China es una potencia económica con ambiciones globales evidentes. La segunda mayor economía del mundo ha creado una legión de compañías multinacionales respaldadas por el Estado, que buscan controlar las cadenas de valor de sectores que van desde la energía hasta el desarrollo de tecnología de última generación.
La estrategia para consolidar este control está basada en una agresiva oleada de fusiones y adquisiciones alrededor del mundo. En la última década, el ritmo con el que las compañías multinacionales chinas han comprado empresas en Estados Unidos, Europa, Asia y América Latina se ha incrementado sustancialmente. En el 2016, el monto total de estas operaciones fue de 249 mil millones de dólares, una cifra récord. En el 2006, este monto fue de apenas 22.6 mil millones de dólares.
Esta tendencia tiene su origen en la intención de las autoridades de política económica de China de integrar verticalmente las industrias de lo que se denomina como su “vieja economía”: se compraron minas de hierro en Australia, minas de cobre en África y empresas energéticas en Canadá para dar servicio a la industria pesada en la que estaba basada la economía china en la década pasada.
Ahora, la política económica china busca transitar desde un enfoque de inversión y exportaciones de bajo valor agregado a un modelo sustentado en el consumo interno y en el desarrollo de liderazgo tecnológico. Esto ha propiciado un cambio en el perfil de las adquisiciones de parte de empresas chinas. Los casos más mediáticos incluyen la compra de los dos equipos emblemáticos de fútbol de Milán, Italia; así como la adquisición del estudio cinematográfico estadounidense Legendary en una operación de 3.5 mil millones de dólares.
Los sectores tecnológico, de propiedades y financiero se han vuelto una prioridad para el modelo de desarrollo chino. El crecimiento en el perfil y en el monto de las adquisiciones de firmas internacionales de estas industrias en los últimos años es notable. De manera conjunta, se han realizado compras por más de 192.4 mil millones de dólares en estos sectores en la última década. En éstas se incluye la adquisición de la unidad de servidores de IBM y el portafolio hotelero de la firma Starwood Capital.
En América Latina, la huella de inversión de China es más evidente en Brasil. Sin embargo, la mayor adquisición en la región se realizó en las Islas Caimán. Se compró una entidad privada conocida como Alpha Frontier Ltd por 5.5 mil millones de dólares.
El creciente activismo de las empresas chinas alrededor del mundo ha llamado la atención de los reguladores en Europa y en Estados Unidos. La administración de Barack Obama intensificó los esfuerzos del Comité de Inversión Extranjera para bloquear algunos intentos de adquisición de parte de multinacionales de China. En ocasiones, se citaron argumentos de seguridad nacional para justificar estos bloqueos.
La crítica recurrente de este tipo de operaciones es que el apoyo estatal de las multinacionales chinas pone en desventaja a las empresas europeas y estadounidenses que operan de manera independiente.
En lo que va del año, las multinacionales chinas han realizado 18 operaciones de adquisición, por 33.3 mil millones de dólares. La firma de auditoría y consultoría PwC argumenta que existen todas las condiciones para que la tendencia siga.
Apuesta de largo alcance
Esta semana, el diario Financial Times dio a conocer que ChemChina y Sinochem, dos empresas estatales chinas del sector químico, planean fusionarse, según información de banqueros de inversión cercanos a la operación.
Eso crearía una entidad con ingresos anuales superiores a los 100 mil millones de dólares y con un portafolio con elementos como la compañía italiana de llantas Prielli, que fue adquirida por ChemChina hace dos años por 7.7 mil millones de dólares.
El consenso de analistas sugiere que el objetivo de la fusión es brindar fortaleza financiera para que ChemChina pueda consolidar su oferta de adquisición por la firma suiza de agroquímica Syngenta. La transacción está valuada en 43 mil millones de dólares y sería la mayor compra en el exterior de una compañía china en la historia.
¿Y en México?
La oleada de adquisiciones de parte de multinacionales chinas está sustentada en el capitalismo de Estado. La discrecionalidad con la que se opera la política fiscal y monetaria en China permite direccionar recursos públicos a negocios estratégicos globales que satisfacen los objetivos de la política industrial y de desarrollo del gobierno.
En cambio, en México, donde la única empresa del Estado con presencia internacional significativa es Pemex, las posibilidades de expansión global son menores y aisladas.
El más evidente, probablemente, es el de la proyección de América Móvil en Europa y América Latina. Éste es el caso de una empresa que por muchos años actuó como un agente preponderante en el mercado, lo que le permitió generar utilidades extraordinarias que fueron reinvertidas en la compra de empresas del sector de telecomunicaciones en el exterior.
Cemex, otro campeón mexicano de la globalización, ha retraído su operación mundial a través de un programa de desinversión de activos para recuperar el grado de inversión perdido en la crisis global de 2008.
La integración que ha facilitado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte ha ofrecido oportunidades de adquisición y crecimiento para firmas como Arca Continental, Mexichem y Ferromex en Estados Unidos. En otras latitudes, Femsa y Bimbo también son ejemplos de modelos de negocio con escala global.