La nueva economía de Silicon Valley está cambiando la manera de hacer las cosas en el mundo: Facebook irrumpió el modelo de negocios de las compañías de medios, Uber está acabando con los monopolios de taxis urbanos en las principales ciudades del mundo, Airbnb representa el principal reto para las cadenas hoteleras y Netflix ha redefinido las relaciones entre los productores de contenido y su principal canal de transmisión, la televisión.
Sin embargo, una industria en particular ha quedado rezagada de esta revolución tecnológica: el sector financiero.
La lección más importante que dejó la crisis global del 2008 fue entender el papel que juegan y el riesgo que implican las grandes instituciones financieras para la economía global.
Los grandes bancos mantienen el control sobre los servicios financieros que son primordiales para el crecimiento económico: los sistemas de pago, la intermediación (empatar a ahorradores con agentes que necesitan capital), así como el aseguramiento.
No obstante, el surgimiento de nuevas empresas tecnológicas de servicios financieros, conocidas como FinTechs, representa un incentivo para que la industria cambie para siempre.
Disrupción en camino
Esto ha sido reconocido ampliamente por los jugadores tradicionales. Recientemente, el editor del portal Bloomberg realizó una entrevista a Jamie Dimon, el director ejecutivo de JPMorgan Chase, el banco estadounidense más grande por el valor de sus activos.
La entrevista se titula “¿Quién es dueño del futuro?”, en relación a las implicaciones que supone el ascenso de las FinTechs para el modelo de negocios de los bancos. Dimon es categórico: “Silicon Valley quiere una parte de nuestro negocio. Creen que tienen una ventana de oportunidad”.
Efectivamente, Silicon Valley ya está ganando terreno. El negocio de las FinTechs ha crecido exponencialmente, sobre todo en los últimos dos años.
La consultora Accenture calcula que en el 2014 estas empresas recibieron un total de inversiones de 12.21 mil millones de dólares. La cifra representa un avance respecto a los 4 mil millones de dólares recibidos el año anterior. Goldman Sachs estima que los ingresos totales de la industria FinTech alcanzan los 4.7 billones de dólares.
La magnitud del negocio es tal que dos empresas del sector, Lending Club y On Deck, ya realizaron su oferta pública inicial en el mercado de valores.
Por otra parte, las transferencias trimestrales de Venmo, otra FinTech, ya superan los mil millones de dólares, lo que pone en perspectiva la dimensión de las operaciones de estos nuevos jugadores.
Cambios estructurales
Aunque Jamie Dimon insiste en que hay ciertos servicios que hacen indispensables a los grandes bancos, las FinTech significan un cambio que incentiva a los bancos a volverse más competitivos y tecnológicamente orientados.
Actualmente, el modelo de negocios de los bancos tradicionales implica que gran parte de los ingresos derivan de las ganancias de capital de sus activos. Es decir, las ganancias más cuantiosas parten de las extracciones de renta y no de la provisión de servicios a la base más amplia de su clientela.
Además, la crítica recurrente que enfrenta la banca tradicional es su falta de capacidad para ampliar el acceso a servicios financieros a gran parte de la población, particularmente en países en desarrollo.
El abaratamiento de las tecnologías de información y del servicio de telecomunicaciones abren una nueva oportunidad para que las FinTech atiendan ese mercado.
Otro cambio crucial que están impulsando las FinTechs es la descentralización de las cuentas bancarias hacia bases de datos compartidas directamente entre usuarios. Las aplicaciones tecnológicas de sistemas de pagos buscan acabar con los costos generados por la intermediación de los bancos.
Las FinTechs presentan una estructura de costos mucho menos onerosa que la de los bancos tradicionales debido a que utilizan modelos de financiamiento como las redes de pares (peer-to-peer lending) y el crowdfunding.
El hecho de que los inversionistas se conecten directamente con quiénes necesitan capital minimiza riesgos y costos.
El riesgo se reduce porque quién analiza el perfil crediticio del prestatario es directamente el usuario, quién cuenta con todos los incentivos para asegurarse de que su inversión será repagada. El uso de una amplia base de datos mejora la información disponible para asesorar el riesgo de una manera más específica. Se puede hacer un análisis caso por caso, lo que minimiza la incertidumbre .
En cambio, los bancos incurren en distintos procesos de intermediación que van desde lo tradicional, en el que aceptan depósitos que se convierten en créditos de largo plazo, hasta complejos experimentos financieros. En la crisis del 2008 se volvió claro cómo se transmitió el riesgo a través de la cadena de bursatilización de activos.
En ese sentido, las FinTechs cuentan con menos costos porque su única tarea es la de conectar a los usuarios mediante sus sistemas de información.