Disculpe usted la austeridad…
En el 2010, tras dos años de que la economía global permanecía hundida en la peor crisis financiera en más de 80 años, los líderes políticos buscaron entre las filas de sus universidades a alguien que tuviera la respuesta para salir de la crisis.
Jesús M. Badiolahttp://www.youtube.com/watch?v=2dWsGImfTEw
En el 2010, tras dos años de que la economía global permanecía hundida en la peor crisis financiera en más de 80 años, los líderes políticos buscaron entre las filas de sus universidades a alguien que tuviera la respuesta para salir de la crisis.
Ante tal panorama, en el 2010 dos profesores de la Universidad de Harvard, Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, publicaron un artículo académico llamado “Crecimiento en tiempos de deuda”, sobre deuda gubernamental y crecimiento económico donde probaban, con complicados métodos econométricos, que la respuesta para la crisis era una palabra: Austeridad.
Los autores supuestamente encontraron una relación directa entre altos niveles de deuda y reducidas tasas de crecimiento económico.
Ante esto, la sugerencia era que todo gobierno con un nivel de deuda superior al 90 por ciento de su Producto Interno Bruto, debería de reducir su deuda al cortar en gran medida su gasto público.
Este estudio otorgó la respuesta que buscaban tantos políticos alrededor del mundo.
En Europa, el comisionado de la Unión Europea, Olli Rehn, y un consejero cercano del ministro de Hacienda del Reino Unido, Norman Lamont, citaron al estudio públicamente para argumentar a favor de las políticas de austeridad.
En Estados Unidos, los autores fueron invitados a testificar al Congreso a contestar preguntas de senadores.
Dentro de su testificación, un senador le preguntó a los economistas si era necesario actuar ese mismo año sobre el problema de la deuda pública. “Absolutamente” contestó Rogoff, pues no hacerlo “incrementa el riesgo” de una importante catástrofe económica.
De igual forma, el candidato a la vicepresidencia por el partido republicano, Paul Ryan, un influyente congresista republicano, y Timothy Geithner, quien ese entonces era secretario del Tesoro, elogiaron y citaron al estudio de Rogoff y Reinhart para avalar su posición a favor del recorte en gasto gubernamental.
El auge
Teniendo el aval de la comunidad académica, y un aparente consenso internacional, las naciones desarrolladas buscaron tener diferentes proyectos de austeridad con el objetivo de alcanzar el crecimiento que supuestamente alcanzarían.
Desde el programa de austeridad del Reino Unido, que impuso dolorosos regimenes de recortes en gasto para el sector de salud pública y educación, hasta las medidas poco populares del entonces presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, que terminaron por quitarle la presidencia en las siguientes elecciones.
Los países más endeudados en Europa recibieron paquetes de rescate con la condición de que alcanzaran estrictos límites de recorte déficit y deuda, que terminaron por causar recesiones y vibrantes crisis económicas en Irlanda, Grecia, Portugal, etc.
Pero en donde resonaron más los estudios de Rogoff y Reinhart sin duda fue en Estados Unidos, donde el Congreso ha estado dividido amargamente por la cuestión de la deuda. El propio debate le ha costado al crecimiento del país, avivando en muchos la incertidumbre de la crisis financiera y retrasando las inversiones que se requieren para reducir la alta tasa de desempleo.
Las políticas de recortes también le han restado a la economía, consistentemente los datos de empleo son arrastrados hacia abajo gracias a los despidos en gobiernos estatales y locales con el fin de reducir la deuda pública.
Pero estas medidas no mostraron el resultado deseado. La economía de Grecia decreció 25 por ciento en cinco años, la recesión de España es tres veces peor de lo esperado y su nivel de desempleo es del 27 por ciento.
Un ‘pequeño’ error de cálculo
En abril de este año, un trío de economistas en la Universidad de Massachussets trató de replicar el estudio, y encontraron un pequeño error de cálculo. Los profesores de Harvard habían excluido algunos datos de forma inapropiada y forzaron sus estadísticas para llegar a las conclusiones presentadas.
Tras las nuevas correcciones, se estima que en los países con alto nivel de deuda, el crecimiento económico no cae un promedio de .1 por ciento, sino que aumenta 2.2, rompiendo con el argumento que ha validado gran parte de los programas de austeridad alrededor del mundo.
Y la corrección no pudo venir en un momento más apropiado. Tras cerca de cuatro años de estancamiento económico, cada vez más políticas están dejando atrás sus bases de austeridad, por un aumento en gasto para desarrollar su industria local.
En Europa, el Comisionado de Economía de la Unión Europea, Olli Rehn, anunció que el tiempo de reducir la deuda y el gasto ha pasado. Por su parte, el ministro de finanzas de Francia, Pierre Moscovici, declaró que la era de la austeridad ha terminado y en Alemania están flexibilizando los límites de déficit establecidos.
En Estados Unidos los planes de recorte de gasto no han cambiado tan radicalmente, pero cada vez son más las voces que abogan en contra de la austeridad.
Las opiniones de los Premio Nobel de Economía, Paul Krugman y Joseph Stiglitz, en contra de las políticas de austeridad, que antes se consideraban conflictivas, ahora resuenan con mayor razón. ¿Habrá llegado el fin de la era de austeridad?