Su rivalidad traspasó fronteras dentro de los encordados de la lucha libre, pues sus enfrentamientos mezclaban sangre, patadas, golpes, llaves y contrallaves que enardecían a los aficionados sin importar el bando al que apoyaran. Así recuerda Ringo Mendoza al Perro Aguayo, quien falleció este miércoles a los 73 años, dejando un raudal de historias de éxito y de drama en los encordados, especialmente en la Arena México donde se vivieron los choques más ardientes entre ambos gladiadores.
Él era un rival de esos que sólo existieron antes. Era un rival que sólo te quería humillar donde fuera, en el gimnasio o en el ring, ése era el papel del Perro, un verdadero rival dentro y fuera del cuadrilátero que te hacía saber que si eras su enemigo, no tenías descanso, recuerda con la voz entrecortada el Profesor Mendoza en entrevista con Reporte Índigo.
Aunque su enemistad fue más allá de los encordados, pues Mendoza asegura que “no podíamos ni comer juntos”, ‘El Indio de Mezcala de la Asunción’ menciona que esa actitud que tomaba era porque Don Pedro, a quien llamaba así por respeto, sabía cómo manejar su personaje en este negocio, pues entendía que si eran enemigos, eso se tenía que respetar sin ninguna restricción.
“Recuerdo que si yo estaba en un restaurante con varios compañeros más de la profesión, él se apartaba de todos y se iba a la otra esquina solo, ya que no le gustaba convivir conmigo, él siempre me lo dijo hasta el último día que nos enfrentamos: ‘Aquí uno de los dos sobra, porque si estoy yo, no puedes estar tú’. Soy sincero y la verdad es que nunca tuvimos un roce de amigos, siempre supimos que éramos enemigos”, relata.
El Perro Aguayo perdió en 12 ocasiones su cabellera en luchas de apuestas, de todos esos combates sólo Ringo Mendoza pudo hacerlo dos veces, y aunque aquellos enfrentamientos ya tienen más de 30 años de haber pasado, los recuerdos para el Profesor son nítidos y rememora que el ‘Can de Nochistlán’ no era un luchador normal, sino un adelantado a sus tiempos.
“Son tantos recuerdos los que me tocó vivir con él, pero algo que le tenías que destacar al Perro Aguayo es que no había un rival cómo él, le hacía honor a su nombre, no te dejaba descansar, era un perro, no te daba espacio, él quería seguir luchando porque decía que el público pagaba para vernos luchar, no para descansar y eso es algo que muy pocos luchadores entienden.
“Con todo el respeto que se merecen los luchadores de ahora, que son muy buenos, ninguno podrá hacer lo que El Perro Aguayo hacía, porque ahora todo son vuelos y juego de cuerdas, pero en la actualidad no hay un solo luchador que te haga prender una Arena México o cualquier arena con una llave o una contrallave como lo hacía el Perro”, asegura.
Perro Aguayo, sólo uno
Ringo Mendoza indica que Pedro Aguayo Damián dejó un legado muy alto para todos los luchadores rudos en este deporte, pues aunque sus movimientos son imitados por varios gladiadores de la nueva generación, jamás tendrán esa ‘magia rabiosa’ que el Perro tenía cada vez que se subía a luchar.
“Yo que lo enfrenté te puedo decir que como El Perro Aguayo podrá haber muchas imitaciones, pero muchas, sólo que ninguna va a igualarlo, porque Perro sólo hay uno y nada más, esa es la leyenda que él nos dejó”, menciona Ringo.
El Perro Aguayo fue velado durante este jueves en Guadalajara, donde residía, y a donde se dieron cita varios luchadores veteranos y de las nuevas generaciones para despedir al ídolo de rudos y técnicos y rendirle un homenaje por su calidad. Sus restos serán cremados este viernes.