En fechas recientes, liderazgos políticos de diversos países latinoamericanos han alzado la voz por lo que consideran es una intervención reiterada de Estados Unidos en asuntos que solo le competen a las naciones en sí; una relación que se complejiza ante el hecho de que la gran economía norteamericana aún cuenta con gran influencia en la región.
México, Honduras, Venezuela, Colombia; la lista de países que comparten el idioma y que reclaman la postura intrusiva de la nación con la economía más grande del mundo crece por la conducta de autoridades de dicho país que, ya sea por declaraciones o acciones, buscan generar acciones que “no atenten en contra de la democracia“.
Sin embargo, fijar dicha postura no resulta sencillo, sobre todo si se contempla que Estados Unidos figura como el principal socio en cuanto a Inversión Extranjera Directa se refiere para América Latina y el Caribe, según los datos de la Comisión Económica para América Latina (Cepal); un factor que visibiliza la asimetría que existe entre las naciones del continente para buscar establecer una postura de soberanía sobre sus asuntos económicos, comerciales, jurídicos y hasta mediáticos, señala a Reporte Índigo, Raúl Ornelas, investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
“No es lo mismo ser Estados Unidos y contar con los medios militares y económicos para ejercer la soberanía, que ser un país colonizado, dependiente o subdesarrollado; para naciones como México, Brasil o incluso Honduras que se encuentran en esta discusión con el hegemón estadounidense, se genera una disyuntiva en la que si sus gobiernos y las sociedades no buscan tener bases propias para la reproducción de sus proyectos nacionales, serán absorbidos por la potencia del norte del continente”, alerta el académico.
De lo anterior que, sin importar si se trata de impulsar una reforma judicial, revisar la viabilidad de un tratado de extradición, el visto bueno a un proceso electoral de orden presidencial, o la continuidad de las operaciones de una red social en una país; la postura estadounidense se ha pronunciado a través de autoridades, secretarías y organismos que incluso han llegado a impulsar golpes de Estado en naciones donde consideren afectados sus intereses, o el de las empresas de origen estadounidense; una conducta que en el caso de Bolivia ha sucedido decenas de veces.
“Nuestros enemigos se despiertan todos los días tratando de reemplazarnos, tratando de reemplazar la democracia, pero el equipo de la democracia que estoy viendo es mucho más fuerte que el de nuestros enemigos de la autocracia”, ha señalado Laura Richardson, jefa del Comando Sur estadounidense, sobre lo que su nación considera un riesgo para el orden político y económico de la región.
China, otro factor de disputa entre Estados Unidos y los países de la región
Además de que impulsar asuntos domésticos fuera de la lógica estadounidense pueda generar conflictos entre la nación norteamericana y los países latinoamericanos, el acercamiento de la región con China ha figurado como otro factor de confrontación entre las naciones del continente, ya que la economía líder del mundo occidental encuentra en ese vínculo, que puede medirse a partir de la cantidad de importaciones de origen chino que los países latinoamericanos o los proyectos de colaboración en materia de infraestructura, un peligro que amenaza su condición privilegiada.
“Hoy China cuenta con una muy significativa y creciente presencia, a todos los niveles, dígase cultural, político, de cooperación y hasta tecnológica en la región; hoy ya no podemos imaginarnos un día sin chinos en México, por ejemplo, por eso es una de las relaciones más significativas que se ha logrado construir en la historia de América Latina y el Caribe”, considera Enrique Dussel Peters, coordinador del Centro de Estudios China-México de la Facultad de Economía de la UNAM.
Impulsar una condición de soberanía en América Latina no resulta fácil
Ante el panorama descrito, resulta difícil que las naciones latinoamericanas puedan abrirse paso e impulsar proyectos de nación e iniciativas que procuren los intereses propios antes que los extranjeros, coinciden los expertos consultados por este medio; sobre todo por el hecho de que dichas ideas no cuentan con bases sólidas que planteen un proceso largo y articulado de interés nacional.
La disputa política interna dentro de las naciones latinoamericanas, y su reflejo a partir de las agendas que cada grupo en el poder desea impulsar son una muestra de ello.