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Latinoamérica dejó pasar una oportunidad única para consolidarse como la región emergente de referencia en el mundo. El aumento en el precio de los commodities entre el 2002 y el 2012 estimuló el crecimiento de la región que promedió en el 4.1 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB).
Este boom de exportaciones significó, en la mayoría de los casos, ingresos extraordinarios para los gobiernos latinoamericanos que fueron utilizados para mantener políticas populistas sin visión a largo plazo.
De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la región consiguió apenas un crecimiento de 1.3 por ciento el año pasado, y se espera que en el 2015 sea tan sólo del 0.9 por ciento. Con esto, latinoamérica registra la mayor desaceleración económica entre el resto de las regiones emergentes.
Los especialistas atribuyen el fenómeno al conjunto de malas prácticas económicas que realizan los países latinos. Entre estas destaca la falta de inversión y la baja productividad.
Por ejemplo, la revista The Economist afirma que mientras China invierte alrededor del 9 por ciento de su PIB en infraestructura e India el 6 por ciento, latinoamérica apenas llega a gastar un 3 por ciento.
Por si fuera poco, estas cifras corresponden al periodo en el que la región contaba con un alto flujo de ingresos. Ahora que el futuro demanda austeridad, los países tendrán más obstáculos para realizar este tipo de inversiones.
¿Y México?
Aunque todos los países de la región están sumidos en la mediocridad, algunos destacan por encontrarse en mejores condiciones. México, al igual que Colombia, Chile, Bolivia y Paraguay, gozan de mejores prospectos debido a que han conseguido cierto grado de diversificación económica.
The Economist destaca que en los últimos 15 años, México es el único país que ha conseguido formar una parte importante en la cadena de producción global. Sin embargo, en las últimas dos décadas el sólo ha crecido en promedio 2.4 por ciento anual según el Banco Mundial.
Algunos afirman que los monopolios que controlan diferentes industrias mexicanas son la principal razón de este problema, aunque se espera que las reformas aprobadas en la actual administración sirvan para crear mayor competencia.
Sin embargo, la realidad del país es más compleja. La violencia y la inseguridad siguen siendo la principal preocupación de los inversionistas y la sociedad en general.
Además, la escasa cultura de la legalidad y los altos índices de corrupción complica la operación de empresas formales que deben cargar con el peso de la economía informal.
La raíz del problema
El bajo crecimiento de América Latina, considerado por el consenso de economistas como una condición estructural, es explicado en gran medida por la mediocre productividad de la región.
El Banco Interamericano de Desarrollo explica que la productividad total del capital y el trabajo en Latinoamérica se ha rezagado respecto a otras regiones del mundo. La productividad del continente en términos relativos a Estados Unidos se redujo 25 puntos porcentuales entre 1960 y 2010.
La tendencia se atribuye principalmente a dos factores: los altos índices de informalidad y la política comercial proteccionista que limita la competencia (México es la excepción ya que el país apuesta a la apertura comercial).
En México, alrededor del 60 por ciento de la fuerza laboral se encuentra en la informalidad. Este sector, poco competitivo y de bajos ingresos, es responsable del 25 por ciento del PIB del país.
El crecimiento de un negocio informal es prácticamente imposible ya que no tiene acceso a financiamiento, excluyéndolo del uso de tecnología y capital. Además, dado que el sector informal no paga impuestos, la carga fiscal para las empresas en regla se vuelve mucho más pesada.
La condición de los negocios informales en México no dista mucho de la realidad del resto de América Latina. La típica empresa de la región carece de economías de escala, administración profesional y tecnología de punta. El crecimiento está condenado.
La firma de consultoría McKinsey diagnosticó a las empresas mexicanas con el síndrome de Peter Pan: las firmas evitan la expansión de sus operaciones, generalmente debido al adverso entorno regulatorio y fiscal.
Cambio de parecer
Durante el boom de commodities, China fue una de las principales potencias que apostó al crecimiento de Latinoamérica. No obstante, con el pasar de los años se ha mostrado arrepentida de invertir su dinero en la región:
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