Esperanza para Haití

En los países del Caribe, conocidos por todo el mundo por sus aguas cristalinas y cálidos climas, aproximadamente 2.2 millones de trabajos dependen directamente del turismo.

Esta industria representa en la actualidad el 14.2 por ciento del PIB de la región, y se espera que reounte y agregue 2.7 millones de empleos para el 2021.

Eduardo Flores Eduardo Flores Publicado el
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En los países del Caribe, conocidos por todo el mundo por sus aguas cristalinas y cálidos climas, aproximadamente 2.2 millones de trabajos dependen directamente del turismo.

Esta industria representa en la actualidad el 14.2 por ciento del PIB de la región, y se espera que reounte y agregue 2.7 millones de empleos para el 2021.

Sin embargo, no todos gozan de los frutos de la industria de la misma manera. Por ejemplo, mientras Puerto Rico, Bahamas y Jamaica esperan crecimientos importantes, en la República Dominicana se espera sólo un 1 por ciento más de visitantes en los próximos años.

Su vecino, el pequeño Haití, devastado hace algunos años por un fuerte terremoto, busca aprovechar la coyuntura única para quedarse con el turismo de la isla que comparten, La Española.

Algunos pronunciamientos del primer ministro de Haití, Laurent Lamothe sobre el tema, así como una visita a la isla por la Fundación Clinton y una conferencia en Washington D.C. dan testimonio a las esperanzas del país en la industria.

Pasos necesarios

Escribiendo en el Blog del Centro para Estudios Internacionales y Estratégicos, una institución de investigación en Washington, Anton Edmunds, explica que el surgimiento de Haití como potencia turística es posible y deseable.

Sin embargo, que esto sea posible, depende, en el corto plazo, de los continuos esfuerzos del gobierno para atraer a los grandes grupos de hoteles a la isla, como Marriot o Best Western.

En épocas pasadas, arreglos parecidos ya se han logrado, como por ejemplo la zona de Labadie, donde llegan cruceros de Royal Caribbean.

Pero una transformación de la magnitud que el país necesita podría ir justamente en contra de los intereses de los más pobres, al menos en el corto plazo.

Para conquistar a los turistas europeos y estadounidenses, que al final del día son los que más gastan, se necesitan estándares más estrictos de seguridad e higiene.

Y para lograr esos estándares se necesita capacitar a cientos de miles de personas en la industria.

Una vez asentados los hoteles más grandes, las personas que no tuvieron oportunidad de acceder a la capacitación se encontrarán sin empleo, pues la industria turística se habrá transformado a una de mayor valor agregado.

Por lo tanto, el trabajo del gobierno es doble: deben asegurarse de traer lo más pronto posible a grandes marcas, con el fin de captar el mercado emergente del turismo, pero también hacer la transición hacia la nueva economía de la manera menos dolorosa para la población local.

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