Milagro latino
La crisis que ha caracterizado a las economías de América Latina y de Sudamérica, en particular no ha frenado la entrada de capital extranjero tanto en forma directa como el financiero; lo cual no tiene precedentes.
Hay varios indicadores que demuestran la capacidad de América Latina para impedir que se frene el financiamiento externo, lo cual es una buena noticia, y sobre todo que parecería que será sostenible por más tiempo.
Lourdes González
La crisis que ha caracterizado a las economías de América Latina y de Sudamérica, en particular no ha frenado la entrada de capital extranjero tanto en forma directa como el financiero; lo cual no tiene precedentes.
Hay varios indicadores que demuestran la capacidad de América Latina para impedir que se frene el financiamiento externo, lo cual es una buena noticia, y sobre todo que parecería que será sostenible por más tiempo.
De ocurrir esto daría a los gobiernos de la región un respiro macroeconómico para no recurrir a nuevas políticas de contracción y de esa forma sus economías participarían en la recuperación global en marcha.
En el pasado, cuando ocurría un desequilibrio en la región, se frenaba el flujo de capital; por ejemplo, los problemas de deuda latinoamericana de los años 80 provocó una interrupción de ocho años.
Otro caso fue la crisis financiera asiática de mediados de 1997 y luego se extendió a las economías emergentes, lo que ocasionó una parálisis de seis años, explicó José Antonio Ocampo, profesor de la Universidad de Columbia.
Cambio de rumbo
Sin embargo, desde la reciente crisis de 2008, esa tendencia cambió, de tal manera que el flujo de capital se frenó sólo un año.
Pese a la magnitud del choque inicial, la inversión y los márgenes de riesgos se fueron normalizando, a partir de 2009, cuando el financiamiento en bonos en América Latina empezó a subir.
La inestabilidad que ocurrió después han tenido un impacto menor en el flujo financiero.
Algunos factores que han marcado este fenómeno fue que en 2013, la Reserva Federal de Estados Unidos empezó a revertir el programa de compra de bonos, y los precios de las materias primas cayeron a mediados de 2014.
Luego ocurrieron los acontecimientos en China y más reciente fue la elección presidencial en Estados Unidos; en ese contexto, la Reserva Federal subió en dos ocasiones su tasa de interés de referencia.
El investigador explicó que el freno más prolongado en el financiamiento de bonos que ocasionaron estos choques fue en el segundo semestre de 2015, cuya duración fue de seis meses.
Una señal más evidente fue con las dos alzas recientes de las tasas de interés de la Fed, que no impactaron sobre los márgenes de riesgo y flujos financieros, aunque se ha traducido en tasas de interés más elevadas en América Latina.
Con la elección de Donald Trump crecieron los márgenes de riesgo en la región, en menos de un punto porcentual, lo cual se esfumó hacia finales de 2016.
De manera paralela todos los países latinoamericanos, con excepción de Venezuela han atraído el financiamiento externo privado.
Al respecto destaca el caso de Brasil, que tuvo acceso a los mercados de capitales incluso en la crisis política del año pasado.
También Argentina registró la mayor emisión de bonos en la historia de América Latina, después de un acuerdo con acreedores de una anterior reprogramación de deuda. Ecuador realizó varias colocaciones de bonos.
Durante el primer trimestre de 2017, la emisión de bonos en Latinoamérica creció 53 por ciento, con un menor costo.
En lo que corresponde a México, que ha sido uno de los principales objetivos de las amenazas proteccionistas de Donald Trump tampoco ha registrado un efecto adverso en su financiamiento externo.
Aunque la llegada de Trump a la Casa Blanca provocó una depreciación del peso mexicano, el tipo de cambio volvió a recuperar terreno en su cotización frente al dólar, para volver a niveles anteriores a la elección presidencial estadounidense.
En ese logro también jugó un papel importante las medidas del Banco de México, como las coberturas cambiarias.
De hecho, el Banco de México destacó en la minuta de la última reunión de política monetaria, que en las semanas posteriores a la decisión de alza en tasas de interés en 25 puntos base, que los mercados financieros en el país registraron un comportamiento favorable.
En ese sentido, el peso mexicano logró una apreciación de 7.8 por ciento, destacándose como la divisa con el mejor desempeño observado dentro del complejo de monedas de países emergentes, lo cual fue acompañado de una importante mejora en las condiciones de operación del mercado cambiario.
Dentro de los factores que apoyaron a este resultado fueron: el fortalecimiento de la posición monetaria relativa de México frente a otros países, el anuncio de las coberturas cambiarias por parte de la Comisión de Cambios, el tono más conciliador por parte de distintos funcionarios del gobierno estadounidense, respecto a la relación bilateral entre México y Estados Unidos.
Otro de los elementos fue la confirmación de un proceso gradual de normalización de la política monetaria en Estados Unidos.
De esa forma, la expectativa para la cotización de la moneda nacional para finales de 2017 y 2018 disminuyeron de manera importante, expuso el Banco de México.
Además, precisó que se han observado importantes flujos de entrada hacia activos de renta fija y renta variable de países emergentes, los cuales revirtieron en su totalidad los montos de salidas observados en las semanas inmediatas posteriores a las elecciones en Estados Unidos.
Estimó que para el futuro persisten una serie de riesgos que podrían generar inestabilidad y un repunte en la volatilidad de los mercados financieros.
Las valuaciones de algunos activos parecen elevadas, y por lo tanto, son susceptibles de correcciones repentinas; lo cual podría producirse por la normalidad más acelerada de la política monetaria en economías avanzadas o como resultado de una menor probabilidad de que se implemente una política fiscal expansiva y una menor desregulación en Estados Unidos.
Esto también repercutiría en la actividad económica del país.