Ante el arribo y permanencia de la emergencia sanitaria por el virus SARS-CoV-2, diversas industrias han registrado un marcado crecimiento, como la de los bioplásticos, que incluye a los productos de plástico biodegradables y compostables.
Los gobiernos de distintas partes del mundo han tratado de incentivar alternativas para poder dar solución a la alta demanda de productos de empaque y embalaje.
“Un problema que está muy ceñido con el del cambio climático”, de acuerdo con José Ignacio Parada, CEO de la empresa chilena BioElements, también especialista en economía circular.
“El tema de los productos biodegradables en cuanto a la pandemia, toma una importancia relevante porque se han hecho más visibles, lo que es muy positivo y obliga, tanto a gobiernos como a empresas, a innovar para brindar soluciones que realmente den cabida a las realidades actuales.
“Esta es una cuestión que va mucho más allá de un país en particular, y, más allá de los países, de las distintas empresas, que saben que tienen que hacer un cambio en la forma en la cual empacan y envasan sus productos para poder llegar a los consumidores en una forma más sostenible en el tiempo”, expresa.
Agrega que, cada vez más, se ha observado cómo los empresarios están en busca de alternativas de empaque y embalaje para cumplir sus objetivos de sostenibilidad, lograr que su proyecto tenga cabida en el tiempo y sea exitoso: “El éxito tiene que empezar a medirse no solo en el balance o en la cantidad de dinero que ganaste, sino cómo impactaste positivamente en tu comunidad y en el medio ambiente”.
Panorama mexicano de los biodegradables
Sobre la situación en México, Ignacio Parada reconoce la labor de los Congresos locales en cuanto a la implementación de medidas que incentiven el uso de alternativas a los productos convencionales, y refiere la aprobación, en noviembre pasado, de la Ley General de Economía Circular por el Senado de la República, que tiene por objetivo promover la eficiencia en el uso de los productos, servicios, materiales, energía, agua, materias primas secundarias y subproductos a través de la producción limpia, la reutilización, el reciclaje y el rediseño.
No obstante, esta iniciativa forma parte de los pendientes a analizar en la Cámara de Diputados.
El panorama no luce tan alentador para Susana Hernández, gerente técnica de la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (ANIPAC), quien destaca que México no es considerado un país que fabrique materia prima de este tipo.
“De acuerdo con la asociación European Bioplastics, el desarrollo de las capacidades de producción está en Asia y le sigue Europa, después América del Norte y finalmente América del sur.
“Por lo que la exportación de estos materiales para México es dada mayoritariamente por Asia, encareciendo la materia prima hasta ocho veces más que de un material convencional, e impactando en la huella ambiental por ser productos traídos desde aquel continente”, explica.
En este sentido, asegura que aunque la investigación nacional ha dado pasos importantes para la fabricación de materias primas biodegradables, aún se encuentran en prototipos o son producciones muy limitadas como para en ser llevadas a grandes escalas y dar un abasto a lo que se requiere a nivel nacional.
Importancia de la regulación
La industria del plástico tiene un rol importante en la economía nacional al generar 2.8 por ciento del Producto Interno Bruto manufacturero, según cifras de la ANIPAC, que señala que, en los últimos años, la industria del plástico se ha comprometido a pasar de un modelo lineal (producir, consumir y desechar), a un modelo circular en el que, a lo largo de vida de los productos plásticos, mantenga su valor el mayor tiempo posible.
De este modo, se creó el “Acuerdo Nacional para la Nueva Economía del Plástico en México” en el que la industria, sociedad y Gobierno se comprometieron a emprender acciones encaminadas a lograr una verdadera economía circular en el país.
El documento establece que la industria debe, entre otras cosas, usar contenido reciclado, tener una tasa de acopio y producir envases 100 por ciento reciclables, reutilizables, compostables o aprovechables.
Pese a esto y a que existen instrumentos como la Ley General de Equilibrio y Protección al Ambiente, y la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, falta una mejor homologación normativa para impulsar la industria nacional y evitar que se dé pie a fenómenos como el “greenwashing”, un término que describe las malas prácticas de algunas empresas que presentan productos como sustentables, pese a no serlo.
“Ha sido consecuencia de la descontrolada ‘regulación’ dada por algunos de los estados, ya que fue advertido que no se contaba con este tipo de productos biodegradables, a la entrada en vigor de las restricciones de plásticos.
Cabe mencionar que 20 de las 32 entidades federativas tienen restringido el uso de plásticos de un solo uso, entre ellos, Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Chihuahua, Guerrero, Sonora, Durango, Tamaulipas, Veracruz y San Luis Potosí.
Además, Jalisco, Nayarit, Nuevo León, Quintana Roo, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tlaxcala, Hidalgo y la Ciudad de México han modificado sus legislaciones para prohibir o regular el uso de bolsas de plástico, popotes o artículos de unicel.
“Los tiempos de transición deben considerar si existen productos nacionales o si serán de exportación, si existe infraestructura para asegurarse de que cumplen la regulación, como es la existencia de una norma, laboratorios de pruebas, organismo de certificación, y sobre su deposición.
“Un producto biodegradable debe contar con las condiciones de temperatura y humedad para que realmente se degraden; de lo contrario, será solo un producto caro descartado en tiraderos o en el ambiente”, afirma Susana Hernández.
Finalmente, subraya que cambiar los productos convencionales a biodegradables no solo se trata de un cambio en materias primas y en cambios de los procesos de fabricación, sino también en la educación para el consumidor. “El tema cultural, de educación y concientización van de la mano”.