Desigualdad reproductiva
Millones de mujeres en México no cuentan con acceso a métodos anticonceptivos por razones económicas o de distribución, esto pone en una situación de riesgo a sus hijos y su estabilidad financiera
Nayeli Meza OrozcoA diferencia de su abuela y su madre, Luz sí tuvo la oportunidad de decidir sobre su propio cuerpo. Desde que en 1984 dejó su Oaxaca natal para convertir a la capital del país en su nuevo hogar, la mujer de raíces triquis comenzó a construir su propio camino.
Hoy, a sus 32 años, la originaria de Santiago Juxtlahuaca tiene dos hijos, una carrera y un futuro lleno de planes entre los que contempla ayudar a otras mujeres en comunidades rurales para que puedan mejorar sus condiciones de vida y, sobre todo, tener un mayor acceso a métodos de planificación familiar.
“Mi abuela tuvo 13 hijos y mi madre ocho. Nunca nadie les preguntó si eso era lo que querían ni tampoco les permitieron informarse sobre lo que es tener una vida sexual y reproductiva de manera segura por los usos y costumbres que rigen en su comunidad”, comparte la socióloga egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien prefiere proporcionar sólo su nombre de pila.
Las historias de las antecesoras de Luz son muy comunes en México, país donde la penetración de los métodos anticonceptivos y servicios de salud sexual es desigual.
En este sentido, la ginecóloga Karina Muñoz explica que la falta de acceso a estos productos hace que las mujeres estén más expuestas a la fecundidad no deseada, que trae como consecuencia mayores riesgos para la salud así como repercusiones negativas, tanto para ellas como para sus hijos.
Asimismo, considera que la brecha que existe en el uso de productos anticonceptivos no sólo es exclusiva de las zonas rurales, aunque sí es más evidente en estas regiones.
“Esta desigualdad la viven casi todas las mujeres en México, ya que no existe la adecuada información sobre los métodos de planificación familiar, además de que no se cuenta con un programa nacional que ayude a concientizar en las poblaciones urbanas y mucho menos en las rurales”, detalla Muñoz.
Al calificar como un éxito que las mujeres mexicanas estén posponiendo la edad para tener el primer hijo, no suele indicarse que son mayoritariamente las de clase alta quienes se convierten en madres a los 24 años, mientras que aquellas que viven en condiciones más precarias lo hacen antes de llegar a los 19 años, teniendo un mayor número de descendencia en comparación con las primeras, revela el análisis Representaciones sociales de los métodos anticonceptivos elaborado por investigadores de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
La situación se agudiza entre las mujeres campesinas e indígenas, pues sólo la mitad de ellas recurre a la anticoncepción.
Persisten mitos
En la actualidad, el uso de anticonceptivos aún compite con costumbres culturales y religiosas que derivan en embarazos no deseados, abortos inseguros y enfermedades de transmisión sexual (ETS).
Los jóvenes son una de las poblaciones más vulnerables a esto, ya que muchas veces por desconocimiento o temor a sus padres evitan el uso de estos productos.
Durante el año pasado, sólo 3.79 por ciento de la población juvenil entre 10 y 19 años solicitó un anticonceptivo a la Secretaria de Salud (SSA).
Asimismo, de los 22 millones de adolescentes que viven en México, únicamente 842 mil 117 acudieron a los servicios de salud sexual y reproductiva, y de esta muestra 23.9 por ciento pidió un método de prevención.
Seis de cada diez adolescentes que regularon su fecundidad recurren a los métodos del ritmo y retiro, y 34 por ciento utilizó un método anticonceptivo durante su primera relación sexual, de acuerdo con datos SSA.
No obstante, los índices de mortalidad materna en mujeres de 15 a 19 años son el doble de los correspondientes a las mujeres de entre 20 y 29 años.
Esto se relaciona con que 64 por ciento de las mujeres de 15 a 19 años con vida sexual activa no usan métodos de protección. “Hacerle creer a las personas que usar anticonceptivos está mal es un grave error, pues esto más allá de evitar que tengan relaciones aumenta el riesgo de que las mujeres infectadas se embaracen sin desearlo”, advierte Ana Karina de la Vega, directora del programa DKT de México.
Desde 2003, DKT comenzó un programa a nivel nacional de la mano de la marca de condones Prudence para garantizar que las personas de las zonas rurales tengan fácil acceso a los anticonceptivos.
Industria fértil
El sector farmacéutico supera las ganancias por ventas de armas o de telecomunicaciones. Por cada dólar que se invierte en la fabricación de un medicamento se mil de ganancia.
Se espera que el tamaño del mercado de anticonceptivos hormonales a nivel mundial alcance los 26 mil 200 millones de dólares para 2025, según un informe de Grand View Research.
Datos del Banco Mundial muestran que, hasta 2015, aproximadamente 66.9 de las mujeres en el mundo entre 15 y 49 años usaba algún tipo de planificación familiar. Esta cifra se situó en 30.3 en el año 1977.
Luz ama a sus dos hijos, pero sabe que no todo el camino de ser madre ha sido fácil, aunque reconoce que su abuela y su madre hicieron mayores sacrificios porque no pudieron completar ni siquiera la educación básica.
“Tal vez si hubieran podido acceder a métodos anticonceptivos y de planificación familiar su historia sería diferente, pero, a diferencia de mí, ellas no pudieron escoger. No tuvieron alternativa”.