En el pecado llevó la penitencia. Sergio Pérez se salió del libreto en Mónaco porque al ponerse agresivo en busca del protagonismo, el precio a pagar por ello le salió muy caro.
Ofrecer una buena carrera fue el objetivo y al mismo tiempo una condena para el mexicano de McLaren, ya que dos rebases y un contacto fueron suficientes para abandonar el Gran Premio en Monte Carlo con insultos de sus enemigos y sin unidades para sumar.
En El Principado, donde Nico Rosberg ganó treinta años después de que lo hiciera su padre, el volante azteca ofreció un espectáculo al ser uno de los que más arriesgaron por escalar. Adelantó sobre Jenson Button y Fernando Alonso, pero al buscar el rebase sobre Kimi Raikkonen, sobre el fin de la carrera le cayó la mala suerte.
Después del primer safety car tras el choque de Pastor Maldonado, el mexicano intentó pasar al finlandés a la salida del túnel, pero Kimi le redujo el hueco y chocaron. Esto mermó los frenos de Pérez por lo que a falta de seis vueltas y cuando rodaba en quinto, tuvo que abandonar.
“Es frustrante retirarse de un Gran Premio en el que se ha pilotado fuerte, especialmente cuando estás tan cerca del final. Estoy extremadamente decepcionado”, declaró Pérez.