El precio de la incertidumbre
Las entrevistas con empresarios e inversionistas de alto valor consistentemente tienen algo en común: su preocupación con respecto a los políticos.
Y es que la precaria situación fiscal que reina en muchos países avanzados tras una de las peores crisis financieras de la historia pone más presión sobre los políticos para actuar.
Por ejemplo, en Estados Unidos se acerca una calamidad fiscal si republicanos y demócratas mantienen sus posiciones ideológicas extremas.
Eduardo Flores
Las entrevistas con empresarios e inversionistas de alto valor consistentemente tienen algo en común: su preocupación con respecto a los políticos.
Y es que la precaria situación fiscal que reina en muchos países avanzados tras una de las peores crisis financieras de la historia pone más presión sobre los políticos para actuar.
Por ejemplo, en Estados Unidos se acerca una calamidad fiscal si republicanos y demócratas mantienen sus posiciones ideológicas extremas.
El 1 de marzo están programados recortes presupuestales importantes en el área de defensa y programas sociales, principalmente pagos a agricultores.
Los demócratas ya han develado públicamente un plan de 110 mil millones de dólares, pero este incluye aumentos impositivos que ya han rechazado los republicanos anteriormente.
Nada nuevo
El problema con los debates fiscales no es que sucedan, sino que se han estado postergando de manera similar desde hace meses, dejando al productor y consumidor sin idea de lo que sucederá con sus ingresos en el futuro.
Una medición tentativa de ese sentimiento es el índice de incertidumbre política, que es recopilado por un sitio en Internet y ha estado creciendo peligrosamente desde principios del 2008.
El índice busca medir la incertidumbre que las personas comunes leen en las noticias en cuanto a las acciones que sus políticos seguirán en torno a la economía.
Solamente octubre de 2001, tras la caída de las Torres Gemelas, registra una medición más alta.
Otra medición parecida en el mismo sitio que toma en cuenta variables como estimaciones de economistas e impuestos temporales, alcanzó su nivel histórico más alto en agosto de 2011, mes en el que el techo de deuda se debatía en el Congreso de Estados Unidos.
El episodio fue tan incierto que culminó con la reducción de la calificación de la deuda de Estados Unidos, citándose como principal razón las diferencias entre políticos en el Congreso.
Desde entonces, el índice no parece haber retrocedido mucho.
Fuego amigo
Algo similar ha sucedido en Europa, en donde la política puede ser más complicada por la existencia de un parlamento internacional.
El hecho de que la política monetaria además sea administrada por el Banco Central Europeo hace más necesaria la coordinación entre las autoridades.
Y la incertidumbre Europea, manifestada en diversos episodios de manera singular, como la renuncia del primer ministro Georgios Papandreu en Grecia, en noviembre de 2011.
Los índices de incertidumbre de Canadá y China también se sitúan en tendencias alcistas.
Lo paradójico de la situación es que algunos sectores están gozando de una recuperación vigorosa, pero no contratan o expanden operaciones por la incertidumbre respecto a las acciones que tomarán los políticos.
La situación la han bautizado los autores del índice de incertidumbre como “la recuperación Rocky Balboa”, puesto que continúa fuerte a pesar de los muchos golpes sufridos.
Es decir, en ciertas regiones y sectores, especialmente en Estados Unidos donde la recuperación es más general, lo único que parece detener a la economía son los debates en Washington.
Concepto abstracto, problemas reales
La incertidumbre es difícil de medir cuantificablemente, pero sus consecuencias se pueden notar todos los días.
Investigaciones académicas con el indicador de incertidumbre política encuentran que un “shock” de incertidumbre fuerte a la economía propicia una disminución de hasta 2.5 millones de empleos.
Sin duda puede ser difícil distinguir entre los efectos de la incertidumbre y otros relacionados a crisis, puesto que estos se dan en los mismos tiempos, nadie niega que no sea un problema.
En una conferencia reciente en el Tecnológico de Monterrey, el subgobernador del Banco de México, Manuel Sánchez, citó al indicador y a la incertidumbre como uno de los obstáculos más grandes a la recuperación en Estados Unidos.
Y si bien la situación en México parece ir en la otra dirección: los políticos parecen estar cooperando más que nunca, en la economía mundial pesan más las decisiones de Washington.
Una recesión, o incluso ligera desaceleración, tendría efectos importantes en las exportaciones mexicanas.
Es decir, como pocas veces antes, para miles de empresarios mexicanos se ha vuelto cuestión importante de negocios seguir los acontecimientos políticos en Estados Unidos.