Un torneo diferente
Por más de un siglo, Wimbledon ha sido protagonista de la historia del tenis y este año no es diferente.
En el primer día, Venus Williams perdió contra Elena Vesnina, mientras que Maria Sharapova cayó en la cuarta ronda.
Sin embargo, fuera de la cancha, Wimbledon también ha sentando importantes precedentes.
Desde los años 20, el club de tenis All England Lawn, en el cual se ha jugado el Grand Slam desde 1877, financia sus actividades de una manera muy particular.
El club vende bonos, como cualquier otro gobierno del mundo.
Eduardo FloresPor más de un siglo, Wimbledon ha sido protagonista de la historia del tenis y este año no es diferente.
En el primer día, Venus Williams perdió contra Elena Vesnina, mientras que Maria Sharapova cayó en la cuarta ronda.
Sin embargo, fuera de la cancha, Wimbledon también ha sentando importantes precedentes.
Desde los años 20, el club de tenis All England Lawn, en el cual se ha jugado el Grand Slam desde 1877, financia sus actividades de una manera muy particular.
El club vende bonos, como cualquier otro gobierno del mundo.
Se trata de un instrumento financiero en el cual se promete regresar al inversionista su inversión inicial más un pago fijo.
Así los inversionistas ayudan a que se puedan pagar obligaciones y obtienen una ganancia en el proceso.
Pero Wimbledon hace las cosas un poco diferentes.
En lugar de ofrecer rendimientos de dinero a los inversionistas, les pagan a estos con boletos para el torneo.
Cada bono da derecho a un boleto para cada día de las dos semanas que dura el campeonato y sus tenedores obtienen preferencia en la lista de espera para comprar bonos posteriormente.
Los bonos han aumentado de precio porque los boletos para el torneo son pocos y difíciles de obtener.
Por ejemplo, la cancha más importante tiene tan solo 15 mil lugares disponibles.
A los miembros del club se les garantiza un asiento, pero solo hay 375 de ellos. Los demás boletos están disponibles para los tenedores de bonos o se asignan mediante una rifa pública con una larga lista de espera. Además, los boletos públicos son intransferibles.
Aquello significa que para ir al torneo, uno debe comprar boletos a los tenedores de bonos o tener uno, lo que hace de estos un pedazo de papel muy valorado.
La mayor demanda por los boletos y la poca disponibilidad de asientos, ha hecho que el precio de los bonos se haya incrementado de manera considerable en los últimos años.
Michael Dyson, quién maneja transacciones en la firma de inversiones Investec en el centro financiero de Londres, asegura que para esta edición del tercer Major de la temporada, los bonos se cotizaron en 66 mil libras (aproximadamente un millón 300 mil pesos), más del doble de lo que estaban hace pocos años, sin duda una excelente inversión incluso si no eres fan del tenis.