El riesgo 
de los países emergentes

Los países insignia del crecimiento de las economías emergentes son los denominados BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que en los últimos dos años han entrado en una etapa de disminución en su grado de crecimiento e incluso en una caída del mismo.

Esto pudiera ser normal en cualquier ciclo económico, sin embargo si este se presenta aunado a una turbulencia en los mercados financieros puede generar una nueva crisis económica global.

$14.8
billones de dólares es el valor de PIB combinado de los países del BRICS
Estados Unidos, la economía con cerca del 20 por ciento del PIB mundial, 
no está comprando lo suficiente 
para mantener el ritmo de exportación de los países emergentes 
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Los países insignia del crecimiento de las economías emergentes son los denominados BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que en los últimos dos años han entrado en una etapa de disminución en su grado de crecimiento e incluso en una caída del mismo.

Esto pudiera ser normal en cualquier ciclo económico, sin embargo si este se presenta aunado a una turbulencia en los mercados financieros puede generar una nueva crisis económica global.

La existencia de los países emergentes como instrumento de inversión para los mercados financieros no es ninguna novedad. De hecho el concepto BRIC se acuñó en Goldman Sachs en el 2001, sin Sudáfrica incluido en ese entonces, con la finalidad de empaquetar una selección de países para que sus clientes pudieran invertir y obtener utilidades superiores a las que ganarían con inversiones tradicionales en países desarrollados.

La base para convencer a los inversionistas se sustentaba en la tesis de que estas economías son las que dominarían al mundo en términos de creación de riqueza y que serían las que impulsarían el desarrollo económico del resto del planeta en los siguientes 20 años.

Todo parecía indicar que esto así sucedería, y por cerca de una década los ritmos de crecimiento de cada uno de los cinco promediaron rendimientos accionarios cercanos al 20 por ciento anual entre el 2003 y el 2010, comparados contra el 4.4 por ciento del S&P 500, el principal indicador de la bolsa estadounidense, según los mismos analistas de Goldman Sachs.

Sorteando la crisis

Como consecuencia de la crisis financiera iniciada en el 2008, las tasas de interés globales fueron llevadas a los niveles más bajos de la historia moderna, y a esto se le agregó la creación de programas de estímulos económicos en un esfuerzo coordinado por los bancos centrales de los países desarrollados por salir de la crisis financiera y retomar el rumbo del crecimiento de sus economías.

Aun cuando las políticas monetarias no tuvieron los mismos criterios en todas las regiones, el propósito ha sido el mismo: crecer y disminuir el desempleo. 

Sin embargo, esta noble cruzada no es la misma para las grandes firmas financieras. Para ellos el objetivo es más simple, ganar dinero y con ello recuperar las grandes pérdidas ocasionadas por la burbuja inmobiliaria, que estuvo a punto de hacerlos desaparecer (más de uno se perdió en el camino) y recuperar su hegemonía global.

En tan solo tres años las tragedias financieras parecen haber quedado atrás para las grandes firmas bancarias. La mayoría ha pagado el dinero que les prestó el gobierno para evitar su quiebra y hoy despliegan nuevamente sus banderas a la conquista de nuevos mercados o nuevas formas de hacer dinero, pero, ¿qué pasa con las economías emergentes?

Peligroso bache

Los tiempos han cambiado y los pronósticos no se han cumplido. Los problemas están a la vista y la situación en las calles de Brasil así lo señalan. Los crecimientos estimados no se dan y el pueblo no tiene la paciencia para esperarlos. 

Estados Unidos, la economía motor del mundo  con cerca del 20 por ciento del PIB mundial, no está comprando lo suficiente para mantener el ritmo de exportación de los emergentes. 

China, que se posicionó como la número dos y que ha sido la principal causante de la gran demanda de las materias primas y el alto nivel alcanzado en sus precios, se sigue desacelerando, y por ende disminuyendo sus pedidos. 

Japón, tercero en la lista, busca salir de sus propios problemas y no piensa hacerlo comprando a los demás. La Eurozona no logra salir de su crisis y tampoco le preocupa mucho qué les pasa a los demás.

La exportación de bienes a las economías desarrolladas ayudó a los emergentes a disminuir sus déficits comerciales y a crear empleos. Ahora esto no se está dando y no se encuentran alternativas en los consumos internos, por lo que las economías han caído en un bache y no se ve cómo salir de él.

El nuevo ciclo ya comenzó. Para muchos el balazo de salida lo dio Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, ya que desde que introdujo en su discurso el fin del ciclo de estímulos económicos a la economía, los mercados emergentes empezaron a caer con fuerza y a desligarse de la tendencia de los índices de las bolsas estadounidenses. 

El desplome de las monedas, anteriormente fuertes, de las economías en desarrollo ha causado un efecto dominó, formando un gran signo de interrogación. 

México no es excepción

Cuando se creó el concepto de los BRICS se consideró incluir a México, y desde entonces se ha debatido si debería o no formar parte de ellos. Desde que se anunció el triunfo de Enrique Peña Nieto como nuevo presidente, los ojos del mundo financiero se concentraron en el país y las expectativas de cambios y resurgimiento económico fueron los encabezados de los periódicos y revistas especializadas en el tema.

El mismo Jim O’Neill, creador del concepto BRICS, anunció al mundo que la próxima gran potencia sería México. 

Renombradas plumas del periodismo especializado llamaron al país “El Tigre Azteca”, “El Nuevo México”, un país que por fin podría implementar las reformas necesarias para finalmente tomar la posición de liderazgo en la región (misma que se venía perdiendo frente a Brasil) y salir de la mano junto con su principal socio comercial, Estados Unidos, como una mejor alternativa para producir lo que hoy se maquila en China y formar el bloque económico más poderoso de América.

Pero, ¿qué paso? Fundamentalmente nada ha cambiado, solo que la economía real no juega los mismos tiempos que los mercados financieros. 

Toda medida anunciada o incluso llevada a la práctica tiene su tiempo de maduración. Si hay duda, solo hay que preguntar a los japoneses. 

Los economistas mexicanos no han declarado el inicio de la fiesta. El más aventurado estimaba que podríamos alcanzar un 4.0 por ciento de crecimiento en este año, si se daban algunas reformas, pero el vaticinio de que la desaceleración en la economía de Estados Unidos nos afectaría es algo que se pronosticó desde el año anterior. 

No obstante, la marca México como producto financiero obedece a otras circunstancias. El país como destino del dinero que se maneja en los fondos de inversión globales tiene dos componentes: tasa y riesgo, y en ambos casos la calificación del país se mantenía alta y la expectativa de mejora se encontraba por los cielos. 

Esto hizo que al inicio del año el indicador bursátil mexicano, el IPC, alcanzara máximos históricos, mientras que el peso se cotizaba en los mínimos de los últimos cuatro años, el nivel de las reservas tocaba sus récords al alza, y el riesgo país estaba en los niveles más bajos.

Los mariachis callaron…

Como en las canciones con las que los mexicanos lloran los infortunios, la fiesta terminó antes que la diversión. No hay nada en particular contra México, más que el precio de pertenecer al mismo club de los países emergentes. 

México no puede tener un camino diferente a los demás miembros. Para los administradores de fondos globales el país es solo una opción más y cuando se trata de salirse no hay discurso que los detenga, venden y adiós.

Tal vez ahora se recuerden las minutas del Banco de México que anunciaban momentos difíciles. 

Seguramente se pueda reflexionar en la urgencia de realizar las reformas necesarias para ser una economía menos dependiente del exterior y con más bases para fincar un futuro que no sea a criterio de intermediarios financieros.

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