Nadie niega que la mayoría de los empleos, en cantidad, se producen por micro y pequeñas empresas.
Las estimaciones en México obtienen que desde dos tercios hasta un 95 por ciento de los empleos se producen en dichas empresas, cosa que fue evidente con el empuje de Vicente Fox a las pequeñas empresas que denominó changarros.
No obstante, algunos estudios académicos encuentran que para realmente impulsar el crecimiento económico, resulta más importante tener empresas grandes que muchas pequeñas.
Por una, se alimenta lo que se considera un ciclo virtuoso de mayor productividad por la posible inversión en tecnología.
Las empresas grandes son las únicas con suficiente capital de trabajo como para invertir en desarrollar tecnologías nuevas. Esas a su vez proporcionan un monopolio temporal, pues al final de cuentas es una tecnología nueva y terminan por financiar una expansión.
Para el caso mexicano, los datos de salarios en el Seguro Social parecen confirmar los hallazgos.
El sueldo medio de las empresas con más de 300 empleados también es casi 2 veces mayor que el de menos de 10.
Aun y con una importante aclaración: las empresas grandes también tienden a tener ejecutivos muy bien pagados, por lo que se eleva la media, se podría argumentar que la sed por talento de los grandes impulsa otros procesos más “micro”.
Por ejemplo, la necesidad de contratar a personas con habilidades especificas ha impulsado la creación de carreras técnicas con mayor valor agregado, como ingeniero aeronáutico.
En este sentido, algunas veces la mera inversión de la empresa puede producir efectos externos, como una planta laboral más capacitada que atrae a todavía más empresas.
Las pequeñas, por funcionar bajo diferentes estructuras de mercado, no son eficientes en producir este tipo de crecimiento sostenido.
Los inconvenientes
No obstante, también hay riesgos asociados a ser la capital corporativa del mundo.
Un estudio del Buró Nacional de Análisis Económico en Estados Unidos encontró que las empresas grandes tienden a ser más cíclicas en sus despidos y contrataciones.
Es decir, son los primeros en despedir a gente cuando la situación económica empeora, en proporción a su plantilla laboral y los últimos en contratar cuando mejora.
Además, como el caso Wal-Mart en México ha dejado claro, las empresas grandes tienen mayor poder para sobornar, afectando la imagen y también las prácticas públicas de los países y gobiernos locales.
Las pequeñas no se deben dejar a un lado tampoco: las más nuevas (y generalmente también más pequeñas), producen un porcentaje desproporcionado de los empleos nuevos. Por ejemplo, en Estados Unidos las empresas nuevas representan casi el 3 por ciento del total, pero son responsables por el 20 por ciento de los nuevos empleos.
Empresas para todos
La implicación es importante también porque ha estado en boga usar a las empresas como medios para combatir otros males nacionales y globales.
En la reciente delineación del plan de seguridad del presidente Enrique Peña Nieto, se aludió a un programa para crear empresas como medio para reducir el subempleo entre la población más vulnerable. Se trata de una medida que, de implementarse correctamente, podría ser un arma en contra de la delincuencia.
Las empresas incluso fueron motivo de Premio Nobel. Muhammad Yunus ganó el reconocimiento por crear el Banco Grameen, cuyo propósito era ayudar a que personas vulnerables creen empresas.
Pocos políticos se atreverían a defender primero a los grandes corporativos, pero las moralejas, aunque lejos de verdades absolutas, parecen claras para los investigadores académicos.
Si lo que se busca son trabajos bien remunerados, las empresas grandes deben de cuidarse con políticas públicas apropiadas igual o más que las pequeñas.
Por otro lado, si el problema principal es la falta de empleo, sea cual sea el pago, la solución radica en incentivar la creación de empresas nuevas.
México parece haber dado un paso sólido en la dirección de facilitar la creación de empresas, pero como muchos pequeños empresarios podrían atestiguar, todavía falta mucho para lograr que éstas sean campeonas mundiales.
Y crean otra…
No se necesita una secretaría individual para ello, pero de cualquier forma, la administración del presidente Enrique Peña Nieto anunció la creación de una oficina dedicada a promocionar a las empresas.
Se trata del Instituto Nacional del Emprendedor (INE), dado a conocer el 7 de diciembre y que según el blog de la Presidencia, se creará a partir de un decreto por firmarse a inicios de año.
Los fondos para ayudar a las empresas PyMEs que se tornarán al INE, se gestionaban en la pasada administración bajo la Secretaría de Economía, pero se trata de un sector con muchos jugadores.
Nacional Financiera, ProMéxico, Bancomext, Fondo PYME, y además instituciones estatales, están a la disposición de las PyMEs y no han logrado impulsar sustancialmente la creación de empresas o la competitividad agregada de ellas.
Tal vez, y esto es una de las lecciones internacionales, otras medidas podrían ser más efectivas: como reducir la carga burocrática, legal e impositiva, que todavía pesa sobre las pequeñas empresas formales del país.