Luego de 134 años, Palacio Nacional le da la bienvenida a otro inquilino. En sintonía con las políticas de austeridad, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se mudó a uno de los recintos más emblemáticos de México.
Fue en 2006 cuando el político tabasqueño dejó entrever sus intenciones de habitar Palacio Nacional durante su primera campaña presidencial.
En ese entonces aseguró que habitar este lugar sería un honor, pues seguiría los pasos del expresidente Benito Juárez, quien, desde su perspectiva, es el mejor gobernante en la historia del país.
El Benemérito de las Américas vivió los últimos años de su vida en el sitio y desde ahí se dedicó a atender los asuntos del Estado, acción que replicará AMLO.
Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente, y su hijo menor Jesús Ernesto vivirán con el mandatario lo que resta del sexenio en un departamento que se construyó dentro del recinto durante el gobierno del expresidente Felipe Calderón.
Residir en un palacio que fue habitado por virreyes podría representar un lujo por los gastos que implica, sin embargo, para el presidente significa un espacio que respaldará su modelo de austeridad porque no se construirá nada nuevo y solo se utilizarán los recursos existentes.
Harim B. Gutiérrez, profesor del Departamento de Política y Cultura de la UAM Xochimilco, asegura que al ocupar la sede del mayor poder político en México el mandatario intenta legitimarse, además insiste en que lugares con gran reputación son la cuna del poder, por eso las figuras más poderosas de la historia se han relacionado con lujosas edificaciones.
“Vivir en ese departamento no representará un mayor gasto del que se tenía en Los Pinos. La ventaja de esta decisión es que el presidente además de ser congruente con su política de austeridad estará más cercano a la realidad que vive el país. Siempre resulta más barato que viva y trabaje en el mismo lugar”, detalla el académico.
Tiempo para comprobar
Ningún cambio al principio es fácil, solo el tiempo dará la razón de si algo funciona o no, mientras tanto, especialistas aseguran que esta decisión podría generar en el corto plazo gastos extra relacionados a las medidas de seguridad dentro y fuera del inmueble, pues mientras el presidente habite ahí se encontrará bajo una situación de constante riesgo.
En la víspera del cambio de residencia, diversas áreas del recinto han sido restringidas a los más de 700 visitantes que se reciben al día. Los vigilantes del espacio argumentan que los cierres son por remodelación.
No obstante, la incertidumbre entre los más de 900 trabajadores de la Secretaría de Hacienda aumenta conforme pasan los días, pues de acuerdo con información de los colaboradores la llegada de la familia, hará que desalojen a 200 empleados, sin que hasta ahora se sepa a dónde serán reubicados.
La mudanza del mandatario también podría afectar las zonas aledañas al edificio, debido a que el precio de la vivienda y la renta podrían aumentar por la euforia de ser vecinos del tabasqueño.
En el último año, la plusvalía en esta zona en el segmento de los departamentos fue de 12.96 por ciento, pasando de los 16 mil 37 pesos por metro cuadrado a los 18 mil 115 pesos. Las rentas tuvieron un incremento y en promedio se paga entre ocho mil y 15 mil pesos al mes. Y las cifras podrían ir en aumento por la llegada del ejecutivo.
Costo del poder, Los Pinos y Palacio Nacional
Vivir en Los Pinos significaba un desembolso de recursos masivo. Al final del sexenio pasado, la Presidencia de la República reportó casi mil contratos con más de 400 proveedores para la adquisición de bienes y servicios. Entre los rubros más cuantiosos se encontraron seguros patrimoniales y de vida, servicios de telecomunicaciones, gastos de oficina, adquisición de equipo de cómputo, encuestas y asesorías
El total sumó cuatro mil 418 millones de pesos, cantidad equivalente al presupuesto que se destinó para la reconstrucción de escuelas dañadas en los sismos de septiembre de 2017.
López Obrador quiso acabar con la cadena de gastos al mudarse. El Palacio Nacional y Los Pinos también tienen un valor, el cual oscila entre los tres mil y los dos mil millones de pesos, de acuerdo con información de la Presidencia.
César Salazar, investigador del Instituto de Investigaciones económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), asegura que Palacio Nacional se debe valorar por la riqueza cultural e histórica que alberga dentro y fuera.