Apagones eléctricos son advertencias climáticas
Las crisis de suministro de energía son cada vez más comunes en Estados Unidos debido a afectaciones climatológicas, este escenario podría ser una advertencia a otras naciones sino dan un giro en infraestructura sustentable e innovación tecnológica
María Fernanda NavarroEl huracán Isaías en el verano de 2020, los incendios forestales de California en septiembre de ese mismo año y la tormenta invernal de Texas en febrero de 2021, además de consecuencias devastadoras para su población, estos fenómenos climatológicos tienen un elemento en común: los apagones.
Cada año, las interrupciones de energía eléctrica por eventos climáticos extremos provocan un impacto económico de entre 18 y 33 mil millones de dólares en Estados Unidos, de acuerdo con estimaciones de Climate Central.
Pero el país gobernado por Joe Biden, no es el único en reportar pérdidas económicas por daños en infraestructura de transporte y de generación de energía ante los desastres naturales. Los países de ingreso bajo y mediano pierden hasta 18 mil millones de dólares anuales por eventos climatológicos extremos, en tanto que las afectaciones a las empresas y familias ascienden a 390 mil millones de dólares, de acuerdo con cálculos del Banco Mundial.
La semana pasada aproximadamente cuatro millones de texanos se quedaron sin energía eléctrica en sus hogares debido a que los generadores térmicos -que operan con gas natural, carbón y otros combustibles– perdieron capacidad de operar debido a que las válvulas y ductos se congelaron.
La situación climatológica extrema en este estado, posicionado como el mayor productor de petróleo en Estados Unidos, derivó en la suspensión de trabajos de producción de crudo y gas natural, así como el cierre de una quinta parte de la capacidad de refinación de ese país.
Estas fallas en el suministro de energía también afectaron a México, primero con apagones en los estados fronterizos y luego con cortes y apagones programados de electricidad en varias zonas del país, toda vez que de Texas proviene 90 por ciento del gas que utiliza para la generación de electricidad.
Los cortes y apagones de energía provocados por fenómenos meteorológicos extremos han incrementado hasta 67 por ciento desde el año 2000 y 34 de los 50 estados del país del norte han experimentado estos aumentos en interrupciones eléctricas, advierte el análisis de Climate Central.
Aunque este estudio también admite la importancia de renovar la infraestructura energética del país, propone la evolución de energías como la solar para reemplazar las redes tradicionales.
Durante su campaña, el presidente de Estados Unidos prometió enfocarse en la generación de energía renovable y la innovación tecnológica en este sector en el que invertirá 400 mil millones de dólares en un periodo de 10 años.
Las medidas incluyen el establecimiento de “agresivos” límites de contaminación por metano que se generan como parte de la operación de gas y petróleo, el desarrollo de nuevos estándares en vehículos ligeros cero emisiones, así como la prohibición de nuevos arrendamientos de petróleo y gas en zonas públicas.
Además promete la reintegración de Estados Unidos al Acuerdo de París que se enfoca en revertir el cambio climático, que decidió abandonar el gobierno de Donald Trump en junio de 2017.
Los efectos del cambio climático también aumentarán el consumo de energía entre un cinco y seis por ciento cada año debido a que los aparatos de regulación del clima interior de casas o industrias se utilizarían con mayor frecuencia, advierte el organismos internacional de conservación, Greenpeace.
Pero las afectaciones eléctricas no son la única preocupación de los organismos internacionales que han alertado en torno a las consecuencias económicas y sociales del cambio climático. Crisis sanitarias, escasez de alimentos, la extrema polución del aire e incluso daños en zonas turísticas de los países, generarán afectaciones a la población.
De hecho uno de los efectos del cambio climático que ya se experimenta en muchos puntos del mundo son las migraciones de las personas que habitan puntos critícos como ciudades situadas en zonas bajas, zonas costeras vulnerables al aumento del nivel del mar y áreas de elevado estrés hídrico y agrícola.
En un escenario pesimista, el número de migrantes internos por motivos climáticos podría superar los 143 millones de personas para el año 2050 sobre todo de zonas África al sur del Sahara, Asia meridional y América Latina, de acuerdo con el reporte Groundswell del Banco Mundial.
Ante este panorama diversos organismos internacionales han hecho llamados a los gobiernos para que se enfoquen en invertir en infraestructura sustentable e innovación tecnológica para generar ciudades habitables, procurar emisiones bajas de carbono y la restauración de tierras degradadas.
De hecho, esta perspectiva de crecimiento puede generar ganancias económicas por hasta 26 billones de dólares hacia 2030 en comparación a si se continúa bajo los mismos estándares de desarrollo económico, apunta el Banco Mundial en su reporte The New Climate Economy.