Hace 10 años, para ser más precisos el 6 de febrero de 2011, Aaron Rodgers alcanzó el punto más alto con los Green Bay Packers: ganó el Super Bowl XLV a los Pittsburgh Steelers y con ello se quitó la “sombra” del legendario Brett Favre.
Mientras el “General” estuvo en los controles de la ofensiva de Green Bay, Rodgers apenas jugó en sus primeras tres temporadas siete partidos y fue para la campaña de 2008 que el ahora famoso número “12” se hizo cargo.
Y, sin duda, esos tres años al lado de Favre en las laterales le sirvieron a Aaron, pues le tomó la misma cantidad de temporadas ser campeón de la NFL; sin embargo, una década después, este QB y los Packers siguen viviendo de ese recuerdo.
Siempre contendientes, pero les ha faltado ese “algo” que pocos tienen para llegar al Super Bowl. Desde su último título, Green Bay se ha quedado cuatro veces en la Final de Conferencia, la última de ellas, la temporada pasada tras caer en casa ante los Tampa Bay Buccaneers.
Su derrota en el legendario Lambeau Field, permitió que las huestes dirigidas por Tom Brady se convirtieran en el primer equipo de la NFL en jugar un Super Tazón en casa. Esto, a pesar de que los llamados “Cabezas de Queso” eran favoritos en las apuestas.
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Tras un fracaso más, Rodgers, el tres veces MVP de la liga (ganó la última distinción en 2020) mostró su intención de no volver este año con Green Bay. Fueron meses de rumores sobre su posible salida, pero finalmente ambas partes llegaron a un acuerdo y en 2022, si así lo desea, el quarterback podría cambiar de aires.
“No quiero una gira de despedida. No sé qué pasará después de esta campaña, pero la disfrutaré apropiadamente, no como si se tratase del final. Lo voy a disfrutar como nunca”, dijo Rodgers, luego de presentarse finalmente a los entrenamientos con los Packers.
A sus casi 38 años, y con 17 temporadas en la NFL (contando la que está por iniciar), el retiro es una opción también viable y, de alguna manera, el quarterback lo ha dejado entrever.
“Estoy contento de haber disfrutado cada momento, estoy contento porque lideré del modo en que deseaba liderar y esperaba esas conversaciones con ciertos tipos que necesitaban una charla, en ocasiones.
“Me quité los audífonos y disfruté lo que me rodeaba, los viajes, y el tiempo con los chicos. Sí, es un buen ejemplo, seguro”, afirmó.
Pero más allá de la nostalgia, la realidad refleja que será una campaña mucho más complicada que la anterior y que llegar al Super Bowl es una meta que luce difícil de lograr.
Por ello, aún pesa la oportunidad que desperdiciaron la campaña pasada cuando eran claros favoritos tras tener un récord de 13-3. Para este 2021, enfrentarán a Pittsburgh, Cleveland, Baltimore, LA Rams, Seattle y Kansas City y así, el tener el mismo número de victorias que en 2020 es poco probable.
Vale señalar que en su calendario hay cinco juegos en horario estelar, lo que significa que la NFL quiere mostrar todos los detalles de “la novela Rodgers”.
Y mientras Aaron esté al mando, los Packers son uno de los mejores equipos de la Conferencia Nacional pues tienen un récord de 126-63-1 con él como titular. En 2020, por ejemplo, fueron la ofensiva número uno de la liga.
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Sin embargo, es difícil decir que Green Bay volverá a tener tanto éxito como en 2020, sobre todo porque no hizo nada notable en la agencia libre aparte de retener al corredor Aaron Jones.
Lo mejor que se puede decir sobre la temporada baja de los Packers es que en realidad no perdieron mucho del equipo. El centro Corey Linsley fue la mayor derrota y lo abordaron en el Draft con la selección de Josh Myers.
A la defensiva, está ese “algo” que les impidió llegar al Super Bowl hace una campaña. Fue la número 13 de la NFL, con un promedio de 23.1 puntos recibidos por juego. Para reforzarla trajeron al linebacker De’Vondre Campbell de Arizona, pero prácticamente es la misma que el año anterior. Sí o sí deben mejorar.
Así, el “último baile” de Rodgers con Green Bay está presupuestado para tener su parte más emotiva en Playoffs.
