La crisis de abastecimiento de semiconductores o microchips que se detonó a nivel global con la pandemia de Covid-19, está generando una reconfiguración geográfica de esa industria que puede traerle oportunidades importantes a México, y particularmente propicias para fortalecer su participación en esa cadena de producción.
El desabasto de estos insumos ha suscitado una suerte de guerra entre las potencias del mundo en su búsqueda por aumentar significativamente la producción de estos aditamentos en sus propios territorios, de acuerdo con el reporte titulado “México y la cadena de valor de los semiconductores: Oportunidades de cara al nuevo escenario global”, que publicó el Banco Interamericano de Desarrollo.
“Estos acontecimientos han profundizado la vulnerabilidad de la cadena, que ya venía presentando problemas desde antes de la pandemia, y levantado alertas sobre la necesidad de dotarla de mayor resiliencia”.
Así como sucede con la “autosuficiencia alimentaria”, ahora los países de mayor desarrollo económico están pretendiendo volverse autónomos en la producción de microchips.
“La fuerte intervención pública, incluso en países no intervencionistas como Estados Unidos, responde no tanto a factores tecnológicos y económicos sino más bien de carácter geopolítico, donde muchos países declaran perseguir un objetivo de autoabastecimiento de semiconductores, aun cuando ello es técnicamente imposible”.
Los problemas para obtener los chips impactarán, por ejemplo, a la industria automotriz con pérdidas de hasta 110 mil millones de dólares al concluir el 2021, de acuerdo con cálculos de la consultora AlixPartners.
El nuevo polo de los microchips
De acuerdo con el reporte, México no tiene condiciones aptas para competir en el eslabón conocido como frontend (la fase de fabricación), pero sí en otros en los que inclusive puede convertirse en todo un “polo”, así sucede con el llamado backend, en el que los chips son testeados masivamente y empacados para su entrega.
En ese sentido, el país tiene la capacidad de reforzar los mecanismos de coordinación estratégica con Estados Unidos “dado que la mayor capacidad de producción frontend en ese país puede abrir oportunidades de proveeduría de bienes y servicios conexos. México también puede apuntar a desarrollar eslabones de la cadena donde ya tiene alguna presencia, como el diseño y backend”.
La meta sería, entonces, que México aumente su participación en la fase de backend, para satisfacer la demanda de proveeduría que generará Estados Unidos cuando incremente sus actividades de frontend.
Entre las inversiones necesarias para incrementar su participación en esta cadena de valor, México tendría que invertir alrededor de cinco mil millones de dólares en una fábrica estándar con una tecnología avanzada en circuitos analógicos y 20 mil millones de dólares en circuitos digitales de memoria, incluyendo el valor de la tierra, el edificado y el equipamiento.