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Avance 
peligroso

Por Carlos Daniel Flores

Desde hace unas semanas se puede leer que varios analistas de economía política ubican a México como un país de gran potencial de desarrollo, con todas las condiciones para ser una de las llamadas potencias emergentes.

En muchas de esas publicaciones se aclara que para que esto sea posible, es necesario que el país mantenga el buen funcionamiento de la economía que desde hace unos años ha alcanzado, estabilidad al menos a nivel macro y cierto nivel de crecimiento.

Por Carlos Daniel Flores

Desde hace unas semanas se puede leer que varios analistas de economía política ubican a México como un país de gran potencial de desarrollo, con todas las condiciones para ser una de las llamadas potencias emergentes.

En muchas de esas publicaciones se aclara que para que esto sea posible, es necesario que el país mantenga el buen funcionamiento de la economía que desde hace unos años ha alcanzado, estabilidad al menos a nivel macro y cierto nivel de crecimiento.

Además de esto es necesario que se realicen una serie de reformas estructurales y que se puedan sanear los principales problemas del país, como la inseguridad y la corrupción, por mencionar algunos.

Hay que entender este tipo de opiniones como lo que son, juicios aventurados acerca de una posible realidad en la que México alcanzaría un desarrollo destacado en la esfera internacional, para lo cual hace falta que se conjugue una incierta cantidad de circunstancias.

En lo particular me interesa más hablar de lo que ya se posee. Desde los últimos años del priismo y durante todo el panismo, cuando se hablaba de política económica solo existía un adjetivo: austeridad. 

La política de austeridad ha propiciado un saneamiento en muchos de los índices económicos, entre los más importantes podemos mencionar una tasa de inflación baja y un constante crecimiento en las reservas del Banco de México. 

Una de las características (¿o será más apropiado decir consecuencias?) de la austeridad económica es una moneda débil en el mercado cambiario, claro que esto no depende completamente del tipo de política económica que adopte un Estado, ya que el mercado actúa según sus propias normas, pero definitivamente un cambio en estas políticas tendría repercusiones en este rubro.

México está haciendo la tarea y eso está muy bien, por más que esto tenga tintes políticos oscuros y se trate de la implementación de una política propagandística, como muchos piensan. 

Esto es benéfico para el país y espero, más allá de pactos entre partidos y teorías de conspiración, que estas reformas se hagan bien y por el bien de México.

Se dice que el problema cuando se habla de macroeconomía es que esto difícilmente se refleja en el día a día de los mexicanos, yo espero que este problema persista. Por lo menos hasta que México sea de verdad una potencia emergente. 

¿Por qué digo esto?, bueno, a los libros de historia me remito. No hay nada más propicio para el desastre populista, que una emergente buena economía.

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