En el Índice de Competitividad Urbana 2012 desarrollado por el Instituto Mexicano para la Competitividad, Monterrey y su área metropolitana aparecen por tercera ocasión consecutiva en el primer lugar de la lista.
Sin embargo, el estudio, que mide la capacidad de las ciudades de atraer y retener inversiones y talento, incluye una nota aclaratoria importante: los datos utilizados son de 2010, lo que quiere decir que se pudieron haber recolectado inclusive antes y la espiral de violencia en la ciudad puede haber mermado considerablemente su capacidad competitiva.
La Coparmex, por ejemplo, declaró en abril de este año que entre 30 y 40 por ciento de los cierres de empresas a nivel nacional se debió a causas ligadas con la inseguridad y el crimen organizado.
Asimismo, en el Barómetro de Empresas 2012 publicado por la empresa Deloitte, la inseguridad es la razón más citada como el factor más amenazante para la economía mexicana.
Alza en costos e incertidumbre
Los crímenes cometidos por la delincuencia organizada, generalmente más violentos que los crímenes “de la calle”, desincentivan las inversiones en varias formas.
La más evidente de todas es el alza en los costos. No solo se reducen los márgenes de ganancias si éstos son víctimas de extorsiones, sino que también se incrementa el precio de los seguros necesarios para la infraestructura y las flotillas de automóviles.
También afecta el incremento en la incertidumbre, al estar en riesgo la capacidad del Estado para mantener el monopolio legal de la fuerza pública, por lo que es más difícil hacer un pronóstico del ambiente que enfrentará la empresa una vez que incurra en costos para asentarse, muchos de ellos irrecuperables.
La Inversión Extranjera Directa (IED) presenta reestructuraciones regionales a lo largo del país.
Si se comparan los años 2005 y 2011, por ejemplo, resulta que la IED en términos nominales captada por Querétaro, estado con relativamente pocos crímenes (5.5 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes), se incrementó en un 350 por ciento.
Mientras tanto en Nuevo León, en donde 2011 representó uno de los años más violentos de su historia (44 homicidios dolosos por 100 mil habitantes), se redujo a más del 20 por ciento, aunque sigue siendo tres veces mayor a la de Querétaro.
¿Cuánta IED hubieran captado las dos ciudades si los niveles de violencia en 2011 hubieran sido iguales a los de 2005? Es imposible de responder con exactitud, pero estimaciones sugieren que un incremento del 1 por ciento en crímenes atribuibles a la delincuencia organizada en México reducen en promedio la IED en poco más del 0.40 por ciento.
Si bien cualquier crimen es malo, la evidencia demuestra que aquellos típicos del crimen organizado son los peores para la economía.