México no puede vivir sin mujeres. Las mexicanas tienen un rol fundamental no sólo dentro del núcleo familiar y al interior de las empresas, también juegan un papel crucial en el desarrollo económico del país.
Si las mexicanas se ausentaran un día, la actividad económica del país se detendría en un 52 por ciento, lo que dejaría una pérdida de 32 mil millones de pesos (mdp), de acuerdo con cálculos de Raymundo Tenorio, director del Programa de Economía y Finanzas del Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe. En términos anuales, el especialista detalla que esto equivaldría a 11.5 billones de pesos.
“El trabajo de las mujeres representa un valor fundamental y no es cualquier cosa. Por ello resulta importante reflexionar la relevancia que tienen en la economía”, comenta el economista.
Para la estimación, el experto consideró a las mujeres en la economía formal, pero, también a las que se encuentran en la informal, como las trabajadoras en el hogar.
En 2013, las mujeres a nivel nacional tuvieron una participación del 43.8 por ciento del personal ocupado en las actividades económicas formales, de acuerdo con los datos del Censo Económico del 2014 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Si la población femenina desapareciera, el sector de servicios sería el más afectado, debido a que el 58 por ciento de las trabajadoras se encuentra en este segmento.
Los negocios relacionados con el comercio también perderían considerando que el 23 por ciento de las mujeres se concentran en este sector y en la industria manufacturera un 18 por ciento, según el Inegi.
Los servicios educativos de nivel básico también resentirían la ausencia. Cifras de la Secretaría de Educación Pública (SEP) muestran que 56 por ciento de la nómina en nivel básico está ocupada por docentes mujeres.
Trabajan sin sueldo
Dentro del segmento informal destacan las mujeres en el hogar cuyo trabajo no es remunerado. En 2016, el valor económico de esta actividad superó los 4.6 billones de pesos, que equivale al 23.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional; de ese monto, 75.3 por ciento fue generado mediante el trabajo de las mujeres, quienes ocuparon 2 mil 027 millones de horas a la semana para tal efecto, revela la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México (CSTNRHM).
El documento muestra que la ocupación a la que le destinan la mayor cantidad de horas es a servicios de ‘alimentación’, con el 32.2 por ciento de su tiempo; sin embargo, la actividad con la que generaron el mayor valor económico corresponde a los servicios de ‘cuidados y apoyo’ a los miembros del hogar.
En promedio, en el 2016 el trabajo en las labores domésticas y de cuidados que realiza cada mujer equivale a contribuir con 51 mil 962 pesos anuales, mientras que la contribución por cada hombre que realiza estas labores asciende a 18 mil 943 pesos por el mismo periodo.
Estas diferencias también se presentan entre las mujeres según las condiciones sociales, pues, las mujeres que viven en zonas rurales contribuyeron en promedio per cápita con 56 mil 295 pesos al año en actividades no remuneradas del hogar, mientras que las mujeres que viven en zonas urbanas generaron en promedio el equivalente a 50 mil 726 pesos.
A su vez, las mujeres que reportaron hablar alguna lengua indígena aportaron 59 mil 199 pesos y 51 mil 606 pesos las que no hablan alguna lengua indígena; en tanto que las mujeres casadas o en unión libre contribuyeron con 66 mil 887 pesos a diferencia de las mujeres solteras con 28 mil 745 pesos, en promedio al año, de acuerdo con cifras de la CSTNRHM.
Como el trabajo no remunerado recae en la mayoría de las mujeres, Diego Vázquez, gerente de investigación de Oxfam México, comparte que esta situación las limita a que puedan acceder al mercado laboral o reincorporarse de nueva cuenta, debido a la desigualdad que existe entre hombres y mujeres.
El especialista explica que cuando las mexicanas se embarazan es más difícil que puedan volver a su trabajo, ya que la licencia de maternidad es muy corta (84 días). Esto las obliga a salir del mercado durante algunos años, lo que afecta sus proyecciones personales y profesionales.
“La solución está en cambiar los roles de género para que sea más equitativo y en tener un sistema de seguridad social que les garantice su permanencia en las empresas”, expone Vázquez.
Asimismo, detalla que uno de los principales retos del trabajo de ‘cuidados’ es que las mujeres que viven en la informalidad no tienen acceso a guarderías y servicios básicos de salud para sus hijos. “Esta situación las ubica en una precariedad mucho mayor”, añade.
Mujeres en la actividad comercial
Bajos salarios y trabajar doble jornada es el escenario al que se enfrenta la mayoría de las mujeres que se dedican a la actividad comercial. En promedio, 20 por ciento de las amas de casa en la Ciudad de México labora por necesidad, de acuerdo con una encuesta de Kantar Worldpanel.
Ada Irma Cruz, presidenta de la Cámara de Comercio Servicios y Turismo en Pequeño (Canacope Servytur) de la Ciudad de México comenta que una de las principales motivaciones de estas mujeres es la necesidad de sacar adelante a sus hijos, pues, un gran porcentaje de ellas son madres solteras.
“Queda mucho por hacer ante este panorama tan ingrato. Lamentablemente el papel de la mujer comerciante está muy desvalorizado”, asegura la primera mujer en dirigir la Cámara en la capital.
Dentro de las estadísticas de Canacope Servytur destaca que 31 por ciento de las mujeres comerciantes cuidan a sus hijos ellas solas al tiempo que deben trabajar para mantenerlos, un 52 por ciento cuida a un familiar, 23 por ciento padece de alguna enfermedad crónica y 9 por ciento tiene una discapacidad.
En promedio, 48 por ciento de las mujeres en estos giros funge como encargada del negocio y 22 por ciento son dueñas.
En esta actividad comercial se ven dos escenarios. La trabajadora establecida que ha logrado tener un local alquilado y que se ha formalizado en este campo, y la mujer informal que sigue con el mayor porcentaje del mercado.
Ada Irma Cruz lamenta que por parte del gobierno y la iniciativa privada no exista suficiente apoyo para las mujeres en la actividad comercial, por ello hace un llamado a crear políticas públicas que les permitan impulsar su desarrollo y con ello mejorar su calidad de vida.
La presidenta de la Cámara destaca que un factor que ha frenado el desarrollo de las mujeres en este campo es que muchas veces los hombres son más beneficiados al momento de solicitar créditos, a pesar de que se ha comprobado que las mujeres son mejor al momento de pagar.
Una encuesta del organismo revela que del 100 por ciento de mujeres que piden un préstamo a bancos, el 98 por ciento cumple con sus pagos. “Las trabajadoras que hacen el compromiso para poder pagar lo cumplen”.
Sin embargo, el año pasado el 61 por ciento de las mujeres en este sector no tuvo acceso a ningún programa de apoyo, mientras que solamente el 29 por ciento accedió a algún programa público o privado de apoyo.
El ‘Perfil del sector micro, pequeña y mediana empresa dedicado al comercio’ realizado por Canacope y basado en la respuesta de 300 negocios muestra que al frente de las pequeñas empresas dedicadas al comercio minorista con giros como tienda de abarrotes, miscelánea, vinatería y tiendas en la Ciudad de México, las mujeres tienen una presencia apenas menor con el 48.8 por ciento, frente al 51.2 por ciento de hombres en el sector.
Ada Irma Cruz manifiesta que gobierno y sociedad en general aún tienen una deuda con las mexicanas. “Más allá de felicitaciones, se necesita un reconocimiento a las mujeres que han salido adelante de la adversidad a pesar de sus circunstancias”.
La desigualdad de las mujeres
En pleno Siglo XXI, México no ha logrado derribar las barreras de la desigualdad económica entre la población. Cynthia Valeriano, catedrática de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey, Campus Toluca, comparte que dentro de los factores que más han influido en esta discrepancia está el aspecto cultural, ya que “la forma en que nos relacionamos por roles dentro de la sociedad ha limitado la participación de las mujeres”.
Y añade que “las crisis han permitido que las mujeres puedan formar parte activa de la economía, pero, aún seguimos rezagados”.
Prueba de ello es que las mexicanas ganan entre 16 y 22 por ciento menos de lo que perciben los hombres por el mismo trabajo entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En la actualidad, nuestro país se encuentra en la posición 83 de 135 países evaluados en los que se inhiben las diferencias en las brechas de género, de acuerdo con un análisis del Foro Económico Mundial (WEF, en inglés).
Las mujeres mexicanas tienen una aportación de ingresos diferente a la de sus parejas masculinas. Al respecto, Valeriano explica que en un 85 por ciento de los casos son las que se encargan del cuidado de sus hijos.
Además, más del 70 por ciento de su sueldo lo destinan para el desarrollo de su entorno familiar, mientras que los hombres sólo destinan entre un 30 y 40 por ciento de los mismos ingresos.
“Tenemos que reconocer y redimensionar el papel de la mujer. Las mexicanas no sólo aportan valores y enseñanzas a su estructura familiar, también tienen un rol económico vital y con una visión más global”, manifiesta la catedrática.
México está dentro del 25 por ciento de las economías en el mundo con mayores niveles de desigualdad, de acuerdo con Oxfam México.
Además de las brechas de ingreso y riqueza entre la población, también existen otros tipos de desigualdad derivados de condiciones relacionadas con el género, origen étnico, preferencia sexual, entre otras.
Diego Vázquez, gerente de investigación de Oxfam México, comenta que las mujeres más pobres tienen casi el doble de probabilidad que los hombres (del mismo grupo) de seguir siendo pobres, mientras que los hombres más pobres tienen casi cuatro veces más probabilidades que las mujeres (del mismo grupo) de pertenecer al 20 por ciento más rico.
El gerente comparte que el problema de las desigualdades estructurales es un problema que requiere de políticas públicas, aunque reconoce que “todavía queda mucho camino por recorrer y esto requiere de cambios estructurales a largo plazo”.