Antagonismo en política energética entre México y EU
El próximo gobierno de Estados Unidos promete enfocar gran parte de sus recursos públicos en el impulso de energías limpias, que representa una visión muy diferente a la planteada por la 4T
María Fernanda NavarroEl próximo inquilino de la Casa Blanca y el ocupante de Palacio Nacional tienen ideas muy diferentes en torno al rumbo que debe seguir la política energética de sus naciones.
Joe Biden, virtual ganador de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, promete enfocarse en la generación de energía renovable y la innovación tecnológica en este sector; en tanto que Andrés Manuel López Obrador, al frente del gobierno mexicano, apuesta por el rescate de la industria a través del impulso de la producción nacional de las energías primarias, renovables y no renovables.
Pero, especialistas descartan que se presenten esfuerzos por parte de alguno de los dos gobiernos para incidir “agresivamente” en la política energética.
“Es muy probable que el nuevo gobierno en Estados Unidos ponga sobre la mesa las inconformidades (de inversionistas estadounidenses en el sector), pero lo va a hacer entendiendo que la integración comercial es muy clara, el tono va a ser diferente (con Joe Biden) pero no creo que exista una confrontación”, considera Arturo Carranza, analista y consultor energético.
Ambos países tienen una relación estrecha por el intercambio comercial de insumos energéticos. En 2019 el monto total de las exportaciones de México al país vecino fue de 13 mil millones de dólares, en tanto que las importaciones ascendieron a 34 mil millones de dólares, según cálculos de US Energy Information Administration.
El Plan de Biden, presentado durante su campaña, advierte que se invertirán 400 mil millones de dólares en un periodo de 10 años para impulsar las energías limpias e innovaciones en el sector.
Las medidas incluyen el establecimiento de “agresivos” límites de contaminación por metano que se generan como parte de la operación de gas y petróleo, el desarrollo de nuevos estándares en vehículos ligeros cero emisiones, así como la prohibición de nuevos arrendamientos de petróleo y gas en zonas públicas.
Además promete la reintegración de Estados Unidos al Acuerdo de París que se enfoca en revertir el cambio climático, que decidió abandonar el gobierno de Donald Trump en junio de 2017 y la semana pasada se formalizó este proceso.
“Ese negocio no está contemplado en países en vías de desarrollo o emergentes, está siendo importante en países de la comunidad europea, Estados Unidos, Argentina y Japón”, explica Ramses Pech, asesor de la industria energética.
En contraste, el gobierno de la Cuarta Transformación mantiene una batalla legal con empresas de energía renovable y organismos ambientales que han presentado recursos de amparo en contra de la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional, publicada en mayo de este año.
Dicha política establece una serie de limitaciones a la emisión de permisos para nuevas plantas eólicas o solares y prohíbe la construcción de proyectos en lugares que considere congestionados o con poca capacidad de transmisión.
Incluso el mandatario mexicano afirmó hace unas semanas que las energías limpias son “un sofisma” que han buscado la privatización de la industria eléctrica a manos de empresas extranjeras.
Pero la tensión escaló cuando un grupo de legisladores estadounidenses de los partidos Demócrata y Repúblicano enviaron una carta al presidente Donald Trump para solicitar su intervención con el gobierno mexicano y que permanezcan las reglas de inversión en la industria energética aprobadas durante la gestión de Enrique Peña Nieto.
política Energética, freno T-MEC
Pese a los conflictos en el horizonte, especialistas del sector energético señalan que la administración mexicana se ampara con el capítulo ocho del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) que determina pleno respeto a la soberanía de México sobre el petróleo y los demás hidrocarburos.
Sin embargo, no descartan la integración de controversias comerciales, también argumentando lo establecido en los capítulos y anexos del T-MEC y la poca conveniencia de México en un enfrentamiento con Estados Unidos.
“Los juicios internacionales no duran dos o tres meses. El problema no es que nos confrontemos sino cuál es el plan de México de largo plazo que necesitamos hacer para tratar de revertir el déficit en la balanza de intercambio en los insumos energéticos”, advierte Pech.