Un nuevo estudio publicado recientemente acusa de tráfico de influencias al Banco Mundial con algunas multinacionales, lo cual se suma a la caída de su economista en jefe por sus comentarios sobre el informe de competitividad de Chile.
El análisis presentado en The Journal of Politics por los politólogos Rabia Malik y Randall Stone explica que no todas las empresas que trabajan con el Banco Mundial están en igualdad de condiciones debido a su influencia política en la institución, de tal manera que las multinacionales de Estados Unidos y de Japón tienen más probabilidades de obtener préstamos que otras e incluso recibirlos sin siquiera merecerlo.
Los investigadores tomaron como base cuatro mil proyectos del Banco Mundial que fueron aprobados entre 1981 y 2012, donde identificaron que aquellos donde involucra a multinacionales recibieron mayores cantidades de dinero, y en particular de las de origen estadounidense o de Japón, que son dos de los países con mayor influencia en el organismo.
De hecho, entre los países con más poder de voto en el Banco Mundial son Estados Unidos, con una participación de 17.2 por ciento como donante, y Japón, con el 7.4 por ciento. La lista sigue con China, Alemania, Francia, Reino Unido, India, Rusia, Arabia Saudita, Italia.
Randall Stone declaró al portal Quartz que, con base en su investigación sobre la operación interna del Banco Mundial, supone que la forma más posible en que Estados Unidos y Japón influyen en los préstamos es a través de compañías que presionan indirectamente a las dependencias de economía que tienen trato directo con la institución multilateral.
Un ejemplo de cómo opera este tráfico de influencias consiste en que una empresa llama a su representante de distrito donde opera para pedirle ayuda en la autorización del préstamo. Luego el representante distrital le enviará la petición a un contacto en el Departamento del Tesoro de ese país, quien lo pasará al Banco Mundial, citó el medio.
Al respecto, Randall sostuvo que existe tráfico de influencias en el Banco Mundial, pero reconoció que pueden existir otras explicaciones para la diferencia en el gasto.
Cae por escándalo
Este miércoles, sin dar explicaciones, el economista en jefe del Banco Mundial, Paul Romer, renunció a su cargo. No sobrevivió a la tormenta que generó por sus declaraciones sobre el informe de competitividad, Doing Business, relacionado a Chile.
Romer lanzó la bomba el día 12 de este mes, cuando afirmó a The Wall Street Journal, que una serie de cambios metodológicos había castigado el nivel de competitividad de Chile, durante la presidencia de Michelle Bachelet, lo cual pudo haber respondido a motivos políticos.
Sin embargo, por más que trabajó en los días siguientes para matizar sus palabras, no pudo levantarse de este tropiezo de relaciones públicas y truncó su carrera en el organismo internacional.
A raíz del escándalo, la institución encargará una evaluación independiente sobre la metodología del ranking y la obtención de datos para el estudio en relación al caso de Chile.
El informe, que es un termómetro de la competitividad, ha sido cuestionado en repetidas ocasiones, ya que atiende a aspectos regulatorios sin valorar la seguridad, la infraestructura o la corrupción.
Debido a eso, en el 2013, un grupo de trabajo propuso un nuevo título para quitarle el nombre de Doing Business, para así evitar que sea interpretado como un instrumento de influencia política.