El equipo económico de Andrés Manuel López Obrador pretende mandar una señal de que su gobierno no será un vehículo de lo que el economista del MIT, Rudiger Dornbusch, denominó como “el populismo macroeconómico de América Latina”.
López Obrador, en aras de romper con el estigma de que su programa económico representa “un peligro para México”, anunció que, de ganar las elecciones, designará a Carlos Urzúa como secretario de Hacienda.
La cartera más importante en el diseño de la política económica estaría a cargo de un economista respetado por el mercado, graduado del ITESM y con doctorado en la Universidad de Wisonsin-Madison.
Urzúa, que fue secretario de finanzas del Distrito Federal en la primera mitad de la gestión de López Obrador como jefe de gobierno, representa un perfil eminentemente académico. Su trabajo abarca extensivamente el tema de las finanzas públicas y el del efecto distributivo de la política fiscal.
El nombramiento de Carlos Urzúa significaría que, por primera vez desde el sexenio de Zedillo, la Secretaría de Hacienda estaría a cargo de alguien que no estudió en el ITAM.
Carlos Serrano, economista en jefe de BBVA Bancomer, dijo al diario Financial Times:
Andrés Manuel López Obrador es referido como el candidato anti sistema por excelencia. En ese sentido, Citibanamex, JP Morgan y Eurasia Group, por nombrar algunas instituciones que podrían representar el sentir del exterior respecto a las elecciones presidenciales de México, han argumentado que es vital conocer cuál será el círculo cercano de López Obrador para disipar el velo de riesgo político que rodea a su candidatura.
A juzgar por la pieza que publicó el Financial Times el jueves pasado, el anuncio de gabinete del precandidato de Morena podría ser interpretado como una primer paso de validación de parte del exterior. Textualmente, el artículo de este diario dice que el gabiente “está diseñado para disuadir los miedos de que la segunda mayor economía de América Latina se convertirá en Venezuela”.
Enrique Cárdenas, un economista que dirige el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, refiere que “la designación del Dr. Carlos Urzúa en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y de la Dra. Graciela Márquez en la Secretaría de Economía deben brindar tranquilidad a los mercados”.
En su discurso público, López Obrador sugiere que el cambio de política económica es parte esencial de su agenda. La creación de los cimientos de un Estado de Bienestar y la implementación de una política industrial, evidentemente ausente en las últimas dos décadas, son los principales lineamientos de una plataforma económica que rompe con el proyecto oficialista.
Sin embargo, López Obrador y Alfonso Romo, el empresario regiomontano que funge como uno de sus principales asesores, insisten en que se preservará la estabilidad macroeconómica mediante una perspectiva de austeridad y de respeto a la autonomía del Banco de México.
¿Una académica para salvar el TLCAN?
La renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) le ha dado un protagonismo inusitado a la Secretaría de Economía, una dependencia que en las últimas tres décadas ha estado ocupada por tecnócratas especializados en comercio internacional.
Ante la falta de una política industrial clara, la Secretaría de Economía se ha enfocado en la negociación de tratados comerciales.
México es el país con más acuerdos multilaterales en el mundo.
El nombramiento de Graciela Márquez Colín a esta cartera rompe con este enfoque. Márquez Colín, doctora en historia económica por la Universidad de Harvard, se ha dedicado exclusivamente a la academia. Ha impartido cátedra en la Universidad de Chicago, en Harvard y en la UNAM. Es autora de innumerables publicaciones en materia de desigualdad, diseño fiscal y apertura económica.
En mayor grado que Urzúa, los textos de Graciela Márquez resultan particularmente críticos de lo que ella denomina como “el modelo neoliberal en México”.
No obstante, dada la coyuntura que enfrenta el país en relación a la posible derogación del TLCAN, el perfil de Márquez Colín no es visto con agrado por un sector relevante del empresariado mexicano.
La reforma en manos de Lutero
Probablemente el nombramiento más disruptivo del gabinete económico de López Obrador es el de Rocío Nahle, la coordinadora de Morena en la Cámara de Diputados, a la Secretaría de Energía.
Nahle es una de las críticas más vocales de la reforma energética y del manejo de Pemex en esta administración. Uno de los temores más visibles de la iniciativa privada y del exterior respecto a la agenda de Andrés Manuel López Obrador es la posibilidad de que se ponga a referéndum la reforma energética. Entre las declaraciones más estridentes de Rocío Nahle se encuentran los argumentos de que la reforma energética es un fracaso que exige la renuncia del secretario Pedro Joaquín Coldwell, que el gobierno federal está debilitando a Pemex y que el descubrimiento del “mega yacimiento” adjudicado al consorcio liderado por Sierra Oil & Gas ya se conocía desde antes de la licitación.
En este respecto, el mensaje de López Obrador es muy claro. Como secretaria de Energía, Rocío Nahle se convertiría en una de los dos miembros más importantes del consejo de administración de Pemex.
Conforme se acerca la elección de julio de 2018, los mercados emitirán una opinión más transparente sobre el gabinete económico de quien sigue siendo el candidato puntero en prácticamente todas las encuestas electorales: Andrés Manuel López Obrador.