Si el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) llega a su fin, el litro del combustible en México se dispararía a un nivel de entre 19.50 y 21 pesos, desde los 17.65 pesos en que se cotiza en la actualidad la Magna; 19.21 la Premium y 18.75 el Diésel.
La razón principal del aumento sería porque México tiene una elevada dependencia de gasolinas importadas con Estados Unidos.
A inicios de este año, nuestro país aumentó su dependencia con el mercado estadounidense a 75 por ciento, ya que las refinerías nacionales han reducido en un 50 por ciento sus volúmenes de producción.
El reporte operativo de Petróleos Mexicanos (Pemex) muestra que en enero se compraron un promedio de 899 mil 800 barriles de petrolíferos, de los cuales 64 por ciento fueron de gasolinas.
Al 20 de marzo de 2018 están vigentes 332 permisos de importación de hidrocarburos, 457 de diésel, 104 de gas LP y se tienen 78 permisos de importación de turbosina, de acuerdo con datos de la Secretaría de Energía (Sener).
“México está expuesto en este momento, ya que no es autosuficiente. Si el TLCAN termina el precio de la gasolina se dispararía por la dependencia energética que tenemos con Estados Unidos”, asegura Ramsés Pech, director general de Caraiva y Asociados.
Para el analista, el sector energético sería uno de los mayores perdedores por todos los productos refinados; las empresas involucradas; la tecnología que se desarrolla así como las licitaciones y contratos que se han logrado.
Pese a que el mercado de las gasolinas quedó liberado en todo el país a finales del año pasado y hoy existen 40 marcas que compiten de frente con Petróleos Mexicanos (Pemex), el precio de los combustibles ha aumentado casi dos pesos en el último año, de acuerdo cifras de la Comisión Reguladora de Energía (CRE).
Hoy, nuestro país se ubica en la octava posición de los países de América Latina con la gasolina más cara. Hasta la última semana de marzo, el litro del combustible llegó a los 19.77 pesos, muestra un estudio elaborado por la plataforma Global Petrol Prices, que da seguimiento a los precios de energéticos en más de 150 países.
Las gasolinas en México se encuentran en su peor momento, advierten especialistas y la apertura del mercado tras la reforma energética no ha ayudado a que los mexicanos perciban un beneficio para sus bolsillos.
“En cuanto a gasolinas se refiere, tenemos todas las de perder”, asegura el director general de Caraiva y Asociados.
El analista de la industria energética explica que en 1994 cuando entró en vigor el TLCAN, los tres países que lo integran decidieron no incluir un capítulo sobre energía debido a que en ese entonces Estados Unidos no era autosuficiente. Sin embargo, hoy la economía más poderosa del mundo tiene la sartén por el mango.
Las cifras no mienten. El año pasado, México le vendió a su principal socio comercial 11 mil millones de dólares de crudo, según cifras de Sener. No obstante, Estados Unidos nos vendió en combustible (gasolina, diésel y gas LP) casi 23 mil millones de dólares.
Pech detalla que el gobierno mexicano está expuesto porque no tiene un plan para definir cómo cubrirá el tema energético en un lapso a 30 años. “El problema que tiene el país es que debe pensar cómo deberá dejar de depender del mercado internacional. Al menos en los próximos años estará atado de manos y no podrá hacer nada”, agrega.
Prueba de ello es que en la actualidad, la segunda mayor economía de América Latina produce 1.95 millones de barriles diarios, de los cuales 900 mil se van a las refinerías y el resto se exporta.
Energía, el tema incómodo
Durante las renegociaciones del TLCAN, México, Canadá y Estados Unidos acordaron incluir un capítulo de energía con la finalidad de atraer inversiones al sector. Esta iniciativa es una propuesta nueva, ya que el acuerdo original no incluye este apartado.
“Sentimos que esta es la manera en que podemos redondear y consolidar todo lo de la Reforma Energética de México. Ese capítulo nos puede ayudar para que queden muy bien las definiciones que no están en el TLCAN actual”, dijo Eugenio Salinas, secretario técnico del Cuarto de Junto del sector privado mexicano, en el marco de la séptima ronda que se realizó en la Ciudad de México.
Aunque el tema se ha discutido entre los equipos negociadores de los tres países, la realidad es que, al menos por ahora, se ha hablado poco del tema.
Al respecto, Ramsés Pech asegura que el principal problema es que el capítulo no tiene un propósito específico.
Por el contrario, la iniciativa privada se ha mostrado optimista con la inclusión de este apartado en el TLCAN. Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), ha sido uno de los que más ha mostrado su intención para que avance en las próximas discusiones.
“El cierre de ese capítulo será un paso más hacia la modernización del TLCAN, ya que impulsará un marco regulatorio homogéneo y más eficiente lo que, sin duda, contribuirá a dar certeza jurídica a la inversión”, manifestó Castañón en un posicionamiento oficial.
Por su parte, Luis Miguel Labardini-Deveaux, socio en Marcos y Asociados, Infraestructura y Energía S.C., considera que el capítulo puede ayudar a consolidar al sector energético nacional al aprovechar las ventajas que ofrecen sus socios.
“México puede aprovechar la experiencia de las empresas estadounidenses en materia de exploración y producción. Necesitamos que evolucione el mercado entre proveedores y contratistas, pues, durante décadas nos acostumbramos a trabajar sólo con Pemex”, detalla.
EU se daría un balazo en el pie
Aún cuando el riesgo de que el precio de la gasolina se dispare en caso de que el TLCAN termine, Estados Unidos afectaría su propia economía al ponerle fin al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ya que México representa un jugoso negocio en lo que a la exportación de sus hidrocarburos se refiere.
Hasta el final de enero de este año, la balanza comercial de productos petroleros que el país sostenía con el vecino del norte alcanzaba un saldo negativo de mil 547 millones 789 mil dólares, lo que representa 3.1 por ciento más frente al mismo mes de 2017, de acuerdo al Inegi.
“De cancelarse el Tratado de Libre comercio, los que saldrían más afectados serían los propios productores americanos, ya que tienen en el país un mercado muy grande y no lo dejarían perder. Tanto así que yo veo que el déficit mexicano es una carta fuerte para ser jugada por nuestro país en la renegociación, ya que el monto de importaciones que le hacemos es muy grande”, explica Arturo Carranza, especialista en temas energéticos del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
Ante el panorama de aprobarse el TLCAN en este aspecto, podría traer un flujo de inversión más grande y de mayor rapidez para México.
“En dado caso que no se cancelara el Tratado, esto podría traer certidumbre jurídica, y esto se traduce en generar facilidades para inversiones y esto llevaría a mayores incentivos para nuevas inversiones a un ritmo más rápido”, agrega Carranza.
Mientras que, Ramsés Pech, comenta que para las refinerías americanas tener a México como socio representa un muy buen negocio, y por lo tanto, no lo van a dejar perder ante una posible cancelación.
Cabe señalar que durante la negociación del Tratado llevada a cabo en 1994, no se tocó este punto, porque la industria de los energéticos era un monopolio, lo que significaba que estaba cerrada constitucionalmente y no permitía la participación de entidades privadas, por lo que fue un sector que permaneció sin ser tratado.