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Crecimiento añejo

Con dinero o sin dinero. Con reformas o sin ellas. Con alternancia democrática o dictadura perfecta. No importa qué cambios experimente México, su crecimiento sigue estancado en la mediocridad.

El viernes pasado el INEGI publicó que la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país el año pasado fue de tan sólo 2.1 por ciento. Aunque esto representa una mejoría del 1.1 por ciento registrado en el 2013, está muy lejos del 3.5 por ciento que México necesita.

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por ciento la proporción que la inversión fija bruta ocupa dentro del PIB; esto incluye tanto gasto privado como gasto público dedicado a maquinaria, equipo y construcción
A pesar de que en la última década el valor de las exportaciones ha crecido alrededor de 53 por ciento, esto no ha sido suficiente
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Con dinero o sin dinero. Con reformas o sin ellas. Con alternancia democrática o dictadura perfecta. No importa qué cambios experimente México, su crecimiento sigue estancado en la mediocridad.

El viernes pasado el INEGI publicó que la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país el año pasado fue de tan sólo 2.1 por ciento. Aunque esto representa una mejoría del 1.1 por ciento registrado en el 2013, está muy lejos del 3.5 por ciento que México necesita.

Durante los últimos 20 años, la economía mexicana ha crecido a una tasa promedio anual de 2.5 por ciento. Para que el país sea capaz de superar los problemas económicos que lo afligen, necesita crecer conforme a su potencial de manera constante.

Los cuatro componentes que conforman el PIB (consumo, inversión, gasto público y exportaciones netas) muestran señales de debilidad, por lo que el 2015 se perfila como un año con más de lo mismo.

Consumo apagado

La debilidad del consumo en el mercado interno es señalada como un problema recurrente para México. 

Esto es preocupante debido a que el consumo privado representa casi el 70 por ciento del PIB del país, por lo que un deterioro en éste tiene un gran impacto negativo en el crecimiento económico.

El Indicador Mensual del Consumo Privado en el Mercado Interior (IMCPMI), creado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), muestra que desde el 2008 el consumo ha crecido a una tasa anual promedio de poco más del 2 por ciento.

Y no parece ser que esto vaya a cambiar pronto, ya que el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) del INEGI, el cual es un indicio de cómo se comportará el consumo en el futuro, vio una caída promedio de casi 10 por ciento en el mismo periodo.

Dentro del ICC, los componentes que más se han deteriorada son los que miden la percepción de la situación económica del país y los de las posibilidades de los hogares de realizar compras sustanciales (como muebles, televisores, y otros productos similares).

Estimular el consumo no sólo impulsaría el crecimiento del país, sino que además volvería a la economía nacional menos dependiente sobre el sector de exportación. Esto resultaría en menos vulnerabilidad ante situaciones externas, como debilidad económica en socios comerciales.

Cae petróleo, cae gasto

El gasto público se utiliza, entre otras cosas, para invertir en proyectos de infraestructura que estimulan la economía del país. Entre más gasto, más actividad económica.

Las finanzas públicas de México dependen en una tercera parte de los ingresos que se obtienen por la venta de petróleo, por lo que el presupuesto es muy susceptible a los cambios en el mercado energético.

Desde mediados del año pasado a la fecha, el precio del barril de petróleo ha caído en un 50 por ciento aproximadamente. La mayoría de los analistas afirman que hemos entrado a una nueva de petróleo barato que durará varios años debido, principalmente, al exceso de producción de crudo que ha conseguido Estados Unidos.

Ante las presiones externas, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público sólo tenía dos opciones para hacer frente a la baja de ingresos: subir impuestos o recortar gastos. La primera de estas opciones no es muy atractiva debido al débil consumo interno que acecha al país.

Sin embargo, el recorte del 2.65 por ciento sobre el presupuesto por el que optaron las autoridades también tendrá sus consecuencias negativas.

En ese sentido, la esperanza de un crecimiento más acelerado no vendrá del gasto público que, de entrada, es menor al del año pasado.

Hacienda tranquila

La tasa de crecimiento de 2.1 por ciento no tiene preocupados a todos por igual. Después de haberse dado a conocer las cifras oficiales, el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, afirmó que la cifra es una muestra de que la economía mexicana se está acelerando.

“Es exactamente el consenso que esperaba el mercado, esto confirma que la economía mexicana se está acelerando y creemos que tiene mejores perspectivas hacia adelante”, dijo Videgaray el viernes al ser cuestionado.

De tal modo, Hacienda no contempla revisar su perspectiva de crecimiento económico para este año (ubicado actualmente en un intervalo de 3.2 y 4.2 por ciento) hasta que no se den a conocer el desempeño durante el primer trimestre, es decir, a mediados de mayo.

Entre los retos que el secretario aceptó que México tiene se encuentra la caída del precio del petróleo, pero estima que México continúa con un mejor desempeño que antes.

Mientras tanto, el Banco de México revisó la semana pasada su pronóstico para el 2015 a la baja a un rango entre 2.5 y 3.5 por ciento.

Exportaciones rebasadas

Uno de los únicos sectores económicos que muestra señales positivas es el exportador, ya que es dónde en los últimos años se ha concentrado la inversión privada y la generación de empleos.

Las exportaciones mexicanas se concentran en casi 80 por ciento en la manufactura, con el petróleo representando aproximadamente otro 13 por ciento de éstas. Dentro del sector manufacturero, uno de los que más crecimiento ha visto es el automotriz.

Sin embargo, a pesar de que en la última década el valor de las exportaciones mexicanas ha crecido casi 53 por ciento, esto no ha sido suficiente para impulsar el crecimiento económico del país.

Esta situación se debe a que el valor de las importaciones sigue siendo más alto que el de las exportaciones, aunque en la última década éstas hayan crecido a un ritmo ligeramente menor (con una tasa de 51 por ciento).

De hecho, de 1998 al 2014 sólo en un año se registró un superávit comercial, con el resto siendo deficitarios.

Y aunque México ha firmado 12 tratados de libre comercio alrededor del mundo, dos países concentran casi toda la actividad comercial del país: Estados Unidos y China. Es por esto que la dependencia sobre el comercio exterior vuelve vulnerable al país a cambios económicos en estos dos socios.

Inversión frenada

La inversión fija bruta, que representa más de una quinta parte del PIB, ha visto un aumento de más de 8 por ciento del 2008 a la fecha. Ésta consiste en el gasto, tanto público como privado, en maquinaria, equipo y construcción.

Después de un periodo con tendencia negativa entre finales del 2012 y finales del 2013, el 2014 representó una vuelta a la tendencia positiva para este rubro, según muestra el Indicador Mensual de la Inversión Fija Bruta (IMIFB) del INEGI.

El problema es que aunque ha crecido, la inversión necesitaría aumentar a un ritmo significativamente más veloz para poder reducir el desempleo mexicano, que actualmente ronda una tasa de 4.4 por ciento.

Uno de los sectores que se perfilaban para detonar un mayor nivel de inversión era el energético, a raíz de la reforma que permitiría la entrada a la inversión privada después de más de siete décadas de monopolio público.

Pero la caída de más de 50 por ciento que han experimentado los precios petroleros desde mediados del año pasado ha puesto en duda esta apuesta, ya que las empresas energéticas alrededor del mundo han tenido que recortar severamente sus presupuestos de inversión capital.

Tomando esto en cuenta, es probable que el impulso energético a la inversión tarde más de lo previsto en llegar a México.

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