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Cuando los países emergentes apenas comenzaban a consolidar una recuperación económica después de la crisis financiera del 2008, una nueva sombra los acecha.
Países como México, Brasil y China consiguieron revertir los efectos negativos de la crisis debido en gran parte al crecimiento acelerado de deudas en el sector privado. Tanto consumidores como empresas se lanzaron a obtener préstamos que hoy en día representan un peligro ante su posible incobrabilidad.
Especialistas como Satyajit Das, autor de varios libros sobre riesgos financieros, afirma que las tasas de interés cercanas al cero por ciento en Estados Unidos y otros países desarrollados ha mantenido un costo bajo de los endeudamientos de forma artificial.
Si las instituciones financieras en los mercados emergentes comienzan a tener problemas para cobrar los préstamos, estaríamos ante la cara de una nueva crisis financiera.
La amenaza cobra fuerza si se toma en cuenta las declaraciones sobre el inminente fin al estímulo por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos. Una vez que el gobierno estadounidense deje de inyectar dinero a su economía, los países emergentes se enfrentarán a nuevas condiciones de mercado.
En la mayoría de los mercados emergentes el aumento del crédito ha superado los niveles del crecimiento económico. China, por ejemplo, registra un nivel de endeudamiento de las empresas en 132 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), 28 por ciento más de lo que tenía en el 2008. Por su parte, Brasil pasó del 53 por ciento de endeudamiento del PIB a principios de la crisis, a 68 por ciento en este año.
Del mismo modo que ha pasado en los países desarrollados, especialistas afirman que las autoridades emergentes se verán forzadas en rescatar a los bancos en riesgo de quebrar con motivo de otorgar malos préstamos. Lo anterior provocaría una deuda pública más grande junto con, en el peor de los casos, la creación de un círculo vicioso entre la carga de la deuda y la caída de las monedas.
En Brasil el número de préstamos incobrables subió a un récord de 8.2 por ciento en mayo de este año, para estabilizarse en el 7 por ciento a partir de septiembre. La presidenta Dilma Rousseff ha tomado acciones para limitar el nivel de endeudamiento de tres bancos estatales y reducir en un 20 por ciento los préstamos de la banca de desarrollo.
Aunque al mismo tiempo otros bancos del sector privado han comenzado a disminuir sus créditos, diversos economistas son escépticos acerca de que la medida fue tomada con tiempo suficiente.
La apuesta de Peña
A punto de cumplir un año en el poder, el gobierno de Enrique Peña Nieto se enfrenta ante su más grande reto político. La decisión de cabildear en el Congreso diversas reformas estructurales al mismo tiempo ha reducido fuertemente su nivel de popularidad y credibilidad.
En lo que empezó como un año de ensueño con el Mexican Moment, se ha convertido en la gran decepción. Los pronósticos de crecimiento se han reducido en más de una ocasión y existen analistas que esperan que México reporte al cierre del año un crecimiento por debajo del 1 por ciento.
Ante la tempestad, Peña Nieto ha apostado su primer año como presidente a una polémica reforma energética que pretende aumentar la participación de la inversión privada en Pemex. A pesar de que la iniciativa se ha topado contra una fuerte oposición popular dirigida por el PRD, los mercados han mostrado una gran optimismo de que la medida pasará a finales de año con el apoyo del PRI y PAN.
Ante la gran carga fiscal y laboral que mantiene la paraestatal, el discurso oficial afirma que es necesaria la participación de capital privado para explotar el potencial de las reservas energéticas nacionales. La modificación a la constitución mexicana espera liberalizar el mercado y reducir los costos de energía que han afectado fuertemente la competividad de la industria manufacturera.
El mismo presupuesto de ingresos y egresos de la federación para el 2014 respalda sus cifras con la aprobación de la reforma energética. El resultado que obtenga Peña Nieto podrá marcar de manera definitiva el resto de su sexenio.
Balanza de pagos
La deuda del sector privado en proporción del PIB sigue creciendo en México. En el 2008 este indicador se encontraba en 23.1 por ciento, pero las últimas cifras emitidas por el Banco Mundial para el 2013 lo ubican en el 27.7 por ciento.
A pesar de que el último reporte del Banco de México (Banxico) muestra un incremento de la reserva internacional bruta de 6 mil 101 millones de dólares, el principal motivo del fortalecimiento económico fue por parte de la inversión financiera.
Lo anterior significa que el país está todavía lejos de evitar los problemas de endeudamiento que enfrentan economías emergentes.
De acuerdo con información de Banxico, la cuenta corriente de la balanza de pagos registró en el tercer trimestre del año un saldo deficitario de 5 mil 457 millones de dólares. Dicho saldo fue el resultado de la diferencia entre el déficit de 5 mil 59 millones de dólares en la balanza de bienes y servicios más 5 mil 988 millones de dólares en la renta y el superávit de 5 mil 590 millones de dólares de la balanza de transferencias.
La balanza de pagos es el registro sistemático de todas las transacciones económicas efectuadas entre los residentes en México y el resto del mundo.