Asumir el compromiso de comprar un auto para darlo de alta en alguna plataforma de transporte privado como Uber o costear las mejoras para arreglar una habitación para alquilarla vía Airbnb puede ser una buena inversión para conseguir dinero.
Esta clase de compañías evolucionaron los servicios de consumo en las ciudades gracias al uso de internet y también descubrieron un nicho de mercado cuando comenzaron a operar. Hoy, a cinco años de distancia de haber arrancado las primeras economías colaborativas (como se les conoce), existe un gran potencial en este modelo, aunque también presenta diferentes desafíos.
Ángel Méndez, especialista de la Facultad de Negocios de la Universidad La Salle, recomienda que antes de firmar un contrato para poner un auto ‘a trabajar’ o pensar en destinar recursos para cualquiera de las plataformas que operan bajo este esquema, es necesario considerar todos los riesgos que conlleva.
“Se tiene que estar dispuesto a asumir los pros y contras de esta inversión, además de ser consciente de que las ganancias tardarán en llegar”, dice Méndez.
Una de las recomendaciones que brinda el académico es que antes de elegir una plataforma o instrumento de inversión se defina cuál es el fin a perseguir. Estos negocios llegaron al mercado a cambiar los esquemas tradicionales de los diferentes países en los que operan, pero después del boom que tuvieron tras su aparición podrían empezar a no ser tan rentables, debido a la sobreoferta que en algún momento tendrán.
“Al principio funcionaron muy bien, pero si empezamos a tener muchos Uber, entonces el negocio tiende a disminuir y se vuelve menos rentable”, opina Méndez.
Evolución del consumo
Las economías colaborativas se impulsan, principalmente, por el internet y abren camino a un negocio que en los últimos años ha cambiado la relación entre quienes ofrecen un producto o servicio y los consumidores que tienen necesidades muy específicas.
“Debemos distinguir dos tipos de modelos de economía colaborativa, no es lo mismo hablar de Blablacar que de Uber o Airbnb. El primero es un trueque, en el que no hay una compensación económica y está exento de cualquier tipo de impuesto. Mientras que Uber y Airbnb son plataformas de alquiler”, explica Raúl Jaime Maestre, director del Master de Blockchain y Fintech en la Escuela de Negocios IEBS Business School.
El académico de la escuela de negocios con sede en Barcelona considera que los modelos que tienen un beneficio económico deben pagar impuestos y rendir cuentas a las haciendas públicas de los países en los que operan.
Por el contrario, el académico de La Salle opina que las economías colaborativas están establecidas bajo un esquema más cercano a las tradicionales cooperativas, por lo tanto estas empresas han externalizado sus costos, es decir que los pasaron a alguien más.
No obstante, estos modelos de negocio adaptados a los hábitos de consumo de las nuevas generaciones también tienen beneficios.
Por principio, simplifican las cadenas de proveeduría al eliminar intermediarios que, en ocasiones, no son necesarios, situación que tiene influencia en el costo final de un producto o servicio.
“Todo lo que sea un precio más económico siempre es beneficioso para los usuarios”, precisa Maestre.
La realidad es que estas empresas han encontrado en las necesidades de los consumidores un ciclo de desarrollo, no obstante, para el profesor de La Salle son firmas de moda con muchas limitaciones.
Reinventarse o morir
Después del boom de los negocios de las economías colaborativas deben pasar a la evolución e integrar a sus plataformas diferenciadores que resulten más atractivos para los usuarios.
Arbnb, por ejemplo, ha implementado diversas categorías para sus alojamientos, pero desde hace tiempo oferta viajes de experiencia y hasta temáticos, con lo que ofrece un valor agregado frente a otros servicios similares.
“Las empresas deben contar con elementos que las distingan una de otra, deben buscar la innovación de servicios y considerar que sumar a sus aplicaciones para hacer la diferencia”, expone Méndez.
Asimismo, agrega, otras compañías que funcionan bajo este sistema no tienen un futuro asegurado, debido a la competencia y su naturaleza tecnológica, por lo que es fácil que otra llegue a ocupar su lugar ante los consumidores.
“El mercado está evolucionando y las empresas tienen que empezar a hacer lo mismo a la par de la tecnología, pero en algunos casos se están retrasando”, dice.
Pero, ante los cambios que vienen de la mano de los avances tecnológicos a nivel mundial su desarrollo debe ser controlado y ordenado.
En el pasado, la falta de regulación llevó a enfrentamientos entre taxistas y conductores de Uber y Cabify en países como España, Brasil, incluso en México.
“Las normas tienen muchas cosas buenas y otras son perfectibles, lo ideal es que las leyes mexicanas deben ser constantemente evaluadas porque existe tanta innovación que podemos correr el riesgo de quedarnos obsoletos”, manifiesta Méndez.
El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), precisa en el documento Colaboración en la ciudad: Del intercambio a la economía colaborativa que los esfuerzos de las diferentes plataformas han implementado por su cuenta mecanismos para establecer confianza y seguridad entre sus usuarios, pero eso no es razón para eliminar regulaciones en los países en los que operan.
Para el WEF es importante que los gobiernos entiendan las complejidades de cada modelo de negocio y sus implicaciones económicas, legales o sociales.
“Las ciudades tienen que trabajar para involucrar a todos los niveles de gobierno”, se lee en el documento.
En tanto, Raúl Jaime Maestre ve difícil conocer el futuro de las economías colaborativas, ya que aún se encuentran en proceso de adopción, además de que imponen nuevos modelos de negocio en donde los beneficiados son usuarios y proveedores de productos o servicios. Ante este entorno, el académico proyecta que en el futuro las empresas funcionarán con sistemas híbridos o totalmente colaborativos.
“Estos modelos de economía colaborativa tienen que evolucionar en dos sentidos: por una parte, tecnológicamente acogiendo nuevos esquemas como es el Blockchain, y por el otro, intentar hacerse un hueco dentro de los sectores tradicionales en el mercado”.