaria (SAT), el cual separa una parte proporcional para depositarlo a los bancos que originaron la deuda.
Luis Miguel Labardini, socio en Marcos y Asociados, despacho de consultoría, asegura que el efecto de esta deuda en los millennials y centennials, esta relacionado al presupuesto de 50 mil millones de pesos que la Federación destina cada año a cubrirla, ya que dicha cifra podría destinarse a programas que ayuden a satisfacer sus necesidades.
Aproximadamente 41.2 por ciento de la población joven no cuenta con ningún tipo de prestaciones de ley de acuerdo con el último informe del Coneval.
“Por eso el presidente es tan crítico con este tema, en el presupuesto hay un renglón que dice pago de intereses del Fobaproa con millones de pesos. Es una deuda con la que los millennials nacieron y que van a tener que pagar, según cálculos, hasta el año 2070”, detalla Labardini.
El origen del fraude del Fobaproa
Las heridas de México son profundas y siguen latentes. No importa cuántos sexenios pasen, ni cuántos presidentes intenten cambiar la situación, algunas de sus dolencias parecen imposibles de sanar. Para el territorio azteca el tiempo no lo cura todo.
La fecha, 1990, marcada como origen de todos los males. En la administración del expresidente Carlos Salinas de Gortari se creo el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), con la intención de tender una red de seguridad para el país en caso de una crisis económica.
Aunque las malas noticias, como tal, no llegaron en esos años, la venta de 18 bancos a la iniciativa privada, serían el anzuelo que pronosticaba un futuro endeudado y poco esperanzador. Para 1993, de las 1115 empresas estatales que había en ese entonces, solo 213 quedaron en manos del gobierno.
En diciembre de 1994, una crisis financiera internacional sacudió la frágil estabilidad del territorio mexicano, lo que causó fugas de capitales y una devaluación en el peso que hizo caer la economía mexicana 6.2 por ciento como no había sucedido desde 1932.
La situación era tan crítica que el expresidente Ernesto Zedillo optó por rescatar a un grupo de empresarios y banqueros selectos con los recursos públicos del Fobaproa, dejando de lado a la gran mayoría de los mexicanos.
Al final de su sexenio se fue sin cumplir su palabra, ya que afirmó que el rescate bancario costaría 180 mil millones de pesos, de los cuales, con el paso del tiempo, solo generaron más de 600 mil millones de pesos en intereses.
En el Fobaproa había 1325 medianos y grandes deudores con créditos que rebasaban los 20 millones de pesos, como es el caso de Aeroméxico, Mexicana, Grupo Lomelí, Estrella Blanca, el club de futbol Monterrey, Taesa, hoteles Camino Real, entre otros.
Más de 600 créditos fueron otorgados a empresarios, figuras de poder y a algunos banqueros, los cuales representaban más de 55 por ciento de la deuda total que cubría el fondo, esto se tradujo en una creación de fortunas rápidas protegidas por figuras clave de poder.
El Fobaproa generó una carga adicional a las finanzas del país. El saldo histórico de los requerimientos del sector público al cierre del sexenio de Ernesto Zedillo, se ubicó en 2.51 billones de pesos, que corresponde a 30.64 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Sin embargo, con el paso de los años la cifra escaló a niveles preocupantes, al grado de que cuando Enrique Peña Nieto dejó la presidencia el país, ya se tenía un endeudamiento de 10.55 billones de pesos, el equivalente a 44.81 por ciento de la proporción de PIB.
Tras la llegada de la Cuarta Transformación a Palacio Nacional, el saldo al primer trimestre de 2019, se redujo a 42.30 por ciento del PIB, ubicándolo en 10.52 billones de pesos.
Luis Miguel Labardini comparte que a pesar de que este hecho originó una gran deuda en el país, la decisión de utilizar el Fobaproa para salvar la economía, fue acertada, insiste en que el problema se suscitó cuando muchos de los empresarios abusaron del gobierno al meter sus deudas para que ellos las liquidaran.