Receta agotada

China tiene un problema en sus manos, y la receta con la cual tradicionalmente lo ha enfrentado está agotándose. Si el país asiático no logra implementar una solución, las consecuencias negativas podrían no sólo convertirse en un lastre para la economía global, sino en el epicentro de una nueva crisis financiera.

El problema tiene que ver con la forma en la que el crecimiento económico y el endeudamiento han sido atados en China.

Rolando Hinojosa Rolando Hinojosa Publicado el
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93.8%
la proporción del PIB de China a la cual equivale la carga de deuda pública total del país - más del doble del nivel que sólo toma en cuenta al gobierno central
El crecimiento basado en la deuda es insostenible, artificial”
José Manuel BarrosoExpresidente de la Comisión Europea
Las acciones necesarias para desendeudarse se ven sumamente improbables debido a lo políticamente impopular que serían para las autoridades chinas
La enorme magnitud y veloz crecimiento de la deuda pública en el país asiático levanta las alarmas entre los expertos dentro y fuera de sus fronteras
Si el crédito de China no puede expandirse para siempre, debe detenerse - sea por elección o sea a la fuerza”
Christopher BaldingProfesor de economía en la Escuela de Negocios HSBC
(China) se parece extrañamente a lo que pasó durante la crisis financiera en Estados Unidos en 2007 y 2008, que similarmente fue impulsada por crecimiento crediticio” 
George SorosFundador y presidente de Soros Fund Management

China tiene un problema en sus manos, y la receta con la cual tradicionalmente lo ha enfrentado está agotándose. Si el país asiático no logra implementar una solución, las consecuencias negativas podrían no sólo convertirse en un lastre para la economía global, sino en el epicentro de una nueva crisis financiera.

El problema tiene que ver con la forma en la que el crecimiento económico y el endeudamiento han sido atados en China.

En el pasado, cuando el crecimiento se ha desacelerado o las condiciones financieras se han deteriorado, las autoridades chinas han estado listas para intervenir mediante estímulo fiscal financiado con deuda pública. Gracias a déficits presupuestarios prudentes y al enorme peso del gobierno de la segunda mayor economía del mundo, la situación parecía ser sostenible.


Sin embargo, la persistente desaceleración económica que China ha experimentado en los últimos dos años, junto con el deterioro significativo de sus finanzas públicas, pone sobre la mesa el riesgo de que las autoridades se queden sin herramientas suficientes para resolver este problema antes de toparse con una crisis.

Montaña oculta

Parte del problema tiene que ver con la opacidad y ambigüedad de los indicadores financieros de China. Cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestran que el déficit fiscal del país para este año registrará un nivel moderado de 3 por ciento, con una carga de deuda equivalente a sólo el 46.8 por ciento de su producto interno bruto (PIB).

Pero este panorama alentador, en el cual China ocupa la posición número 100 de 184 países en cuanto a endeudamiento público, resulta engañoso debido a que ignora componentes importantes de las obligaciones públicas del gigante asiático.

El indicador del FMI sólo toma en cuenta la deuda del gobierno central, ignorando la de los gobiernos provinciales y municipales. Pero aunque en otras grandes economías como Estados Unidos la mayor parte del gasto público proviene del gobierno central, en China el 80 por ciento de éste proviene de los gobiernos locales.

Bloomberg reporta que si se asume que en 2015 los gobiernos locales de China asumieron su máximo legal de endeudamiento, es decir un total de 16 billones de yuanes, la carga de deuda del país se dobla hasta alcanzar casi un 94 por ciento del PIB.

Sin embargo parece que aún esta suposición es demasiado generosa, ya que un reporte de la Oficina Nacional de Auditoría de China publicado a finales del 2013 reveló que las obligaciones públicas ya alcanzaban los 18 billones de yuanes. En otras palabras, el límite legal de endeudamiento fijado para el 2015 fue excedido desde hace más de dos años previo a la llegada de este año.

Y esta situación no parece estar mejorando, ya que el año pasado el FMI estimó que el déficit fiscal total de China (incluyendo a los gobiernos provinciales y locales) fue de alrededor de 10 por ciento de su PIB, y el banco Goldman Sachs ahora estima que ya alcanza el 15 por ciento del PIB.

Este nivel equivaldría al déficit fiscal total registrado en Estados Unidos durante la crisis del 2008, a pesar de que en ese momento ese país estaba emprendiendo medidas de estímulo sin precedentes – algo que China no está haciendo en este momento.

Empeorando aún más la situación, los gobiernos locales a menudo crean empresas paraestatales para emprender costosos proyectos sin registrar directamente la deuda en su contabilidad, a pesar de que están garantizando de forma explícita o implícita las deudas de estas empresas.

Difícil solución

La enorme  magnitud y veloz crecimiento de la deuda pública en el país asiático levanta las alarmas entre los expertos dentro y fuera de sus fronteras, en parte debido a que el gobierno chino parece estar poco dispuesto a emprender las dolorosas reformas necesarias para corregir su situación.

Resolver este problema requeriría desendeudarse gradualmente. Algunos pasos necesarios para lograr esto serían restringir la forma y nivel de endeudamiento de los gobiernos locales, reducir el gasto público e inversión paraestatal, y dejar de ofrecer apoyo a firmas paraestatales improductivas.

Sin embargo, estos pasos se ven sumamente improbables debido a lo políticamente impopular que sería para las autoridades chinas aceptar un menor nivel de crecimiento económico.

Pero tarde o temprano, populares o no, estas medidas tendrán que ser implementadas. De lo contrario, como advierte un reporte de la consultora McKinsey & Company, la deuda china podría convertirse en un lastre que hunda el crecimiento económico del país durante décadas y rompa la frágil recuperación económica que el mundo ha experimentado desde el 2009.
 

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