La Organización por la Cooperación y el Desarrollo Económico, cuyos 34 países miembros son los más ricos del mundo, parece tener una mala noticia para sus integrantes: el futuro es de los emergentes.
En un documento que se da a conocer hoy en París, el organismo asegura que mientras el PIB del mundo crecerá en promedio 3 por ciento anual hasta el 2060, se esperan grandes diferencias entre países.
Como predeciría la teoría económica estándar, se espera que los países emergentes, aquellos como México, China e India, aporten la mayoría del crecimiento mundial en los próximos años.
La convergencia se reduciría en medida en que se acercan a los niveles de vida de los países ricos.
Aquello hará que el tamaño relativo, es decir el porcentaje del PIB que representa cada economía dentro del total, cambie considerablemente en el futuro.
Por ejemplo, la suma del PIB chino e indio superará a todos los países miembros del organismo para el 2060, que hoy en día acumulan el 65 por ciento de todo el producto mundial. Pero se espera que tan pronto como el 2012, China sobrepase a la Unión Europea en PIB en términos de poder adquisitivo.
Además, se espera que esta convergencia también se de, aunque en menor medida, en los ingresos promedios por habitante de dichos países. En este sentido México, que en promedio tiene ingresos del 30 por ciento de un estadounidense, verá la brecha reducirse a tan solo la mitad dentro de 50 años.
Población joven, factor determinante
Para obtener estos resultados, el organismo explica que la población tomará un papel primordial, afectando a unos y beneficiando a otros.
Por ejemplo, uno de los obstáculos al crecimiento de muchos países asiáticos, incluyendo China, pero en mayor medida Japón, será su población cada vez más vieja y sus tasas de crecimiento más bajas.
En el otro extremo, el organismo espera que el crecimiento de la población será un factor que empuje el crecimiento de países como México cuyos ciudadanos todavía son jóvenes.
El otro gran factor de avance, según el organismo, será el incremento en la educación, que lleva una clara tendencia a la alza y que agregará valor principalmente a las economías de Turquía, Portugal y Sudáfrica.
De hecho, en línea con esta última tendencia, se asegura en el documento que las mejoras en la productividad serán el factor más importante de crecimiento de las economías hasta el 2060.
Visión prometedora
Otra tesis del organismo es que la tasa de ahorro se mantendrá estable a través del tiempo.
Si bien en la mayoría de los países las tasas de ahorro continuarán bajando por el envejecimiento de la población, esto se verá contrarrestado por las altas tasas de ahorro de los chinos e indios.
Hasta el 2060, se espera que las tasas de ahorro comiencen a disminuir paulatinamente ya que comience a aumentar la edad promedio de estos países.
El pronóstico sin duda es optimista, pero se debe tomar con cautela, pues hay una serie de consideraciones antes de empezar a festejar.
El escenario que pinta la OCDE asume que todos los países tomarán medidas moderadamente adecuadas en el corto y largo plazo para solucionar los problemas de deuda, desempleo y desigualdad que trajo la crisis financiera mundial del 2008, además de los que puedan presentarse en un futuro.
Por ejemplo, la nota asume que los gobiernos incrementarán de manera consistente la edad de retiro para contrarrestar el efecto de que las personas vivirán más tiempo.
Aunque esto es deseable desde el punto de vista económico, ha probado ser increíblemente difícil en la realidad política de muchos países.
Así mismo, la OCDE asume que no habrá grandes catástrofes ambientales en el futuro.
El otro lado de la moneda es que políticas públicas más ambiciosas y mejor implementadas de las consideradas por la simulación de la OCDE podrían, según el organismo, incrementar el PIB por habitante en un promedio de 16 por ciento más.
En pocas palabras, el documento asume mucho, pero al menos es una visión de lo que podría ser el mundo en 50 años. Y es una visión que desde la perspectiva mexicana parece prometedora.