La mesa estaba puesta, todo había salido a pedir de boca. Un MVP elegido por unanimidad, el mejor arranque de temporada (24-0), el mejor registro en temporada regular (73-9), y por si fuera poco, contaban con el coach del año: Steve Kerr.
Con todos estos números y récords batidos en la duela, la pelea por el reinado en el viejo oeste parecía un trámite. Las apuestas ponían a los Golden State Warriors como los favoritos, no habría complicaciones.
La sombra de los Bulls comenzaba a verse lejana, pero de un solo golpe el Thunder bajó de su nube al actual campeón de la NBA.