Los mariachis callaron para el Rayo de Jalisco Jr.
Se cumplen 30 años de una de las mejores luchas de apuestas en la historia; la noche en que conocimos el rostro de Carmelo Reyes, despojado de su máscara por el Rayo de Jalisco Jr.
Manuel SebrerosUn joven Rayo de Jalisco Jr. estaba consumido por los nervios aquella tarde–noche del 21 de septiembre de 1990 y, como dice un buen mexicano, “parecía león enjaulado” mientras estaba en su casa, pues ese día en la Arena México tendría que demostrar quién era “el más macho de Guadalajara”, si él o Cien Caras, en una lucha de apuestas.
“Yo ya quería que llegara ese día porque estaba muy nervioso, no dormía, no comía, y eso ocasionaba que no estuviera tan concentrado porque estaba con muchos nervios, porque era una responsabilidad muy grande el enfrentarme a un gran rudo como lo es Cien Caras”, explica el “mexicanísimo” Rayo en entrevista con Reporte Índigo.
Ese día la rutina fue diferente, y al hacer todo con tiempo de anticipación tenía espacio disponible para tranquilizar sus nervios; sin embargo, el Jr. no podía pensar más allá de lo que no estaba en sus manos, y para su fortuna, ese día, conoció en propia persona el dicho: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”, ya que su padre, Rayo de Jalisco, le aconsejó que se fuera más temprano de lo normal a la Arena México pues todo sería un caos por lo que representaba aquella lucha.
“Ese viernes mi papá llegó temprano a la casa de Ciudad de México, comimos muy temprano, como a las 12 del mediodía, y después de eso me preguntó que a qué hora nos íbamos a ir, yo estaba acostumbrado a irme como entre 6 o 6:30 para llegar a la arena a las 7:30 porque el camino estaba en corto, y mi papá me dijo: ‘No, nos vamos a ir a las 5’ yo me quedé así de por qué a las 5 de la tarde, y él sólo agregó: ‘Yo sé lo que te digo’.
“Cuando llegué a la Arena México, la verdad es que entendí el porqué mi papá quería que nos fuéramos a la 5 de la tarde, había mucha gente. Con decirte que me tuve que bajar del carro en la avenida y caminar, porque no pude entrar con el carro al estacionamiento, mi sorpresa fue que tardé una hora para atravesar el estacionamiento y poder llegar a vestidores, y eso que no está lejos, pero tardé ese tiempo porque la gente no me dejaba pasar entre abrazos, regalos y buenos deseos que me daban”, recuerda mientras se frota las manos.
Tras atender a los fans y llegar a los vestidores con los regalos que le habían dado durante el camino, Rayo de Jalisco Jr., quien ahora radica en Guadalajara, relata que sus nervios aumentaron estando entre la multitud, ya que “la gente estaba loca de la emoción”, pues en las noticias habían reportado que una barda se había caído, lastimando a los aficionados.
“Entré al vestidor, me senté, y comienzo a escuchar la noticia de que habían golpeado a los de la puerta y se metió la gente a fuerza, ya la gente no cabía y se escucha que habían tumbado una barda de allá de gradas, y yo al oír eso, le pedía a Dios que ya me dejara salir porque no aguantaba los nervios”, agrega.
El guitarrazo
El momento llegó, el primero en subir al ring fue Cien Caras, “yo antes de ir al ring me asomé y había mucho ruido”, relata Rayo de Jalisco Jr., cuyo arribo al cuadrilátero fue de una forma singular. En ese tiempo los luchadores tenían que caminar entre pasillos para llegar a su destino; no obstante, esa noche “El Mexicanísimo” fue llevado en hombros y recibido al son del mariachi, pero al poner el primer pie en el ring la historia se comenzó a escribir.
Las marcas de la victoria del Rayo de Jalisco JR
Después de ganar esa noche la máscara de Cien Caras, a quien después conocimos como Carmelo Reyes, Rayo de Jalisco Jr. comenta que siguió luchando sin complicaciones, hasta las fechas de Navidad.
“Ese año tuve la peor Navidad de mi vida”, explica, “porque después de esa noche yo continué con mis compromisos normales, y cuando decido tomar un receso me daban mareos y se me adormecía el brazo hasta que fui al especialista y resulta que tuve deslizamiento de cervicales gracias a ese guitarrazo, entonces tuve que estar encamado toda esa época por todo lo que me estaba sucediendo”.
Aunque ese 21 de septiembre de 1990, Rayo de Jalisco Jr. salió victorioso de una de las mejores luchas de apuestas en la historia de la lucha libre, el hijo de Max Linares comentó que siempre le quedará la duda de por qué Cien Caras decidió terminar la amistad con él y comenzar una rivalidad que finalizó en ese compromiso.