El futbol, aunque algunos quieran verlo radicalmente, solo es un juego. Siempre lo será. La pasión que despierta en sus protagonistas y espectadores es envidiable; lo inadmisible es cuando ese fanatismo trastorna el sentido del deporte al borde de la locura desenfrenada.
Contra ese desenfreno que ha causado tragedias en todas partes del mundo, parece que comienza a brotar una solución: un tercer tiempo para el futbol, o lo que es lo mismo un último lapso para volver caballeros a quienes pierden la razón.
Hace dos semanas, en el clásico de la ciudad de La Plata entre Estudiantes y Gimnasia terminó en una batalla campal sobre el terreno de juego.
Pasó de un duelo de fut a una riña campal con 16 jugadores sancionados, y con castigos entre uno y ocho partidos de suspensión.
Es esa violencia en el futbol argentino la que busca erradicar una novedosa iniciativa, la cual propone adoptar en todas las categorías del deporte del balón una de las tradiciones más nobles del rugby, el tercer tiempo.
¿Qué es exactamente el tercer tiempo? ¿Para qué sirve? ¿Realmente tiene sentido y efecto en quienes se dejan llevar por la ira en la derrota del futbol?
El tercer tiempo del rugby no es algo nuevo, es más bien una tradición moral en la que los jugadores de los dos equipos se reúnen luego de su partido con el objetivo de convivir, compartir alimentos, bebidas y socializar fuera de la cancha.
En el troisième mi-temps en idioma francés o tercer tiempo en español, se calman los ánimos caldeados, los deseos de destrucción y la rabia que surge de la frustración por un resultado u objetivo no conseguido.
Se busca resaltar el juego limpio que defiende el rugby, suavizando las asperezas que pudieron surgir en el campo.
Apenas el domingo pasado en Córdoba, Argentina, un joven asesinó a balazos al árbitro de un partido de futbol de barrio por su enojo tras haber sido expulsado. El jugador le había propinado un golpe a un rival, entonces al ver la tarjeta roja se dirigió a la banca, de su mochila sacó un arma y le disparó al silbante.
Partiendo del ejemplo de lo que ocurre en el rugby, en la propia Córdoba surgió una iniciativa de llevar el tercer tiempo al futbol.
“Es algo que comenzamos hace cuatro años, cuando vi que en un partido acorralaron a un árbitro y a su asistente en el vestuario”, declaró Leonardo Bigi, entrenador de rugby y creador de la Fundación Pueblo Rugby, a BBC Mundo.
El proyecto, que cuenta con el apoyo de las autoridades regionales y la participación de exfutbolistas profesionales, ha tenido una gran aceptación en los partidos de las categorías inferiores de la Liga Cordobesa, así como en los pilotos que se han llevado a cabo en uno de los derbis de la ciudad entre Belgrano y Talleres.
¿Cuáles han sido los resultados? En esta convivencia los jugadores tuvieron la mejor predisposición. “Incluso en uno de los partidos Belgrano perdió y los futbolistas asistieron al tercer tiempo”, contó Bigi.
A raíz de esa experiencia es que ahora quieren extender la tradición hasta la Primera División para que sea el más claro ejemplo a otras categorías, y en un futuro para otras naciones con la misma problemática deportiva y social.
“Lo que yo digo es que si un chico comienza a jugar a los seis, siete años al futbol, cuando llegue a los 15 años ya conocerá y tendrá empatía por su rival.
“En ese tiempo habrá ido a muchos terceros tiempos en los cuales habrá podido intercambiar palabra o algún gesto. Eso nos humaniza y nos saca de la cabeza esa idea de que el es algo de vida o muerte”.
La iniciativa de Bigi fue respaldada desde sus inicios por el ministerio de Desarrollo Social de Córdoba, pero ahora también llegó al ministro de Deportes de la Nación, Carlos McAllister, y al presidente de la Agencia Córdoba Deportes, Oscar Dertycia.
Tanto McAllister como Dertycia fueron destacados futbolistas y llegaron a vestir la camiseta albiceleste de la selección.
“La idea es que después de cada partido de primera división, digamos como un Boca-River, haya una directiva de la AFA (Asociación de Futbol Argentina) que impulse a los jugadores a participar en un tercer tiempo”, explicó Bigi.
Aunque existe poca información o desconocimiento total del llamado tercer tiempo, esta costumbre noble en el rugby podría funcionar en los países donde la violencia y el futbol parecen ir más de la mano.
Egipto, Turquía, Brasil, Argentina, Italia, Alemania y México, son algunas naciones que han registrado hechos delictivos dentro y fuera de las canchas, con saldo negativo e incluso personas fallecidas.
“Necesitamos cambiar esa pasión errada que hay en el futbol argentino, a través de medios que culturicen la que es la mayor expresión popular en Argentina, el futbol”, aseguró el entrenador de rugby.