Sea cual sea su futuro en el primer Grand Slam del año, Kimiko Date-Krumm ya dejó huella en el Abierto de Australia con la victoria que consiguió en su debut en el torneo.
Tras derrotar 6-2 y 6-0 a la rusa Nadia Petrova, duodécima favorita de la competencia, Date-Krumm, con 42 años y 109 días, se convirtió en la ganadora más veterana de un partido de individuales en la historia del torneo australiano.
Comer mucho, dormir suficiente y beber mucho líquido, esos fueron los argumentos que dio la tenista nipona tras protagonizar una de las primeras sorpresas del evento y asegurar su pase a la siguiente ronda.
Date-Krumm es una deportista con historia en este deporte. Llegó a principios de la década de los 90 a ser cuarta del ranking mundial y tres veces semifinalista de torneos de Grand Slam antes de retirarse por cansancio en 1996.
Después de 12 años decidió volver a jugar y su éxito fue sorprendente, porque conquistó tres títulos.
El triunfo de la tenista japonesa acaparó las miradas en el torneo.
Y es que ella es de la época de Steffi Graf, Mónica Seles, Arantxa Sánchez y Gabriela Sabatini, pero esta vez se enfrenta a rivales que entrenan de una manera diferente a la de años atrás, que viajan constantemente para participar en competencias y que podrían ser sus hijas. O peor aún, como lo menciona la propia Kimiko: “Algunas madres de mis rivales son más jóvenes que yo”.
Otro de los puntos que le han funcionado a la jugadora de más de cuatro décadas de edad es el “entrenamiento funcional”, un programa que se centra en trabajar los músculos en función de los movimientos naturales que se realizan de manera cotidiana.
Para Date-Krumm, este entrenamiento le ha permitido alejarse de las lesiones y sentirse en gran forma.
A estos beneficios ahora habrá que sumarle el hecho de que Kimiko ya hizo historia en el Abierto de Australia.