Con una defensa que fue la quinta peor de la temporada, la clasificación a postemporada de los Texanos de Houston se debió gracias a que los Titanes tardaron en reaccionar y que en su división comparten con Jacksonville e Indianapolis.
Para este año, el equipo más joven de la NFL le dio una nueva responsabilidad a Bill O’Brien, su entrenador, quien ahora también tiene poder de decisión en la oficina y sus primeras negociaciones han desatado críticas.
Los Texanos dejaron ir a DeAndre Hopkins, uno de los mejores receptores de la liga, y obtuvieron en cambio a David Johnson, quien cargará con el peso de la ofensiva terrestre. También llegaron los receptores Brandin Cooks y Randall Cobb, que aportarán experiencia pero tienen mucho riesgo de lesiones.
El éxito de Texanos de Houston dependerá totalmente de lo que haga su quarterback, DeShaun Watson, un estelar pasador y que aporta también en acarreos de balón, que está en la parte final de su contrato y podría destacar para buscar una firma multimillonaria o que otro equipo lo negocie.
Defensivamente podrían mejorar con el regreso de JJ Watt, aunque enfrentarán un calendario muy complicado, principalmente al inicio, sumado a la mejoría de los Titanes y Potros, los podría condenar, aunque se salvarán del sótano divisional, reservado para los Jaguares.